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José Gómez Friha: «Todos llevamos una máscara para sobrevivir»

«Beatrice», adaptación de un clásico de Goldoni, podrá verse hasta el domingo en el Teatro Galileo.

José Gómez Friha: «Todos llevamos una máscara para sobrevivir»
José Gómez Friha: «Todos llevamos una máscara para sobrevivir»larazon

«Beatrice», adaptación de un clásico de Goldoni, podrá verse hasta el domingo en el Teatro Galileo.

«Beatrice» es una adaptación de «La Hostería de la Posta», de Carlo Goldoni. Y su protagonista, encarnada en Marta Matute, ya en el siglo XVIII reivindicaba con firmeza sus derechos como mujer. La condesa viaja junto a su padre, el conde Roberto de Ripalunga, a Milán para contraer matrimonio con un hombre al que no conoce. Y a partir de ahí surgen los enredos. Ella combatirá para elegir sobre su futuro, su matrimonio y su felicidad en un espectáculo que puede ser considerado como un tratado sobre la lucha por mantener la dignidad. La obra, que muestra la necesidad de observar el pasado, podrá verse hasta el domingo en el Teatro Galileo.

–¿Qué derechos les faltan a las mujeres por conquistar?

–A todos nos faltan derechos por conquistar, pese a los muchos que se han logrado. Hay que mirar hacia atrás y valorar lo que se ha avanzado, recordar los tropiezos de la humanidad y mejorarlos. Yo me considero feminista, aunque no extremista. Debemos ser conscientes de los derechos conseguidos, y muchas veces nos olvidamos.

–Dígame qué es lo más importante que hemos conseguido.

–El poder reflexionar sobre la libertad del ser humano. Solo ahora somos conscientes de que podemos ofender con nuestras palabras y acciones. El mayor logro es la conciencia que se ha adquirido para respetar a todas las personas.

–Aunque hoy en día haya que seguir luchando para mantener la dignidad...

–Efectivamente. Y no únicamente en el tema del feminismo. En muchos sitios hay que pelear para que te oigan y no te desprecien. A mí, por ejemplo, me cuesta que me respeten por mi trabajo, que no me consideren un niño que hace teatro. La dignidad hay que defenderla. El otro día, sin ir más lejos, paré a una furgoneta porque silbó a dos chicas de manera grosera. Creí que mi responsabilidad social era denunciar esa ofensa. Y es que la dignidad de uno tiene una parte de dignidad social. Es decir, no solo hay que luchar por la nuestra.

–¿Cuáles son las diferencias entre una persona digna y otra que no lo sea?

–(Piensa) Las personas que actúan en relación a sus principios, que deben basarse en unos esquemas morales, son dignas.

–Vayamos a la obra. ¿Es posible querer sin conocer?

–No. Siempre hay que conocer algo. Aunque hay quien se enamora de una mirada, de una frase, de un cuerpo...

–Pero enamorarse no es lo mismo que querer.

–Tienes toda la razón. Quien esté a gusto con ese pensamiento podrá querer sin conocer, pero quien necesite conocer no debería ser obligado a querer.

–«Beatrice» nos muestra la necesidad de observar el pasado.

–Sí, porque nos creemos muy evolucionados, pero no lo somos tanto.

–Es que a la condesa la obligan a casarse con alguien a quien ni conoce, lo que sigue pasando en la actualidad...

–Totalmente. Goldoni, que conoce muy bien a los humanos, observa estos comportamientos y concluye que todos son herencias que se pasan de padres a hijos.

–A veces «no» es «sí», cuando tendría que ser «no»...

–El «no» significa «no». Y el «sí», «sí». Pero cuando entramos en el terreno de la poesía, de la filosofía o de la metafísica el «sí» y el «no» pueden tener millones de significados. Es la inteligencia la que hace la lectura de esos «síes» y «noes».

–¿Todas las personas llevamos una máscara?

–Por supuesto, como autodefensa, para sobrevivir.

–¿Y qué hay bajo ella?

–(Piensa) Mucha soledad. Tristeza, dolor, envidia... Las emociones que sentimos como negativas.

–¿Las cosas de la vida son las cosas del querer?

–(Risas) No lo sé. Las cosas de la vida son las que quiero conseguir, las que ya tengo y quiero, y las que he querido.

–En su obra todo gira en torno a la palabra. ¿Ha perdido el poderío de antaño?

–Desde luego. Hay que ser conscientes del uso que estamos haciendo de ella. La política, por ejemplo, está cayendo en un error deleznable, en un nivel básico, burdo, infantil... Los políticos deberían leer a Shakespeare, a Cicerón, los discursos de la Grecia clásica... El buen uso de la palabra va ligado a las personas con principios, pero nuestra política carece de principios.

–Esta es su séptima obra como director, pero, ¿a usted quién le dirige?

–Mis actores y el público. Cuando veo una representación mía, siempre estoy tomando notas de las reacciones. Los intérpretes están por encima de mí. Sin ellos no podría contar lo que pasa por mi cabeza.

–¿Qué es para usted el teatro?

–Mi suelo, mi gran apuesta, mi sacrificio, mi jugada de póker... El teatro es el único arte colectivo que jamás morirá. El cine, por ejemplo, no existiría si no fuera por el teatro.