La verdad entre el rifirrafe de Miguel de Unamuno y Millán Astray en la Universidad de Salamanca
La bronca de ambos en la Universidad de Salamanca sigue generando mucha polémica. Ahora el historiador Severiano Delgado tilda de invención las frases «venceréis pero no convenceréis» y «¡muera la inteligencia!».
La bronca de ambos en la Universidad de Salamanca sigue generando mucha polémica. Ahora el historiador Severiano Delgado tilda de invención las frases «venceréis pero no convenceréis» y «¡muera la inteligencia!».
El historiador Severiano Delgado, bibliotecario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, ha publicado un trabajo de 34 páginas, titulado «Arqueología de un mito, el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca». En este trabajo se califica de «invención» las famosas dos frases del enfrentamiento verbal entre Unamuno y Millán Astray.
Este estudio afirma que ni quien fue rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, pronunció la mítica frase de «venceréis pero no convenceréis», ni el general Millán Astray le contestó con el conocido «¡muera la inteligencia!» en el Paraninfo de la universidad el 12 de octubre de 1936.
En 1941, Luis Portillo, profesor de la Universidad de Salamanca exiliado en Londres por aquel entonces, publicó la versión de aquel conflicto verbal entre Miguel de Unamuno y Millán Astray, donde ya se hablaba de la famosa frase «¡muera la inteligencia!», que se la atribuye al general franquista; y también cita una expresión dicha, según Portillo, por el rector salmantino de aquella época, «venceréis pero no convenceréis».
Cabe en este momento recopilar información y discernir entre lo real y lo ficticio. El suceso ocurrió durante la inauguración del curso académico en pleno Día de la Raza de 1936. Aquella jornada, Unamuno dio pie a los actos de iniciación en la universidad como representante de Francisco Franco.
Tras su discurso inaugural hablaron otras personalidades como Francisco Maldonado, catedrático de la universidad, y José María Pemán, poeta. En esos discursos se llegó a insultar a los vascos, catalanes y, en general, todo aquel contrario al régimen. Aquellas palabras terminaron con la paciencia del rector, quien comenzó a declamar su famoso discurso. En ese momento Millán-Astray le interrumpió y (presuntamente) pronunciño su famosa frase «¡Muera la inteligencia!». A continuación, el rector continuó con su alocución y dijo aquello de que vencer no es convencer.
La censura fue la culpable de que esas frases nunca salieran oficialmente a la luz. Además, tampoco se levantó testimonio de aquel discurso.
UNA NUEVA VERSIÓN
Ahora, el historiador Severiano Delgado señala en su trabajo que el profesor Luis Portillo «no estuvo presente en el Paraninfo» como para poder afirmar con rotundidez que eso fue así. En su opinión, «se ha tratado de una recreación literaria sin intención de descripción histórica»; es decir, que el joven profesor salmantino lo único que hizo fue «relatar un enfrentamiento literario entre el bien, que representaba el demócrata de Unamuno; con el mal, como era el autoritario Millán Astray».
Preguntado por el porqué de este trabajo, el historiador nos empezada a una sesión de arqueología afirmando que a los largo de sus 34 hojas, ha realizado una auténtica «labor de arqueología» para concluir que todo «se lo inventó Luis Portillo». Así que el porqué es: desvelar la verdad.
El acto, según podemos leer en el estudio de Delgado, se construye "como una liturgia del triunfo del Bien sobre el Mal, una victoria simbólica de la inteligencia sobre la muerte, de los valores republicanos sobre el militarismo fascista. En este sentido lo escribió Portillo, que en modo alguno pretendió hacer una recreación histórica del acto, y en este sentido hay que entenderlo".
Este miércoles, la hispanista Colette Rabaté, que presentaba junto a su marido a Jean-Claude Rabaté el libro "En el torbellino. Unamuno y la Guerra Civil", en la sede del Instituto Cervantes, aseguró que no pueden reconstruir el discurso de Unamuno del 12 de octubre de 1936. Por tanto, en su libro tratan de acercarse a lo que Unamuno dijo, aunque "es imposible saberlo con exactitud", afirma.