
Crítica de libros
Al asesino le gusta Bunbury

¿Se imaginan una novela negra que transcurriera en Valladolid, con capítulos extraídos de canciones de Bunbury y en la que conozcamos al asesino desde las primeras páginas, al tiempo que podemos seguir sus lóbregos pensamientos? Les presento una: «Memento Mori». Se trata del primer libro y, a su vez, entrega inicial de lo que será la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne». Con este epígrafe el escritor revelación del «curso editorial2 no podía haber definido mejor lo que se cuece en sus páginas: un asesino en serie –sociópata y egocéntrico– con una desmedida pasión literaria y un gusto musical politeísta –Vetusta Morla, Depeche Mode, el propio ex vocalista de Héroes del Silencio...–, con el que recorremos conocidos enclaves de la ciudad del Pisuerga –el Barrio de las Delicias, Arturo Eyries o el Zero Café–, hasta que estrecha el cerco de su próxima víctima.
Un buen Ribera del Duero
Se las tendrá que ver, como mandan los cánones del género, con dos antagonistas: un atribulado inspector de homicidios chandleriano, pelirrojo de ojos claros, apasionado del rugby, del refranero español, amante de los caldos de la Ribera del Duero y del buen yantar castellano. El otro, un magnético Armando Lopategui –«Carapocha»–, ex agente de la KGB y de la Stasi para más señas, que prestará su ayuda en calidad de experto en conducta criminal. Hay dos formas de hacer suspense: o acometerlo a la perfección o ser distinto. Gellida es lo segundo pero sin dejaren ningún momento de ser lo primero. Para colmo, la novela reúne todos los ingredientes que Twain reclamaba: un enigma, un romance y una muerte... En este caso, muchas y cruentas. Personajes con perfiles bien dibujados, acción trepidante y magnífico ritmo. Sólo resta esperar que no tarde en llegar a las librerías su próximo «Dies irae».
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