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Albertine Sarrazin, un erudito cadáver

Albertine Sarrazin, un erudito cadáver
Albertine Sarrazin, un erudito cadáverlarazon

«Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver». Esta cita erróneamente atribuida a James Dean, –cuando en verdad se trata de una línea de diálogo de la película «Llamad a cualquier puerta», de Nicholas Ray –, define como ninguna otra máxima la vida de Albertine Sarrazin cuyo paso por este mundo resultó ser una novela en sí misma, a la manera en que también lo fue la de su compatriota Jean Genet... Infancias duras, situaciones sórdidas, peleas, sexualidad desbocada, prostitución, alcoholismo, robos, episodios carcelarios. Jalones, en ambos casos, de una eterna juventud que parecía no tener fin. Hija bastarda de un médico militar destinado en Argel y una criada española, fue entregada a los pocos días a la Asistencia Pública donde recibiría el nombre de Albertine Damián. A partir de ese instante su niñez es la concatenación de distintos reformatorios, continuos abandonos, siempre educada en todo tipo de limitaciones disciplinarias que irían gestando la infinita necesidad de beberse la vida a tragos largos y en copa de balón.

Un salto determinante

Un hecho terrible que jalonaría su sexualidad sería la violación de la que fue víctima en uno de aquellos centros asistenciales, con sólo diez años. En todo ese pasado convulso y lacerante, hay que encontrar el germen de su cruzada vital y literaria contra todo lo que cercara su libertad. No olvidemos que en aquella Europa se vivía un clima de terror ante la posibilidad de una nueva guerra por lo que el clima de coerción que se masticaba, convertía en «prisiones» muchos espacios antes considerados libres. Algo a lo que Albertine no estaba dispuesta a doblegarse. La vida de Sarrazin se fue convirtiendo en carne de novela con cada paso que daba. De ahí que el paralelismo entre la realidad y el personaje de su obra más conocida «El astrágalo», sea casi literal. La autora nutre de verdad a su personaje y su creación ficciona su propia existencia. Empezando por el nombre: Anne, que es una alusión directa a Annick, apodo que le dieron a Albertine sus compañeras de El Buen Pastor, el reformatorio de Marsella en que fue encerrada cuando adolescente.

Por continuar con las «coincidencias», el accidente con el que arranca la novela marcó la vida de Sarrazin. Le sucedió cuando cumplía condena por atraco y decidió escapar de la prisión Escuela de Doullens en1957. Al saltar el muro, tuvo la mala fortuna de romperse el astrágalo –hueso del pie que se articula con la tibia y el peroné– y tener que huir a rastras hasta la carretera más cercana donde un hombre llamado Julien –en libertad condicional, para más datos– se apiadaría de ella, socorriéndola y ocultándola en casa de su madre en las afueras de París. En ese hogar de tránsito vivirá junto con la hermana de él, su esposo y los hijos de ambos. Anne/Albertine se verá obligada a posponer su huída y se mudará de casa en casa en permanente huída y constante reclusión para no ser capturada, siempre dependiente de todos mientras se recuperaba de una cojera que arrastraría el resto de su vida.

Dos años más tarde , Albertine y Julien terminan casándose. Pero poco les duraría la luna de miel porque pronto es capturada y confinada en la cárcel por un periodo de cuatro años. Esta nueva etapa de reclusión es crucial para la autora, ya que será en ese período cuando escriba «La Fuga» y «El Astrágalo», las dos novelas que en 1964 le concederían renombre literario.

Pero estos dos hechos –su fuga y encuentro con Julien–, no agotan la concordancia entre autora y personaje. Hay todo un catálogo de situaciones que recuerdan al lector que Anne no es otra que la mismísima Albertine: su pasado prostibulario y delincuente, su conocimiento de los bajos fondos, su alcoholismo, su bisexualidad e incluso su asfixia ante la rutina.

Sin horario ni aprendizaje

Hechos todos ellos, vividos y narrados de la forma más descarnada, como muestra el siguiente párrafo sobre su vida de prostituta: «Yo ando. No me entrego por estos sitios, no tengo tiempo, no me gusta la calle y no tengo más de puta que cualquier otra cosa. Utilizo este medio porque es rápido y porque no necesito horario ni aprendizaje, o muy poco: a los dieciséis años me desembarazaba fácilmente de las patas de los chulos, de las astucias de los clientes, desde entonces nada ha cambiado mucho. Lo único que temo es a la policía, porque no tengo ningún papel para presentarme en caso de redada. Pero cambio continuamente de calle, de hotel y de aspecto». Su trayectoria delictiva no se vio nunca interrumpida. Nunca pudo ser una «chica buena», jamás abandonó la vida bohemia ni dejó de meterse en líos. Transitó por el lado oscuro de la vida bohemia, peligrosa y delictiva. Amó a Julien, y aunque no fueron fieles, sí se profesaban lealtad. El uno fue para el otro un espejo desde el que brotó el entendimiento. Pero una vez libres, y famosos, no pudieron disfrutar de la felicidad: a Albertine le sorprendió la muerte en Montpellier, a los 29 años, en una mesa de operaciones, a causa de una concatenación de errores médicos que agravó su deterioro fisiológico producido por el alcohol.

Nos queda su pluma feroz. Su ansia de libertad para abalanzarse contra todo lo que estaba prohibido: fumar, beber coñac , vender su cuerpo, amar a quien no debía, delinquir.Todo ello se respira en «Astrágalo» (adaptada en 1968 para la gran pantalla por Guy Gasaril), la historia de una existencia sin normas. Igual que Genet, su escasa obra es autobiográfica y mitificadora, en tanto que convierte al delincuente en un héroe.