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El heroico Vargas Llosa

El heroico Vargas Llosa
El heroico Vargas Llosalarazon

El mundo narrativo de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) puede parecer netamente realista, una puntual sucesión de hechos encadenados a una trama lógica y consecuente. Pero no conviene engañarse, porque su novelística se halla vinculada a simbólicos valores sociales, como la libertad personal o el auténtico sentido del progreso social; por no hablar de emblemáticas imágenes del paisaje hispanoamericano desde la selva a la ciudad, donde barbarie y civilización se alternan en un pendular movimiento de contenida violencia. «El héroe discreto» es una historia que combina dos acciones: por un lado, la extorsión que sufre el esforzado empresario Felícito Yanaqué, quien se niega rotundamente a pagar lo que se le exige, y, por otra parte, las consecuencias de la boda de Ismael Carrera, maduro hombre de negocios enfrentado a sus pendencieros hijos, fruto de un anterior matrimonio. Con estos planteamientos la novela avanza como una fábula sobre los imprevistos del azar y las trampas del destino que acaso sólo pueden combatirse con la firmeza de las convicciones y la rectitud ética.

«Nunca te dejes pisotear por nadie, hijito», le aconsejaba su padre al bueno de Felícito, e Ismael sigue adelante con sus segundas nupcias, consciente de la legitimidad de su voluntad, sin importarle las posteriores complicaciones. Esta coincidente firmeza de carácter refuerza el sentido heróico, algo solitario, incólume y decidido de quien desafía prejuicios sociales, ancestrales costumbres y hasta ciertos designios del porvenir. Porque con cierto ritmo enigmático de la trama, acompañados los protagonistas de conocidos personajes de la novelística de Vargas Llosa, y con un estilo extremadamente cuidado, asistimos aquí a una apología del aplomo individual basado en la civilizadora fuerza de la razón, a una defensa de la correcta opción personal.

Un calculado sentido del humor, alguna misteriosa presencia esotérica, una buena dosificación del suspense, ágiles diálogos cruzados y una acertada resolución de los conflictos planteados conforman una magnífica novela que, sin ambiciosas pretensiones, consigue interesar al lector en asuntos nada menores: el ejercicio de la libertad y la defensa de las convicciones.