La cordura de Darío Fo
Cuando Fo se alzó con el Nobel de Literatura no pocos le criticaron argumentando que no era un hombre de letras. No pertenecía a ningún conventículo o capillita literaria. Como mucho, a la estirpe de los farsantes y los cómicos de la legua. Estas páginas refrendan el níhil óbstat de Academia sueca o, lo que viene a ser lo mismo, suponen un corte de mangas a los flojos de pantalón –que diría el sabio Rosendo– que parecían husmear fetidez con un palito cuando se le reconoció como genio vivo. Hecha en la misma horma que Lucrecia Borgia, la hija del Papa, el texto sigue la tradición de los bufones medievales al burlarse de los poderosos para devolver la dignidad a los oprimidos... porque el de Sangiano sabe que la literatura no es inocente. Una vez más logra un texto redondo a partir de una idea de su hijo Jacopo y una larga investigación en archivos y diarios para encontrar el material histórico con el que construir su cimiento ficcional.
Muy pocos lo sabíamos, pero a mediados del siglo XVIII, en Dinamarca, alcanzó el trono con tan sólo dieciocho años Christian VII. Un joven inteligente y sensible pero esquizofrénico. Aunque su desorden mental no era claro, pasó a la Historia como «el rey loco», aunque no le exoneró de gobernar. Se casó, tuvo descendencia y se rodeó de asesores. Pero, como toda monarquía que se precie, no estuvo exenta de complicaciones gracias a una madrastra que quería arruinarle su regencia, un medio hermano que codiciaba su cetro, un primer ministro golpista y una joven esposa que se convirtió en amante de un médico tan ilustrado como revolucionario. Así las cosas, ese rey que vivía en tan viciada atmósfera e impelido por tanta farsa se mantuvo firme en procurar el bienestar para su pueblo mucho antes de la Revolución francesa: abolió la tortura y la servidumbre; introdujo reformas que favorecieron la enseñanza para las clases poco favorecidas, aprobó la libertad de prensa... Todo ello sin olvidar derrocar los privilegios de los nobles y promocionar la cultura... ¿Por qué nadie nos había hablado de semejante vuelco histórico-político-económico en el país escandinavo? El «bonus track» de este volumen son las ilustraciones. Retratos creados por el autor (formado en la Academia de Bellas Artes de Brera) como colofón a unas páginas ilustrativas y subversivas al más puro «modo Fo»: grotesco y excelso.