Orfeo en el reino de Facebook
«En una página próxima al final de la novela, la protagonista, Giuliana, se pregunta si alguna vez su marido, William, que ha muerto derrotado por el cáncer, habría pensado: «Así que esto es todo, he luchado y he perdido, ¿así que la vida era eso?». Y es que esa pregunta, que siempre acaba por atrapar a los humanos, sobre el sentido de la vida, y si ésta es la narración de una derrota anunciada pese a todas las batallas ganadas o no y es más bien un viaje maravilloso hacia el conocimiento y el cumplimiento de la muerte, es una de las grandes coordenadas que jalonan la obra literaria de la valenciana Carmen Amoraga, periodista y escritoraque entre otros galardones posee el II premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, premio de la Crítica Valenciana, finalista del Nadal de 2007, así como finalista del Premio Planeta en 2010. Y que en 2014 ha obtenido el Nadal por su novela «La vida era eso».
Literatura directa
Y es que hablar de la obra de Amoraga es hacerlo de una literatura directa, emocional, habitualmente relacionada, en sus «núcleos dialécticos», con los sentimientos, los cambios vitales y también con el tema de la muerte. Porque hay quien piensa que los conocimientos dependen del intelecto o de la experiencia, pero en otros casos, como los personajes que transitan por las novelas de esta escritora, el saber está más unido al querer o a la pérdida de lo querido.
En «Para que nada se pierda» fue la saga de una mujeres que presagiaban su propia muerte, en «El tiempo mientras tanto», un accidente replanteaba la vida de una mujer, y en «La vida era eso» será una joven viuda que recuerda su matrimonio e indaga en los amigos del marido en las redes sociales: al fin un mapa de contantes permanentes en las obras de Amoraga, donde la sensibilidad femenina de las protagonistas se enfrenta a esas dos ventanas, el amor y la muerte, que iluminan y oscurecen la vida. Y así, en esta última obra es su propio marido muerto, al que ella hace hablar a través de su cuenta de Facebook, el que como un Orfeo atravesando el país informático de la muerte, nos interroga sobre si el amor vence a la muerte, o si es vencido en esa última jugada con las fichas negras.