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Un «twin Peaks» en Castilla

larazon

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Cuando Antonio Machado escribe «La tierra de Alvargonzález», el extenso romance incluido en Campos de Castilla (1912), sobre la leyenda rural castellana del honrado padre asesinado por sus codiciosos hijos, estaba fijando un modelo argumental basado en una atávica criminalidad, en oscuras pulsiones familiares y viscerales odios campesinos. Otros escritores como Juan Benet –«El aire de un crimen» (1980)– o Alfonso Grosso –«Los invitados» (1979)– han abundado posteriormente en esta casuística del horror, conscientes de las posibilidades narrativas de la atávica violencia que acompaña a la propia condición humana. En esta línea temática Enrique Llamas (Zamora, 1989) publica «Los Caín», novela ambientada en Somino, un imaginario pueblo de la Castilla profunda durante el tardofranquismo, donde hallamos el recuerdo de una niña ahogada, el trágico accidente de una angustiada muchacha, una extraña epidemia que mata a los ciervos del lugar, y un joven y bisoño maestro recién llegado a una población repleta de misteriosos secretos y sorprendentes conflictos. Se reconoce en esta prosa la admiración que siente el escritor por Delibes, en la eficaz inclusión del vocabulario rural; así como la huella de Matute –«Los Abel» (1948)– en cuanto a los desgarrones familiares que tan bien supo reflejar la novelista.
La historia parte de una simbólica tumba mal cerrada que, metafóricamente, desenterrará un oscuro pasado de odios ancestrales y enconados rencores. Entre desolados paisajes, esquinadas miradas y espesos silencios esta primera novela del autor plantea la existencia de la pura maldad, más allá del medio social o de subterfugios psicológicos. Una morbosa pulsión incita aquí a la crueldad como argamasa que da forma a las relaciones humanas, en una vorágine de desatada violencia que tiene mucho de ritual gestualidad y descarnada rudeza.
Creciente tensión
Resulta fácil asimilar esta acción a las intrigas rurales de «Twin Peaks», la conocida ficción de David Lynch, pero aquí hallamos un trabajado componente antropológico donde tiene mucho que ver la desertización del campo español durante las últimas décadas, el inquietante lirismo de la naturaleza, la fuerza de los instintos depredadores y el sinsentido de una primaria agresividad. Sin tratarse de una novela policíaca mantiene «Los Caín» una creciente tensión hasta el sorprendente desenlace y el toque de un cierto realismo mágico que recrea una trama envolvente y misteriosa. Oscuros crímenes, un lacerante pasado y una conseguida intriga conforman esta original obra.