Literatura

Nueva Orleans

Versos en «jam-session»

Versos en «jam-session»
Versos en «jam-session»larazon

¿Será el jazz a la poesía lo que el rock a la narrativa? Sobre esa sugerente premisa se articula esta «Fruta extraña» (la mítica canción de Billie Holiday), que recoge poemas de 130 autores españoles, de las vanguardias a hoy, inspirados en el género musical de Nueva Orleans. Es un formidable termómetro para medir la superación del casticismo, a través de la receptividad de los ritmos innovadores. Sobre todo, en origen, pues mientras ultraístas, como Larrea o Guillermo de Torre, los celebraban, otros –Emilio Carrere o Rogelio Buendía– los veían una amenaza al vals y las esencias patrias de la verbena de La Paloma. Y también, durante el erial del franquismo, cuando destacan los poetas catalanes, pues Barcelona era, vía París, la capital del jazz. Así, refulgen Cirlot y Salvador Espriú –cuyo homenaje a Louis Armstrong es pionero en citar un nombre propio–, y, con nódulos como Fonollosa, en el 50, o Gimferrer y Vázquez Montalbán, en los Novísimos, la elipse llega a Joan Margarit, a fin del siglo, uno de los poetas centrales. Se halla en la interesante brecha de autores (Martínez Sarrión, Ildefonso Rodríguez, Carlos Aganzo...) que vierten sus versos como una «jam-session». El exhaustivo estudio de Juan Ignacio Guijarro permite cotejar otros originales hilos conductores, como la equiparación entre negros y gitanos de Quiñones y Félix Grande con raíz en Lorca, o las detracciones en los años 60 y 70 en la onda «antigringos», inaugurada por Blas de Otero, para quien un «negro jazzeando» era un heraldo de la «América histérica imperando».