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Vieja Europa

Vieja Europa
Vieja Europalarazon

Páginas, éstas, que explican con sensatez el largo y no necesariamente, positivo camino que el Viejo Continente retrata entre las vísperas del horror –exquisitas, en ocasiones, detallistas en parte; correctas siempre– y el sombrío anochecer libertino, en las antípodas de aquella amplitud de posibilidades. «El hijo del desconocido» es una narración que en ningún momento provoca desidia, porque no se obsesiona con uno solo de sus muchos aspectos y nos deja una imagen sólida e indeleble de los protagonistas. No es una novela social ni un relato universitario, ni mucho menos una historia de artistas. Tampoco, un relato de guerra, ni un cuento sobre la amistad, la vida de una familia o la intrusión en el mundo gay. Arranca con la entrada de Cecil Balance, aristócrata y poeta, en la vida de la familia Sawle, de buena clase, hogar de su compañero de «college» en Cambridge y amante George Sawle. Pero no hay rigidez. Ni intolerancia, aunque sí unas formas patricias donde el relato de una amistad y la belleza metafórica amada van más allá de lo biológico. Poético en ciertos puntos, divertido en otros, el autor gustará a quienes disfruten de la vieja Europa. Es una historia tan antigua como la naturaleza humana: la de lo bello amado, conseguido, perdido y recordado, que se complica por quienes la mitifican, pero absorbe a Cecil y George como pudo absorber a Antinoo. Emocionante, hermoso, pero no sectario. Si gusta al lector, no olvide que está perfectamente desintegrado de la corrección moral de nuestra vida.