Novela
Un Premio Azorín para que el mensaje de paz no suene Raro
El galardón convocado por Planeta y la Diputación de Alicante reconoce la trama histórica de Rosario Raro, ambientada en el sur de África y centrada en poner fin a los conflictos bélicos
Cuando Rosario Raro (Segorbe, 1971) se presentó al Premio Azorín de Novela tenía claro su pseudónimo: "Kintsugi", una técnica milenaria japonesa de reparación de objetos de cerámica que consiste en resaltar las grietas con oro u otros materiales preciosos en lugar de ocultarlas. "Así son mis personajes", zanja. "Las cicatrices significan que el dolor ha terminado", confiesa la autora de 'La novia de la paz' (Planeta).
De alguna manera, todavía se acuerda de aquella gala, en Alicante, en la que se conoció el fallo de un jurado presidido por Juan Eslava Galán: "Estuve como en trance. Pensé que me iba a desmayar de camino al escenario". No había dicho nada a su gente "porque el titular de 'Rosario Raro gana el Azorín' queda muy bonito, pero no tanto el de 'Pierde...'". Mientras, el resto de finalistas "esperaba a una japonesa", asegura. Evidentemente, nunca apareció tal figura; en su lugar, se sentó esta segorbina para llevarse el reconocimiento a casa. Después, "tuve que ver el vídeo para enterarme qué había dicho. Digamos que la vida me sacó a bailar".
El título destapa a un Gandhi «pijo» y el arrojo de Emily Hobhouse en 1901
Tras 'Volver a Canfranc', 'La huella de una carta', 'El cielo sobre Canfranc' y 'Prohibida en Normandía', este premio le volvía a recordar a Raro que estaba en el buen camino. El guion que llevaba preparado, "por si acaso", saltó por los aires en mitad del "trance". "Solo valía para darme un espejismo de seguridad porque se suele improvisar bastante", reconoce. Sí se quedó con la sensación de que pasaron definitivamente los años en los que "no lograba publicar". Aunque, "como el que grita en el desierto, no me rendí", celebraba, ayer en Madrid, esta doctora en Filología Hispánica.
Tras una mañana de entrevistas, la tarde de Raro fue de presentación. Junto a Paloma Sánchez-Garnica–Premio Planeta 2024–, la escritora habló en el Hotel The Palace la novela en un día que, "por casualidad" –promete–, coincide con el 160.º cumpleaños de Emily Hobhouse, protagonista de sus páginas y figura que hoy "se quedaría perpleja ante un mundo con más de cincuenta conflictos armados", explica la autora a LA RAZÓN antes de la cita vespertina convocada por la Editorial Planeta y la Diputación de Alicante.
Porque este Premio Azorín es también una oda al pacifismo, principalmente, por la citada activista británica: "Magnética, valiente y llena de energía", describe de este personaje histórico "que cambió la vida de miles de personas en el sur de África".
Sorprende así el momento en el que irrumpe el título. "Me dicen que es una historia muy oportuna en un tiempo de barbarie, de carrera armamentística y en este ambiente prebélico. Hablamos de kits de supervivencia, de alistamientos... Da escalofríos. Pero lamentablemente la historia de las guerras es la de la humanidad. Los conflictos siempre están de actualidad por mucho que me gustase que fuera un anacronismo", dice cabizbaja la escritora.
"Llevaba media hora buscando series y, como no encontraba nada, me puse a escribir lo que me hubiera gustado ver"
La otra protagonista de un libro en el que el amor también se abre paso es Shayna Orliens, quien es fruto de la pura ficción y quien llega a África en 1901 huyendo de un escándalo que ha sacudido a la alta sociedad londinense. "Mientras lucha por reconstruirse y esquiva la investigación de Scotland Yard, que la considera sospechosa de la desaparición de su marido, conoce a un misterioso escultor escocés que guarda un grave secreto", presenta la sinopsis del libro.
Será en este nuevo y exótico mundo donde Shayna encuentre refugio en las palabras de Emily Hobhouse, quien, desde la prensa, denuncia con valentía los abusos del imperio británico en la guerra anglo-bóer.
Un argumento que surge de "una noche en la que estaba sola en casa. Llevaba media hora buscando series y, como no encontraba nada, me puse a escribir lo que me hubiera gustado ver". De las series, dice Raro, ha tomado "el ritmo. Hoy todo se traslada, todo es más trepidante. Debemos atrapar al lector. Desde la invención de la fotografía y el cine ya no se puede escribir de la misma manera. El lector tiene abundancia de historias para elegir".
Gandhi y Tolstoi
Y ya con la televisión apagada, Rosario Raro se puso a escribir: "Todo surgió a través de Gandhi. Desconocía que había mantenido una relación epistolar con Tolstoi y que este le había inspirado en algunas ideas como la resistencia pasiva y la no violencia. Me encontré con un Gandhi que no era el de los pósteres. Como dijo Eslava Galán, "era un pijo inglés".
Y a través de esta figura llegó a Hobhouse, "una mujer que encendió la conciencia del mundo y conmovió a millones de personas de diferentes países. Quería parar cualquier guerra, de la Primera Guerra Mundial a la de los Bóeres, y se enfrentó sola a un imperio como el británico, el más poderoso de entonces".
- 'La novia de la paz' (Planeta), de Rosario Raro, 360 páginas, 20,90 euros.