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Lolita: "Soy española hasta morir"

Tras 48 años de carrera, la popular artista atraviesa un momento inmejorable

Entrevista de verano a la actriz Lolita Flores.
Entrevista de verano a la actriz Lolita Flores.Alberto R. RoldánLa Razón

Dolores Flores, Lolita, lo ha hecho todo en su profesión y lo ha hecho bien, pero sigue remando porque el artista de raza sólo descansa cuando deja de respirar. Encabeza el reparto de la serie de televisión «Las invisibles» (SkyShowtime) y el próximo noviembre protagonizará en el Teatro Español, en Madrid, «Poncia», un espectáculo escrito y dirigido por Luis Luque a partir de «La casa de Bernarda Alba», de García Lorca.

¿En su vida cuánto ha habido de cabeza y cuánto de corazón?

Mucho más de corazón.

Y el corazón le ha traído de cabeza.

El corazón me ha traído de cabeza, sí. Cuando eres joven no piensas en el futuro, piensas en el presente y te dejas llevar por el corazón. Pero ahora estoy «fifty-fifty».

«Amor, amor», 17 añitos apenas. ¿Debió haber empezado más tarde?

Sí. Fue un éxito tan grande... nadie se lo esperaba. Trabajaba en una tienda de regalos que tenían mis padres y no estaba preparada para ser artista. En una fiesta me escuchó Tomás Muñoz, de CBS, y allí estaba Paco Cepero, que dijo «yo tengo la canción, “Amor, amor”», que no era para mí, era para Los Marismeños. Todo fue de golpe. Si hubiera empezado más tarde, a lo mejor mi carrera habría sido más continua. Porque me llevé tres años trabajando muchísimo, pero en el 79 lo dejé un año porque me enamoré de Paquirri. Luego me casé y me iba a América, porque aquí no me contrataban. Tuve a mi hija y me llevé tres años cuidándola, sin trabajar, nada más que alguna televisión y haciendo exclusivas... Pero la vida me ha dado muchas satisfacciones. He ido a América muchas veces, tengo muchos premios, discos de oro, y he aprendido lo que es la actuación, el teatro, el cine, la televisión...

Madre no hay más que una. La suya fue muy suya, pero también muy mamma italiana, muy madraza. ¿Qué es lo que más extraña de ella?

Todo. El levantar el teléfono por la noche, por la mañana, y hablar con ella. Era como yo, que le hago a mi hija dos videollamadas diarias para ver a mis nietos. Mis padres llamaban a todas horas para preguntarte cualquier cosa. Los echo mucho de menos.

¿El Pescadilla, su padre, mereció más altos honores?

Totalmente. De hecho, estoy en conversaciones para hacerle un documental. Fue un guitarrista de acompañamiento, que es lo más difícil, extraordinario. Y el creador de la rumba catalana. Y esto no es que yo lo repita para metérselo en la cabeza a la gente, pero es que mi padre era diez años mayor que Peret, que es verdad que fue el mayor exponente de la rumba catalana.

¿Se le despierta una sonrisa cuando comparan a Rosalía con su madre?

Sí, y me da pena por Rosalía, no por mi madre, que se murió habiéndolo hecho casi todo. Le faltó hacer una buena película dramática, que era lo que ella quería, y se lo dijo a Almodóvar muchas veces... Rosalía es una mujer muy joven, que está empezando, y mira dónde ha llegado con su manera de cantar, que no se parece a nadie. Es una diosa en el mundo entero. Y desde luego no imita a Lola Flores, a la que admira muchísimo.

Es famosa desde que nació. ¿La fama es una bendición que puede convertirse en una condena?

Yo no diría una condena, porque estoy muy agradecida de ser quien soy y de llevar el apellido que llevo. Lo que pasa es que a veces es desagradable, porque la gente no mide el tiempo de un artista. Pero me siguen diciendo por la calle que me quieren, y eso es muy fuerte.

«Se querían como las flores a las espinas hondas» (Vicente Aleixandre). ¿Se acuerda de aquello?

Uf (ríe). Hace tiempo de eso. Puede hacer tres años. Seguramente volveré a enamorarme y a sentirme como en ese verso que me has recitado, pero tampoco tengo prisa. Ni pausa.

A estas alturas, y con la suficiente perspectiva, ¿quién ha sido el hombre de su vida?

No te podría decir sólo un nombre.

Tres, entonces.

El padre de mis hijos, Guillermo Furiase. Luego he estado casada con Pablo Durán diez años. Paquirri me marcó la vida porque yo tenía 22 años y para mí fue un amor importante. Antonio Arribas fue el primer hombre de mi vida, yo tenía 16 o 17 años. Todos ellos han sido el amor de esos momentos que compartimos. Como todo el mundo, cuando me enamoro no es amor, es obsesión, enganche, un poco de todo. El amor de pareja es egoísta y nunca estamos satisfechos. El único que no es egoísta es el que sientes por los hijos y los nietos.

Hoy parece que definirse español es pecado. ¿Se siente orgullosa de ser española?

Hay que estar orgulloso de tu acento, cada uno del suyo, de tu ciudad, de tu pueblo, de tu país. Soy de Madrid, adoro Madrid, y soy española y adoro España. Soy española hasta morir. Viva la Roja y viva España.