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Los límites de lo permitido

El Museo de Arte de Haifa (Israel) expone la obra «McJesus» (2015), en la que una pieza escultórica de un Cristo crucificado aparece caracterizada con los rasgos globalmente conocidos de Ronald McDonald.
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  • Pedro Alberto Cruz Sánchez

    Pedro Alberto Cruz Sánchez

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El Museo de Arte de Haifa (Israel) expone la obra «McJesus» (2015), en la que una pieza escultórica de un Cristo crucificado aparece caracterizada con los rasgos globalmente conocidos de Ronald McDonald.
Una nueva polémica azota al mundo del arte: el Museo de Arte de Haifa en Israel expone la obra «McJesus» (2015), del artista finlandés Jani Leinonen, en la que una pieza escultórica de un Cristo crucificado aparece caracterizada con los rasgos globalmente conocidos de Ronald McDonald.
Cientos de cristianos se han manifestado ante la institución, mientras que los líderes de la Iglesia israelí han solicitado su retirada aduciendo dos argumentos: en primer lugar, un museo que da servicio a todas las religiones no puede exponer una obra que atenta contra el mayor símbolo del cristianismo; y, en segundo, una obra que quizá puede resultar conveniente en otros contextos como el europeo, resulta intolerable en una comunidad tan frágil y expuesta como la de los cristianos de Israel.
Pero el conflicto no acaba aquí: el artista, Jani Leinonen, exigió hace tiempo la retirada de la pieza. La razón no reside tanto en una empatía con la comunidad cristiana cuanto a su participación en un movimiento internacional de boicot a Israel. No quiere que ningún trabajo suyo se exponga en una institución de ese país. La controvertida escultura, que se expone en el marco de una muestra dedicada a la religión y la sociedad de consumo, adquiere, desde luego, en ese contexto territorial un significado que su autor, con total seguridad, nunca hubiera pensado: su utilización en una confrontación de religiones por parte del aparato estatal.
Para Leinonen, la comida rápida e hipercalórica de McDonald supone una crucifixión diaria de la población mundial. Pero claro, cualquier sutileza intelectual en ese contexto salta por los aires y reenvía a un marco de análisis completamente emponzoñado. Además, los líderes cristianos de Israel han planteado a las autoridades qué sucedería si, en lugar de una crucifixión, la imagen expuesta hubiera sido la de Hitler con una Torah. La retirada habría sido inmediata.
Resulta llamativo, en lo tocante a esto, que este «McJesus», de Leinonen, haya sido realizado poco tiempo después de que los hermanos Chapman ultimaran su colosal diorama «The Sum of all Evil» (2012-2013), en el que, en varias escenas, las mascotas de McDonald juegan de forma cómplice con las principales figuras del nazismo –evidenciando la proximidad moral de todas ellas– e, incluso, en un momento del caos generalizado, el propio Ronald McDonald –y no un trasunto de Cristo– es crucificado. ¿Casualidad? ¿Adaptación maliciosa de los ya de por sí maliciosos hermanos Chapman?
Sea como fuere, un contexto tan conflictivo y con un equilibrio tan precario como es Israel no puede permitirse la exhibición de una obra tan tendenciosa como ésta.