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Lucrecia: «Si hubiera un referéndum en Cataluña votaría a favor de seguir formando parte de España»

La artista cubana arranca su nueva gira y el 20 de marzo estará al frente de la XII edición de los Premios Alegría de Vivir, creados por ella
La cantante Lucrecia
La cantante LucreciaJuan Pedro León
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

Madrid Creada:

Última actualización:

Arranca esta semana en América la gira internacional «Eternamente Cuba», la cual sintetiza muy bien lo que la cantante Lucrecia (La Habana, 1967) lleva haciendo desde hace tres décadas: «cubanear» y trasladar la esencia musical de su país de origen al resto del mundo. Más adelante recalará en España, aunque aún no tiene fechas cerradas: «La gira empieza en República Dominicana el 13 de de marzo –explica–, actúo allá con una big band. Es el recorrido que hice en su momento con el disco “Álbum de Cuba”, que recoge canciones emblemáticas de los años 50 y recrea todo ese glamur de la música, incluso el “look” de los artistas. Es una remembranza de Cuba y de Latinoamérica en general, porque ahí entran “Vereda tropical”, “Quizás, quizás, quizás”, “Son de la Loma”, “Castellano”, “Capullito de alhelí”… Y los días 14 y 17 de septiembre estaré en Nueva York. En España no puedo decirte las fechas, porque se cierra con los ayuntamientos y lo tienen que anunciar ellos». La artista compaginará esa gira con el espectáculo «Celia vive», que nació como un musical sobre la inmensa Celia Cruz y ahora va a ser también una gira: «Primero fue un musical donde yo cantaba 26 de sus himnos, porque las canciones de Celia son conocidas en el mundo entero, y representaba 16 monólogos. Luego hicimos el concierto en Nueva York]] y ahora se ha elevado al centenario del nacimiento de nuestra reina de la salsa, que se cumple el año que viene. Celia es, además, la madrina de mi hijo, así que imagínate tú la emoción que me causa poder interpretarla».
Son ya 30 años los que Lucrecia lleva afincada en España –«toda una vida», resume ella entre risas–. Aquí, de hecho, nació su hijo, aquí ha publicado todos sus discos, que suman 13, y aquí ha trabajado como actriz ocasional y presentadora de televisión. Necesitó de un período de adaptación, pero hoy se siente plenamente integrada en la cultura española: «Al principio de llegar a España me sentía fuera de lugar, tenía mucha añoranza de Cuba, la extrañaba. Pero con el paso del tiempo, por el mismo trabajo, me he sentido cada vez más arraigada. Que me hayan escogido como marca España me hace sentirme muy española». Residente desde hace años en Sitges (Barcelona), ha vivido de cerca el conflicto catalán: «El procés ha movido un sentimiento que siempre ha estado en Cataluña y ha dividido a muchas familias. Imagínate estar en un aeropuerto y escuchar a una señora decir que son cinco hermanas y tres de ellas ya no se hablan porque no coinciden en la manera de pensar... Yo abogo porque, aunque no coincidan, las familias no se desunan. Si una familia no se desune, un país tampoco». Cuando se le pregunta si cree que sería bueno para Cataluña desgajarse de España y ser un país independiente, Lucrecia lo tiene claro: «Yo pienso que no. Porque estamos en la Península Ibérica, que es España, y es la historia. Hay que ponerse de acuerdo de una manera que sea realmente favorable para todos». Entonces ¿si llegara a haber un referéndum en Cataluña votaría a favor de que esa comunidad siguiera formando parte de España? «Si hubiera un referéndum en Cataluña votaría a favor de seguir en España, sí. Y lo digo con contundencia. Porque si soy así, tengo que ser consecuente en todo momento. Yo vengo de Cuba, imagínate. Salgo de allá y entro aquí, jajaja». Hablar de su país es un tema obligado. ¿Qué hacemos con Cuba? ¿Tiene solución? ¿Vamos a seguir echándole la culpa al «bloqueo» (embargo, en realidad) siempre? «¿Qué hacemos con Cuba? –repite la artista y suelta una risa resignada–. Lo del “bloqueo” es una literatura que se ha hecho de toda la vida. Es una teoría que se ha montado y se ha querido continuar con eso. El bloqueo está en nuestras mentes y en los intereses de las personas que quieren que existan esas diferencias. Mi postura es que los cubanos podamos entrar y salir de nuestra patria sin ningún tipo de problema, porque yo también estoy vetada en Cuba desde que escribí la banda sonora de la película “Balseros”. El dúo Gente de Zona –prosigue– ha sacado un single donde une “Ella tiene fuego” con “La negra tiene tumbao” [canciones popularizadas por Celia Cruz] y están arrasando en el mundo entero. Si la música llega a todo el mundo, ¿cómo no nos vamos a poder entender entre nosotros?», pregunta retóricamente como para darse ánimos. Pero ¿ve posible la instauración de una democracia plena en Cuba? «Allá se creó toda una escuela y una manera de pensar –responde–, y todas las personas que continúan siguen toda su teoría y su práctica. En Cuba, el pueblo ya salió a las calles y ese movimiento fue importantísimo. Lo que pasa es que hacen falta un líder y un orden para poder unificar todo ese sentimiento y que pueda ser una persona la que pueda parlamentar y dar respuesta a esa necesidad». Toca aquí atemperar la charla e introducir un asunto más placentero: ¿es acaso Cuba el país más sexual del mundo? «Jajaja. ¡Qué va! –contesta alto–. ¡Eso es un mito! Creo que no. Ahora mismo, tal y como está la vida, con las redes sociales y las plataformas digitales, el sexo, gracias a Dios, ya es universal. ¿Que si es una alegría? El sexo es una medicina, la medicina absoluta, jajaja. Cómo no, cómo no. Es alegría, alegría. Muchísima alegría. Te desestresas, tienes placer, tienes vida… Con el sexo lo tienes todo. Es una alegría eterna».
A propósito de alegrías, Lucrecia creó los Premios Alegría de Vivir, cuya decimosegunda edición se celebrará el próximo 20 de marzo con una gala en la sala teatro Luz de Gas de Barcelona, y habla de ellos con orgullo de madre: «A día de hoy es un evento con mucha solera en la sociedad española. Premia a profesionales que, desde sus diferentes ámbitos, hacen posible que seamos felices y disfrutemos la felicidad en el segundo en el que la estamos viviendo. No hace falta vivir una gran felicidad –explica–. En ese momento te llegó un libro, viste una noticia, escuchaste una canción, viste un partido de la especialidad deportiva que te gusta... Se trata de disfrutar de ese instante de felicidad a pesar de los problemas que podemos tener en la vida. Y aquí estamos ya –concluye–, en la decimosegunda edición. Muy contentos». Entre los premiados de este año están RTVE, el programa «Informe Semanal», la periodista Emma García, la cantante de flamenco La Húngara, la revista «Shangay» y su director, Alfonso Llopart; el doctor José Sánchez de Toledo, oncólogo especializado en el cáncer infantil; el cocinero Ferran Adrià y la serie «Cuéntame cómo pasó».

CUBA, ESTADO EMOCIONAL

Por Javier Menéndez Flores

Saliste de Cuba para no volver, pero ese temblor siempre va contigo. Te estoy hablando, negra, del universo entero a espaldas del mundo. De Shangri-La y el país de Nunca Jamás compartiendo una bicicleta made in China con el ron más oscuro. De aquellos niños que soñaban con serpientes y caballos místicos. De esas habitaciones sin ventanas ni bombillas ni relojes en donde la fresa y el chocolate se devoraban noche y día. De la muralla altísima que se abre cuando llama la vida y se blinda como una tortuga ante la presencia de la muerte. Y de una revolución que se ahogó de tanto contemplarse, igual que Narciso asesinado por su propia belleza.

Saliste de Cuba, negra, con dos maletas cargadas de aire y una amiga incordiona llamada incertidumbre; solo que el miedo escuece menos que el hambre de libertad y de alimentos diversos. Y echaste el ancla en suelo español sin dejar de ver el Malecón a cada poco, en cualquier avenida o escaparate, porque la memoria y las emociones son más fuertes que los ojos y hay biografías capaces de nutrir un millón de enciclopedias.

Tus pesadillas son recuerdos de la libreta de abastecimiento y de los «industriales». De las manos extranjeras repartiendo aspirinas como si fueran gominolas y del látigo del «período especial». De la divisa con la jeta de George Washington agazapada bajo la lengua como el diablo punzante de la posibilidad y de los amores que quedaron desmantelados igual que palacios sin dueño.

El Che es una estrella de rock y en La Habana hasta los castillos tienen mucho morro. Pero qué bello es vivir aunque los bolsillos nunca lleven nada. Por eso te pido, «miamol», que me cubanees y, sobre todo, que me ampares. Y cuando deje de tiritar tal vez te hable de la desolación sin fin de los balseros y de lo que es lanzarse al abismo con lo puesto. Y pese a que me cerré para siempre las puertas de ese paraíso en ruinas, qué orgullosa me siento de haber cantado lo que todos saben y tantos todavía silencian. Ser valiente, me dijo alguien, consiste en estar aterrada y, aun así, dar un paso al frente.

Llevas el arcoíris por sombrero desde no recuerdas cuándo y tus amigos del alma tienen una sonrisa congelada en la carota y andan siempre en la luna lunera. Y en tu sangre contenta navega el azúcar de Celia, que es una denominación de origen y un tesoro inagotable por más que a veces, cuando la oyes y se te humedecen los ojos, se convierta en sal. Por eso decidiste no volver a mirar atrás, como hizo la imprudente mujer de Lot, y concentrarte en la línea del horizonte, pues el futuro sólo podrá ser conquistado desde un presente sin cadenas.

He venido a cantar con alegría la tristeza de los que tuvieron que huir del territorio que fuese, porque a todos los exiliados nos ata una herida que no cierra jamás. Y cuando me siento al piano y empiezo a entonar «Nostalgias», de los maestros Cadícamo y Cobián, me explota la infancia en la garganta y vuelvo a pisar la calle Obispo (y el pulso se me embala al escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca, como un fuego, su respiración).

Enteraos de una vez: soy negra absolutamente y más blanca que vosotros. Y si tengo los ojos rasgados como los nacidos en algún país de Extremo Oriente es porque me gané el derecho a declararme hija de todas las razas y súbdita de la piel. Porque cuando salí de Cuba… Ay, negra.