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Historia

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Malinche, la «relatora» de dos mundos

Una película de Gonzalo Suárez recupera la figura de esta indígena, compañera y traductora de Hernán Cortés, y demuestra que sigue siendo relevante cuando España ha pasado de puntillas ante el v centenario de la llegada del conquistador a México

Una de las preciosas ilustraciones de Pablo Alaudell que dan vida a «El sueño de Malinche»
Una de las preciosas ilustraciones de Pablo Alaudell que dan vida a «El sueño de Malinche»larazon

Una película de Gonzalo Suárez recupera la figura de esta indígena, compañera y traductora de Hernán Cortés, y demuestra que sigue siendo relevante cuando España ha pasado de puntillas ante el v centenario de la llegada del conquistador a México

¿Simple esclava o hábil intermediaria? ¿Traidora o pionera del mestizaje? ¿Instrumento o protagonista? Es complicado acercarse a la figura de Malinche, una de las mujeres fundamentales de la historia de la conquista, sin enredarse en el perspectivismo. No hay visión de la época sin apriorismos y es fácil hacer de una indígena casada como prenda con un conquistador emblema de distintas banderas. Eso sí, más allá del sobeteo de su figura, queda una verdad en pie: Malinche, cinco siglos después, sigue siendo un personaje sumamente atractivo de aquel encuentro, traumático y decisivo, entre dos mundos. Fue, trayéndola a nuestro terreno, la «relatora» entre imperios. No solo el clima hostil, la dura y novedosa orografía, los insectos, las enfermedades y la logística entorpecían el paso de los castellanos por el Nuevo Mundo. Tanto o más importante era la imposibilidad de entenderse con los nativos, por lo que un traductor era oro molido. El mismo día del Descubrimiento, Colón ya se enfrentó a este problema y aportó la primera solución: «Yo plaziendo Nuestro Señor levaré de aquí al tiempo de mi partida seis [indígenas] a Vuestras Altezas para que deprendan fablar». Seis nativos que fueron bautizados y cristianizados por los propios reyes, los primeros intérpretes de Indias. Pero, en cada nueva tierra descubierta, sobrevenía el mismo problema.

Para Cortés y los suyos (11 embarcaciones, 600 hombres y 16 caballos), aquella tierra en la que desembarcaron, cerca de Veracruz, hace exactamente cinco siglos era un lugar ignoto con numerosas lenguas y dialectos. Aunque prácticamente desde Tabasco hasta Tenochitlán, epicentro del poder azteca, contaron primero con la traducción de Malinche y después con su trabajo de mediación. Pero, ¿quién era y de dónde surgió esta mujer? Bernal Díaz del Castillo, lo más parecido a un periodista que hubo en aquellos hechos, recuerda a Marina (el nombre cristiano de Malinche, que a su vez venía de Malitzin) como una mujer «entremetida y desenvuelta». Era, dice, «cacica e hija de grandes señores», pero sus padres la «dieron» a gentes de Tabasco cuando tuvieron un heredero varón, «y los de Tabasco a Cortés» después de una derrota. Malinche fue entregada junto a otras mujeres y se convirtió en la concubina del conquistador (con él tendría a Martín, uno de los primeros mestizos de México) y en una pieza política esencial. Del Castillo es bien categórico en esto: «Sin doña Marina no podríamos entender la lengua de Nueva España y México». Por su nacimiento en una zona fronteriza y su posterior desplazamiento, conocía el maya y el náhuatl. «Sabía la lengua de Guazacualco, que es la propia de México, y sabía la de Tabasco; como Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es toda una, entendíanse bien; y el Aguilar lo declaraba en castellano a Cortés: fue gran principio para nuestra conquista».Tan vital sería su papel político, más de consejera y secretaria que de mera traductora, que el conquistador Bernal Díaz del Castillo la ve como una persona con «mucho ser y que mandaba absolutamente entre los indios en toda Nueva España (...) Fue tan excelente mujer y buena lengua, a esta causa la traía siempre Cortés consigo». Así, Malinche tuvo un papel activo en una aventura que acabó con el derrocamiento de Moctezuma y la disolución del Imperio Azteca.

Una leyenda viva

La acción política cultural y exterior de España ha pasado de puntillas por el V centenario de la llegada de Cortés a México. «Es que allí es un tema complicado», adujo el ministro de Cultura, José Guirao, este mismo mes. Sin embargo, más allá de fastos oficiales, la leyenda de Malinche, Moctezuma y Cortés sigue viva en la creación artística. Un ejemplo inmejorable (por lo peculiar y casi desinteresado de la propuesta) es el filme «El sueño de Malinche», de Gonzalo Suárez.

«Mi obsesión era mostrar cómo la palabra en boca de una mujer condicionó de forma decisiva la relación con Moctezuma y la conquista de México», asegura el veterano director de «Remando al viento». Para ello, y a pesar de dos años de intensa documentación, ha optado por «poetizar» las crónicas indígenas y españolas en una película, de 40 minutos, narrada y dramatizada sobre más de un centenar de ilustraciones de Pablo Auladell, premio Nacional del Cómic en 2016 por su reinterpretación de «El paraíso perdido de Milton». Hacía tiempo que Suárez tenía en la cabeza a esta figura «mediadora», pero la obra no encontraba su lugar, su formato. «Empezamos la casa por el tejado, con una banda sonora (de Luis Mendo), sin saber qué clase de imágenes la sustentarían y sin posibilidad alguna de terminar el proyecto». Poco a poco se fueron añadiendo piezas: actores y técnicos que colaboraron desinteresadamente para la narración y los efectos de sonido. Sobre ese material ya conformado, trabajó Auladell. «Todo estaba ya grabado –recuerda para LA RAZÓN el ilustrador–. Gonzalo contactó conmigo tras ver mi trabajo de “El paraíso perdido”. Él tenía muchas dudas de cómo hacer la película, no acababa de verla en imagen real. La solución estaba en hacerla dibujada». No animada, matiza Auladell. Y es que en «El sueño de Malinche» los dibujos se muestran estáticos y en sucesión ante el espectador, resaltando el ideal de «poema en imágenes» querida por ambos. «Parece que para 40 minutos no sea mucho trabajo, pero es todo un mundo», asegura el dibujante, que ha tenido que «cogerle el aire a ese mundo azteca, al de los conquistadores, ponerme en ambiente, pero no hacer un trabajo puramente documental ni de búsqueda obsesiva de rigor».

Una visión poética

«Gonzalo ha convertido a Malinche en una heroína por su fascinación por ella en el sentido de la palabra. En la cinta subraya esa relación con la palabra y cómo ésta y la literatura estuvieron entre dos mundos. Es una visión poética de la persona», matiza Auladell. «Me gustaría que se viera con el estupor con el que descubrimos las pinturas prehistóricas en las paredes de una cueva», apunta Suárez, para quien «La aspiración es que “El sueño de Malinche’’ se convierta en un nexo entre españoles y mexicanos más allá de las disidencias históricas, pero sin eludir los aspectos cruentos». Es imposible que ambos países coordinen una acción conjunta respecto a las gestas de Cortés, que de hecho están pasando de puntillas frente a los fastos por el V centenario de la circunnavegación del mundo de Magallanes y Elcano. Con todo, iniciativas como la de Gonzalo Suárez, un director que ha tendido puentes con la historia y, especialmente, la literatura, nos acercan de forma creativa a un mundo, una época, ya desaparecidos pero muy presentes en lo que somos. «El sueño de Malinche», y la publicación del trabajo de Auladell en un volumen de la editorial Huerta Grande, invitan a explorar la ingente y olvidada literatura sobre la conquista que se generó en aquel tiempo, desde los códices indígenas que lamentaban el fin de una civilización al testimonio de primera mano de Bernal Díaz del Castillo: «Si no hablábamos de nosotros mismos, ¿quién lo haría? ¿Quién más asistió a nuestras gestas y batallas, fuera de las nubes del cielo y los pájaros que volaban sobre nuestras cabezas?». Palabras de soldado que hoy encuentran eco en la pantalla. Y han pasado cinco siglos, un mundo.