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Marcos Chicot: «La Grecia clásica es el origen de todo lo que somos»

El finalista del Planeta muestra cómo era aquella civilización en la que nació la democracia.
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El finalista del Planeta muestra cómo era aquella civilización en la que nació la democracia.
Marcos Chicot se ha convertido en el último finalista del Premio Planeta con una trama que transcurre en la Grecia clásica. «El asesinato de Sócrates», la obra con la que ha concurrido al galardón, es una mezcla de géneros, desde la novela histórica al thriller, todo ello con la intención de que el lector pueda conocer una de las etapas más apasionantes de la Historia.
–¿Volver al Premio Planeta era una asignatura pendiente?
–Era una asignatura pendiente el conseguir estar aquí. El Planeta es la mejor manera de llegar a más lectores con tu libro y tu mensaje. Lo intenté en su momento y, en parte, por lo agradable que fueron las palabras que tuvieron conmigo José Manuel Lara y Juan Eslava, me animé mucho y pensé en volverlo a intentar.
–¿Por qué tiene esta fascinación por la Grecia clásica?
–Es el origen de todo, de lo que somos. Es la cuna de nuestra civilización. Somos grecorromanos, pero antes somos grecos que romanos. El ver tus raíces, el ver de dónde surges y el hecho del surgimiento es lo que me fascina. Por ejemplo, si ves las esculturas arcaicas y piensas lo toscas que son, que lo puedes hacer tú mismo. Y, de repente, tiempo después, contemplas las esculturas egipcias y eso es la perfección, un nivel que no se alcanza hasta 2.000 años después en el Renacimiento. Esa perfección se alcanza no solo en escultura sino en arquitectura, música, pintura... Nace el teatro, la medicina con Hipócrates, la historia con Tufides y Erodoto. Es decir, nace todo. Me recuerda a la película «2001: una odisea en el espacio», a la escena inicial con todos los primates y de repente tocan el monolito, empezando a usar las herramientas para matarse entre ellos. Es una metáfora del toque divino, de la chispa con la que el hombre pasa de ser un simple animal a tener esas capacidades que luego utiliza para crear todo tipo de tecnología.
–¿Se puede establecer algún paralelismo entre el nacimiento de la democracia y, por ejemplo, la situación política que estamos viviendo?
–Era la democracia más pura en la que todos votaban. Lo demuestra el hecho de que eran 30.000 ó 40.000 ciudadanos y a todos se les convocaba en asamblea. Lo que votaban es lo que salía. En realidad, no era así. Como dice Eurípides en un momento de la novela, la democracia es dictadura de los demagogos. Al final cuando uno muy convincente convence a unos cuantos, que es lo que desgraciadamente pasó una y otra vez, ocurrían los horrores. En ese sentido, lo que se ve es cómo los defectos del hombre, no las virtudes, se ponen de manifiesto en la política. Como se cuenta en la novela, casi que los hombres con mayor capacidad de generar pasiones negativas, de incendiar el lado más animal del ser humano, esos son los que tienen más posibilidad de prosperar en política. Eso ocurría entonces muy a menudo en aquella época. Ese absurdo quería mostrarlo en la novela.
–Eslava Galán hablaba del gran trabajo de documentación que se percibe en su novela. ¿Cómo ha sido esa labor?
–Utilizo más de 50.000 páginas de documentación, lo que me ha dejado un documento de word con 800 páginas de notas. Aparte he usado los años de documentación de mis novelas históricas anteriores y mi etapa cursando la carrera de Filosofía. Quería que Grecia no fuera un decorado, que estuviera todo lo que fuera importante, pero metiéndolo en la trama.
–¿Su Sócrates es el real o el hipotético en su obra?
–Hacer esta novela ha sido como escribir una tesis doctoral sobre Sócrates, reconstruyendo todos los elementos de su vida. Me he leído todas las fuentes para comprenderlo.