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Maria Callas, siete veces muerta

La artista serbia tenía sobre la mesa el proyecto de rodar un filme titulado “Las siete muertes de Maria Callas”, formado por pequeños vídeos de menos de diez minutos dirigidos por cineastas del prestigio de Polanski, Iñárritu o Yorgos Lanthimos.
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La artista serbia tenía sobre la mesa el proyecto de rodar un filme titulado “Las siete muertes de Maria Callas”, formado por pequeños vídeos de menos de diez minutos dirigidos por cineastas del prestigio de Polanski, Iñárritu o Yorgos Lanthimos.
Las tragedias en la ópera son una constante. Heroínas que mueren por enfermedad, a manos de un amante irascible o después de hundir un cuchillo en su pecho, las hay. También, no se crean, obras divertidísimas, desternillantes y con felicísimo final, pero si quien está detrás del proyecto es Marina Abramovic tengan por seguro que el «the end» azuloscurocasinegro va a ser el protagonista.
La artista serbia, que es inquieta por naturaleza y se reinventa cada pocos meses, tenía sobre la mesa el proyecto de rodar un filme titulado «Las siete muertes de Maria Callas», formado por pequeños vídeos de menos de diez minutos dirigidos por cineastas del prestigio de Polanski, Iñárritu o Yorgos Lanthimos sobre mujeres inolvidables tales como Violeta Valéry, Desdémona, Tosca o Lucia. Con ese cartel imposible no sumarse al proyecto.
Sin embargo, no sabemos si las agendas de algunos de los directores elegidos, ahora mismo en la cresta de la ola (léase el oscarizado Iñárritu y el laureado Lanthimos), han obligado a la creadora a trocar la película en ópera y así estrenará con el mismo título e idéntico planteamiento en la Ópera de Munich cuatro funciones, del 11 al 17 de abril en las que tendrá una presencia importante Willem Dafoe, actor que ya dejó su imborrable y soberbia huella en la durísima «Vida y muerte de Marina Abramovic» (ella se enfrentaba a su propio espejo, a sí misma, y a su vida llena de angustia y miedos), estrenada en el Teatro Real de Madrid en abril de 2012 y en la que la propia artista participará. También lo harán Whitney Morrison, Leah Hawkins, Adela Zaharia, Selene Zanetti, Gabriella Reyes y Hera Hyesang Park en las pieles de Carmen, Violetta (de «La traviata), Desdémona (de Otello), Lucia (de «Lucia di Lammermoor), Cio-Cio San (de «Madama Butterfly» o Tosca (Tosca).
Paralelismos entre la vida de la soprano griega y la de creadora serbia no faltan, aunque en esta última hayan sido llevados al límite por ella misma en sus «performances» extremas. Callas representaba la vida que muchas mujeres deseaban de puertas hacia afuera: el público la adoraba, era venerada por poseer una voz única, aunque en la intimidad de su alcoba Maria, la griega, era una mujer infeliz, sufridora, que amó bastante más que fue amada. Marina –solo una «n» separa ambos nombres– no ha mostrado el menor reparo a la hora de hablar de una vida angustiosa, de una madre que la abofeteaba y la castigaba a permanecer en el interior de un armario, de una vida oscura, de una existencia lúgubre y fría.
Ella ha transitado por el filo de la navaja en muchas ocasiones, se ha dejado cortar la piel y tocar por extraños, ha acarreado enormes esqueletos y se ha sentado con seres anónimos a los que ha aguantado la mirada en un museo en Nueva York. Nadie mejor que ella para morirse siete veces, aunque no se muera siempre ella, una creadora que acaba de ser tachada de satánica en Polonia, donde dicen que su instalación «The Cleaner» adora al diablo.

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