París, entre la sofisticación de Balenciaga y los años veinte flúor de Arora
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La sofisticada colección de Alexander Wang para Balenciaga ve la luz el mismo día en que Manish Arora soñó con unos fluorescentes años veinte
Estructurada a la vez que ligera, la sofisticada colección de Alexander Wang para Balenciaga ha visto la luz el mismo día en que el diseñador indio Manish Arora soñó con unos fluorescentes años veinte, en la Semana de la Moda de París.
Alexander Wang espera una primavera de flores pétreas, faldas con vuelo inmóvil, pinzas circulares alrededor de la cadera y volantes en la pernera del pantalón.
Su segunda colección para Balenciaga ha desprendido seguridad, como los modelos trenzados que han abierto el desfile -con faldas y pantalones, casi deportivos, de cintura alta, combinados con "tops"o cazadoras estructuradas-, y ligereza, como los sofisticados vestidos camiseros.
El modisto californiano de raíces taiwanesas se divirtió con los cuellos barco, las perforaciones y las superposiciones: la minifalda se impuso sobre una más larga de tubo o un "short", al igual que la gasa veló un vestido para darle ilusión de continuidad.
La americana se hizo sofisticación gracias a una hilera de pequeños botones y a unas finas solapas que imaginaron vestidos cortos de verano aptos para las noches de etiqueta.
Una brisa oriental atravesó las mangas quimono y los cuellos cerrados, mientras que una eclosión romántica floreció en cócteles con volantes paralelos y simétricos.
El sustituto de Nicolas Ghesquière se mantuvo en la dulzura de los tonos pastel y los neutros, a los que añadió una ligera pincelada violeta.
Los estampados geométricos y de naturaleza muerta se integraron a la perfección en una colección severa, juvenil por momentos, y exquisita.
El vientre quedó al descubierto y los hombros se convirtieron en un foco de atención, en estos diseños frescos de líneas depuradas de la casa fundada por el guipuzcoano Cristóbal Balenciaga.
Wang supo moverse entre lo aéreo y lo terrenal, lo extremadamente corto y las faldas con vuelo por debajo de la rodilla, las cazadoras "bomber"y las mangas ligeras y volátiles, en esta su primera primavera-verano en Balenciaga.
Los locos años veinte se tiñeron de colores fluorescentes, chispas doradas y pedrería de resina, bajo la mente creativa de Manish Arora.
El diseñador se sumergió en una época omnipresente en París y la abarcó desde la reivindicación de la figura de Josephine Baker, bailarina afroamericana que triunfó en Estados Unidos y en Francia, y el homenaje a Amelia Earhart, la primera mujer aviadora que atravesó el Atlántico.
Los plátanos de la icónica falda de Baker se transformaron en joyas, al igual que otras frutas como las piñas o los racimos de uva, y el espíritu aventurero de la pionera piloto se plasmó en mochilas, omnipresentes en una colección muy deportiva.
Los flecos, que hace casi un siglo se movían al ritmo del Charlestón, se construyeron con abalorios en fucsia, naranja, amarillo o blanco, o con cadenas en oro viejo.
Arora tradujo la despreocupación de las noches de fiesta del Gran Gatbsy en una paleta de color explosiva enamorada de los contrastes, las lentejuelas y los estampados geométricos desfigurados que evocaron la obra del artista húngaro, Victor Vasarely.
Las faldas se cruzaron en la parte delantera, se deslizaron por pliegues ligeros o se sobrepusieron a capas de lunares.
El calendario ha querido que la casa Paco Rabanne, de la que Manish Arora fue director creativo hasta mayo de 2012, presentase hoy la primera colección de su nuevo diseñador, Julien Dossena, quien se curtió en Balenciaga.
Los minivestidos de corte serio, el monocolor de los neutros, los cuellos mao revisitados o las tiras que abrazan la cintura fueron algunas de las propuestas de quien ha tomado el relevo de Lydia Maurer.