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Morrissey, las vidas del artista incomprendido

La editorial Malpaso publica las deslenguadas y esperadas memorias de quien fuera líder de The Smiths, un libro en el que recorre su vida y carrera, además de ajustar cuentas con sus muy personales enemigos íntimos.

Morrissey, las vidas del artista incomprendido
Morrissey, las vidas del artista incomprendidolarazon

La editorial Malpaso publica las deslenguadas y esperadas memorias de quien fuera líder de The Smiths, un libro en el que recorre su vida y carrera, además de ajustar cuentas con sus muy personales enemigos íntimos.

Han pasado tres años desde que Penguin Classics publicara en su colección de clásicos, la misma en la que está el más valioso canon literario de todos tiempos con Joyce, Kafka, Poe, Brönte o Baudelaire, las memorias de Steven Patrick Morrissey, conocido para la historia de la música por su apellido. Nombre de culto, la aparición del libro fue todo un acontecimiento porque Morrissey demostraba, si alguien lo había dudado alguna vez, que no tiene pelos en la lengua, a quien le gusta hablar claro, especialmente de sí mismo y, sobre todo, Morrissey quiso demostrar que huele a clásico, algo que reivindica sin dudar ni un solo minuto. Ahora, tres años más tarde, aparece, por fin en nuestro país, «Autobiografía», una obra fundamental para entender una parte de nuestro tiempo musical más reciente de la mano de Malpaso.

Lo que nos propone Morrissey es una completa mirada a su vida, todo ello planteado desde varias secciones. En la primera podemos viajar hasta la infancia y adolescencia del músico en Mánchester. El libro se inicia con un magnífico retrato de esa zona de Gran Bretaña: «Mi infancia era una calle y otra calle y otra calle y otra calle. Calles que te definen y calles que te confinan; ni rastro de carretera, autovía o autopista alguna. Más allá se esconde el bálsamo de la campiña para los días sin horas en que amainan las tormentas y tormentos y nos dan la oportunidad de andar entre quienes viven rodeados de espacio y ven nuestra aparición como un suplicio». Era un tiempo gris, con aparentemente pocas posibilidades de salir adelante. Sin embargo, Morrissey sí tiene suerte con sus padres: «Papá juega en la liga amateur de fútbol y es muy de la broma, de mi madre no se puede decir lo mismo, pero su glamur detiene el tráfico cada vez que me lleva al colegio. Los piropos nos persiguen cuando recorremos Hulme, dejando atrás la escrupulosa BBC, donde Billy Fury y los Beatles han tocado, y también el hipódromo de Hulme, donde madre trabajará durante algún tiempo (una sala de cócteles y glamurosas especulaciones)».

Conciertos decisivos

En esa ciudad asiste a conciertos decisivos en la construcción de su futura carrera, de su manera de comprender la música, como las actuaciones de Marc Bolan –que le niega un autógrafo– o de los Sex Pistols, «el primer grupo británico cuya importancia social parece ser reconocida al instante y cuyo éxito inmediato es un estimulante motivo al que asistir», sin olvidarse de la presencia de Paul Morley e Ian Curtis, «ambos listos para ser Elvis, ambos listos para hacer una crónica de la época».

Pero si «Autobiografía» fuera solamente un paseo por Mánchester, probablemente el lector quedaría algo decepcionado. Morrissey ofrece más, mucho más, porque también nos permite conocer la vida, pasión y muerte de The Smiths, la formación que lideró y que se convirtió en el nombre de referencia del sonido «indie». El encuentro con el guitarrista Johnny Marr fue, en este sentido, todo un acontecimiento: «En 1982, Johnny aparece en King’s Road con su tupé impecable y casi arrastrado por el entusiasmo de hacer música que importe algo. (...) Johnny desespera ante el estado de las cosas y quiere cambiarlo, aunque después de tanto galleo y osadía su grupo favorito sea Pentangle». Ambos tienen un mismo sueño y es el de crear una banda. Es Morrissey quien la bautiza con el nombre con el que pasarán a la historia: The Smiths. Hay motivo, porque, según el músico, «me llama la atención que el Smiths carezca de cualquier asociación establecida de valor por sí mismo, aunque puede prestarse a la puesta en escena de prácticamente cualquier estilo de música inimaginable. Sonaba a nombre atemporal, poco susceptible de envejecer y poco susceptible de adherirse a movimientos pasajeros».

Pese al éxito y el reconocimiento que consigue la formación, Morrissey no se sentía cómodo. De todo ello se empieza a dar cuenta cuando Mick Jagger acude a un concierto de la banda en Nueva York. Pero al autor de «Autobiografía» le deja totalmente indiferente que el líder de Rolling Stones se interese por su música porque, «por aquel entonces, comprendía que era yo un ser (que no nos atreveremos a llamar “persona”) difícil de soportar para mucha gente. Como cantante de los Smiths, consagré todos mis esfuerzos a la convicción y puse en cada una de las canciones todo mi ser».

En el libro, en el que Morrissey estuvo trabajando durante casi una década poniendo y quitando prosa, perfilando con cuidado y mimo cada una de las palabras que luego aparecerían impresas, hay mucho de ajuste de cuentas, de no querer perdonar a los que acabaron con su paciencia. En este sentido, uno de los episodios más sonados fue el llamado juicio de los Smiths, en 1996, y que hizo que el batería del grupo, Mike Joyce, se quedara con un 25 por ciento de los beneficios: «Joyce, dispensado de todas sus obligaciones de adulto en su pasado Smith, y sus leguleyos profesionales se preguntaron qué podían rapiñar de donde ya no quedaba nada. Con astucia ladina, dio orden a un despliegue de abogados (la mayoría de los cuales desapareció tras unos meses de fingido interés) de que me acosasen en domicilios que yo había dejado hacía mucho, con la esperanza de alegar evasión por mi parte y cautela legal por la suya. Funcionó».

Detalles jugosos

Son increíbles las páginas en las que Morrissey nos invita a acompañarlo en el tribunal, aportando detalles jugosos, como el retrato de John Weeks, el magistrado que se encargó de dictar sentencia y a quien define como «el pelagatos número uno». Tampoco deja en muy buen lugar a los medios de comunicación encargados de la cobertura del caso, apuntando siempre hacia Morrissey.

Al músico no le gustó nunca lo que pasó en la corte viendo detrás de la sentencia intereses ocultos: «Tal vez Joyce no le dé gracias a Dios, pero tiene mucho que agradecer a John Weeks, ya que fue él quien exhumó los cajones llenos de telarañas del siglo XIX para dar sentido a un caso que no ganó Joyce por sí mismo, sino que se le puso en bandeja. Sin aquella ley anacrónica, el caso se habría venido abajo segundos después de que Joyce abriese la boca».

Morrissey hace recuento de todo, desde sus líos con una industria que conoce al detalle hasta de su propia y encantadora persona. «Autobiografía» no solamente es un libro escrito para los seguidores, de quien fuera voz de The Smiths, sino que debería ser de lectura obligatoria para quienes les gusta la sinceridad y la buena música, algo que no es poco.