Bodas de fígaro: Un plato fuerte bien servido
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De Mozart. Voces: L. Meachem, C. Remigio, S. Orfila, K. Tretyakova, C. Mouriz, M. Rodríguez Cusí, V.o Lanchas... Orq. y Coro de la Comunidad de Madrid. Dir. musical: Yi Chen Lin. Dir. de escena: Giorgio Ferrara. Teatro San Lorenzo de El Escorial. 20-VII-2017.
Corría el año 1998 y Gustavo Villapalos, consejero de la Comunidad de Madrid, declaraba que se iba a hacer un Salzburgo en El Escorial. Cierto es que sin ambiciones no surgen proyectos importantes, pero hay que pisar la tierra. Lo recordaba en el plato fuerte del presente festival, «Bodas de Fígaro», viniéndome a la memoria una lejana representación que tuve la fortuna de presenciar en Salzburgo en 1972 con Karajan, la Filarmónica de Viena y un reparto espectacular, que incluía a Berganza como Cherubino. Luego llegarían muchas más en la ciudad del Salzag. En El Escorial se puso la primera piedra en el 2000 para inaugurarse en 2006. Once años después suben a su escenario las «Bodas» y, naturalmente, sin Karajan, pero tampoco con alguien de relevancia hoy equiparable. «La vida es sueño» y el Festival de El Escorial no tiene nada que ver con Salzburgo, porque no podía tenerlo.
Sin embargo, volviendo a la realidad, la directora china Yi Chen Lin ofreció una lectura musical muy estimable, sacando todo el provecho posible a los conjuntos de la ORCAM y manteniendo vivas las tres horas de música, apoyada por una puesta en escena bastante minimalista, con telones pintados, pero con un muy acertado movimiento escénico. Los intérpretes respondieron bien a sus personajes tanto vocal como escénicamente. En esta combinación radicaron el indudable triunfo de la representación y los comentarios laudatorios del público, que quedó más que satisfecho. En cierto modo fue justo lo contrario al «Trovador» de Verdi que un día después se ofreció en pantallas desde el Liceo para mil y una plazas españolas. Fue, como espectáculo, una parodia de la ópera a la antigua. Algo muerto frente a la frescura del espectáculo escurialense.
Extraordinaria labor de Simón Orfila, en un papel que se ajusta a la perfección a su voz y en una de las mejores actuaciones que le recuerdo, por gracia y salero como Fígaro. Muy bien también la Susana de Katerina Tretyakova, ovacionadísima al final, con una bella voz y musicalidad. Carmela Remigio mostró alguna desigualdad y no siempre una perfecta afinación como la Condesa, pero aportó tablas. Muy acertado escénicamente el Cherubino de Clara Mouriz. Notable el Conde del barítono americano Lucas Meachem aunque, poseedor de un caudal notable, en ocasiones lo ocultase. El resto del reparto cooperó a lograr una homogeneidad que es imprescindible en este tipo de repertorio. Dentro de la modestia presupuestaria del festival, un acierto programático, que será compartido por la Quincena donostiarra el mes próximo. El día 28 subirá al escenario pequeño el «Tenorio» de Tomás Marco.