«La Voz» siempre vuelve a casa por Navidad
Cuando se cumplen 99 años desde su nacimiento, se edita «Sinatra: London», un recorrido de su paso por la capital inglesa en diferentes épocas
La Navidad es turrón, aseo de conciencia, corbatas, omeprazol e incongruentes excesos. Y también es Frank Sinatra. La industria del disco, siempre atento a la nostalgia, encuentra en estas fechas motivos para regresar a «La Voz», un hombre y un artista incomparable, cuya música es una banda sonora perfecta en estos tiempos de búsqueda de confort. Cuesta encontrar una Navidad sin algo nuevo de Sinatra. Lo de ahora es «Sinatra: London», una fastuosa caja de tres discos y un DVD que incluye el paso del artista por la capital inglesa durante varios momentos de su carrera. Aparecen aquí 50 grabaciones inéditas con material de las sesiones de grabación del disco «Sinatra Sings Great Songs From Great Britain», un álbum publicado en 1962 y que en su día sólo salió en el mercado europeo. También se incluye el especial que grabó para la BBC «Light Programme» con sus correspondientes comentarios, más otra sesión en directo para la misma cadena de 1953 y un concierto de 1984 en el Royal Albert Hall. La caja se completa con un DVD con actuaciones inéditas grabadas en 1962, también en el Royal Albert Hall.
Un sonido para cada estado de ánimo
Naturalmente, la caja ofrece otros extras que harán las delicias de los más mitómanos y provocará miserias en los bolsillos. Así, la edición contiene un libreto de 60 páginas con un texto impecable del productor, arreglista y compositor Ken Barnes, testigo de las sesiones de «Sinatra Sings Great Songs From Great Britain». En las páginas también aparece un buen número de excelentes fotografías del artista por las calles de Londres y en el estudio de grabación. La presentación se completa con dos láminas que reproducen los carteles originales de los conciertos de Londres y de las sesiones de grabación del disco londinense. Lo cierto es que la música de Sinatra siempre fue profundamente evocadora. Una imagen idílica de la Navidad parece recurrente: familia, chimenea, perro a los pies de la butaca y una canción del gran Sinatra sonando al fondo. Toda una ensoñación, en la mayoría de los casos. Siempre habrá un sonido de Sinatra para cada estado de ánimo por estas fechas. Si el cuerpo está de alegrías, aparecerá el hombre de Hoboken cantando «Songs for Swingin’ Lovers» y ese vital «You Make Me Feel So Young» con el que arranca. Si el corazón está de retiro melancólico, nada mejor que acudir a su «In the Wee Small Hours». Y si se pretende entregar devoción a la época concreta siempre podremos pinchar «Christmas Songs by Sinatra», uno de los mejores discos navideños jamás grabados.
Entre todas las recomendaciones también cabe incluir ahora este «Sinatra: London». En aquellos primeros años de la década de los 60, Sinatra estaba en la cima del mundo. Acababa de cerrar su gloriosa época de Capitol para cumplir su viejo sueño: fundar su sello propio, que se llamó Reprise, y conseguir así su total independencia y libertad. Se lo podía permitir. Por entonces, ganaba 20 millones de dólares al año por una actividad que incluía de todo: discos, conciertos, inversiones inmobiliarias, participaciones en empresas y otras cosas. Entre éstas últimas, aparecía su relación con la mafia, claro. Pero, como una vez le dijo su abnegada mujer, Bárbara: «Entre lo que gastas y lo que prestas, seguirás trabajando toda tu vida».
Sinatra, amante de los retos, viajó a Londres en 1962 para encontrarse con otro tipo de público. Y la respuesta fue tan entusiasta o más que en Estados Unidos. Los conciertos del Royal Albert Hall así lo confirmaron. Ahí se ve a un Sinatra completamente suelto, dominador de la escena y con una clase absolutamente brutal. Hacía lo que quería con su voz mientras hechizaba a la audiencia. Aquí el reto estaba en presentarse con una banda básica, de seis componentes, y lo bordaba. Sinatra lograba que cada espectador sintiera que sólo cantaba para él maravillas como «London by Night» o «The Very Thought of You» o «We’ll Meet Again». El propio Sinatra era consciente de cuál era su secreto: «Consigo que el público se emocione con cada canción porque yo también me emociono. No lo hago deliberadamente. No puedo evitarlo. Si la canción es un lamento por un amor perdido, siento un vuelco en el estómago, siento la pérdida como propia y expreso la soledad y el dolor que yo mismo sufro. Y nadie es más feliz que yo cuando canta sobre un amor recuperado y duradero».
De esto último suele tratar la Navidad, el postrero intento del año por ser felices. Y pocas cosas limpian tanto el espíritu como una buena canción de Mr. Frank.