Selvático Animal

Sole Giménez: «La música sigue siendo elegida por mentes masculinas»

La cantante, que esta semana hace doblete en Madrid (Recoletos Jazz), reflexiona sobre su carrera y una industria musical que tacha de masculinizada y edadista

Sole Giménez.
La cantante Sole Giménez.Gonzalo Pérez La Razón

Durante un cuarto de siglo fue la voz bellísima de Presuntos Implicados, que ha dejado algunas canciones que figuran entre la mejor producción del pop español de los últimos 35 años, como «Alma de blues» y «Cómo hemos cambiado». Pero son ya dos décadas el tiempo que Sole Giménez (París, 1963) lleva defendiendo discos con su solo nombre. ¿El público la reconoce ya como una solista o la siguen viendo como la ex cantante del grupo que le dio éxito profesional y popularidad? «Depende de qué público –reflexiona–. Hay gente que ha tenido a bien acercarse a lo que he hecho en los últimos años y otra que se ha desligado y me ubica mucho en el grupo, y que es desconocedora del trabajo que he hecho como solista. Pero –desdramatiza– eso es algo normal». En cualquier caso, se siente más satisfecha de su andadura en solitario: «Aparte de que tiene más de mí, el esfuerzo que ha supuesto ha sido un “tour de force”. Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Y lo he hecho con compañía, pero no una compañía con tanta fuerza, y entonces el mérito es mayor». Las cifras constatan que Sole no ha perdido el tiempo: once discos con Presuntos y otros tantos en solitario. Pero, ¿lo ha aprovechado tanto como le habría gustado? ¿Qué cosas ha sacrificado y qué otras han quedado por hacer? «Menuda pregunta para una Piscis dubitativa como soy yo, jajaja. Iba a disco por año, parecía Woody Allen haciendo películas. Creo que sí he aprovechado bastante bien el tiempo, tanto en Presuntos como en mi carrera de solista. ¿Cosas que me quedan por hacer? Muchísimas. También te digo que me habría gustado que se me diera más la oportunidad en el mundo del jazz, en los festivales, porque es un hábitat en el que disfruto muchísimo. Pero es muy complicado si no eres americana y jovencita y yo qué sé. Y tienes más talento que yo, seguramente. Me hubiera gustado que mi carrera internacional estuviera más clara y hubiera tenido más continuidad. La tengo, pero a poquito. Y eso es algo que sin una compañía grande es complicado, y yo enseguida salí de las compañías grandes y de los grandes presupuestos. Y me hubiera gustado que la gente de la industria confiara más en mí, la verdad». ¿Cree entonces que no se le ha hecho la suficiente justicia, se siente maltratada por la industria? «Es que la industria, en estos últimos 15 o 18 años en los que he podido hacer mi carrera como solista, ha tenido una crisis tremenda. Y ha salido de ella apostando, como siempre, por lo más joven. A mí me sorprende muchísimo que en este país no haya una radio en la que puedan sonar Joan Manuel Serrat o Jorge Drexler. No hay radios para gente que llevamos más tiempo, para música adulta. Hay alguna emisora que empieza a poner música de los 80, pero prima la de fuera. El caso es que sacas un disco y apenas tienes posibilidad de promocionarlo. Eso nos ocurre a todos, no a unos pocos. Y vamos a poner un añadido más –remata–, que es ser mujer».

Mujeres sin contrato

Le pregunto si en verdad cree que influye el género en su profesión, ya que hay numerosas estrellas femeninas de la canción, tanto internacionales como nacionales, pero ella no tiene ninguna duda: «Dentro de la industria te aseguro que pesa, y mucho. Es evidente. ¿Ana Belén, Luz Casal? Sí, pero dime diez nombres. La inmensa mayoría de las mujeres que estamos en la música no tenemos contrato discográfico. Existen excepciones, claro, pero en hombres hay muchas más carreras, visibilidad y posibilidades. Conozco muy pocas artistas internacionales de más de 60 años que estén girando. Madonna. Hay que hacer una reflexión sobre esto –enfatiza–. ¿Por qué una niña que empieza a tocar la guitarra, llega un momento en que lo deja? Pues, a lo mejor, porque el ámbito es muy masculino y ellas se sienten un poco en minoría, no tienen referentes». Y denuncia también un vacío femenino en la parte técnica, en la trastienda: «Llevo 41 años en la música y no hay músicos mujeres, ni productoras. No hay ingenieros mujeres, todos los técnicos son hombres. Todos. La industria es así. Y en las grandes compañías, las mujeres ocupan los puestos que ocupan. Ahora empiezan a llegar un poco, pero la música, en su mayoría, sigue siendo elegida por mentes masculinas. El fenómeno fan es principalmente femenino, de mujeres a hombres, y eso la industria lo sabe desde hace muchísimos años y es una apuesta segura. Cuando sale un artista hombre, guapo, saben que va a tener más éxito». Aclara aquí que no pretende demonizar, sino concienciar: «No creo que digan “si es mujer no la quiero”, no te hablo de culpabilizar a nadie. Yo no culpabilizo más que a la costumbre, la tradición y a la historia que nos precede. Y hay que tomar conciencia de lo que hay para cambiarla. Veo que la mujer sigue estando de cantante, de escaparate, y falta mucha representación femenina en la parte de atrás. Hay un claro desequilibrio», concluye. A su juicio, ¿qué medidas debería tomar el Ministerio de Cultura respecto a la música española? «Poner una emisora de radio y televisión donde se hablase y promocionase la música española. Pero no la antigua, ni sólo la que les gusta a los niños de 15 años, sino toda. Y que la gente que hace un disco en este país tuviera un canal donde pudiera sonar, más allá de lo que mueva la industria».

Sole es también autora. ¿Qué opina sobre la corrección política y la cultura de la cancelación? «Hay letras del reguetón que me ofenden muchísimo, pero me aguanto. Y lo de revisar obras artísticas me parece una estupidez tan grande… Pero estamos en un mundo en el que se están cometiendo bastantes estupideces. La historia es la historia. Evidentemente, hay que quitar cosas de la historia que no estaban bien, como calles dedicadas a dictadores, pero hay otras cosas, como una película o una canción, que hay que entenderlas en su contexto. No te puedes ofender ahora por una canción que hicieron Los Ronaldos, porque aquel era un contexto muy diferente. Me puede ofender algo que pase hoy en día. Pero hay problemas enormes en este mundo que hay que solucionar, y no son esos. Tanta gente pasándolo mal... Mi energía quiero ponerla en positivo, no en negativo».

NO TAN SOLA

Por Javier Menéndez Flores

Sole solo sale sola en apariencia. Cuando pisa un escenario, quiero decir. En ese tiempo mágico, lo que dura el trayecto de una actuación, van con ella, entre otros tantos, Serrat, Víctor Manuel, Édith Piaf, Prince. El público no puede verlos, claro, pero ellos están ahí, en su cabeza y en su sangre a la carrera. Son esos los flotadores que te salvan el pellejo aun en la más fiera de las tormentas. En una de esas noches en la que los demonios se alían y los nervios se te clavan en el estómago igual que espuelas. Una gasolina de palabras y melodías que logra que el motor funcione y te conduzca, ilesa, a la otra orilla. Tal vez por ello, porque está fraguada con emociones y texturas diversas, la voz de Sole nos transporta tan lejos, mucho más allá de las canciones que brotan de su boca como una brisa.

La infancia huele a cruasanes recién hechos y a lirio de los valles, y entre el Campo de Marte y el cementerio del Père Lachaise todo el asfalto era orégano y cabía el universo entero. Y aprendió Sole a decir «amigo» y «ami» casi a la vez, y «bicicleta» y «vélo», y «maestro» y «maître». Y lo que nos ha sido inoculado en la niñez no desaparece jamás, por muchas lavadoras que pongas para decolorar los recuerdos.

Pero la tierra que te vio nacer es un amor para siempre, y a Soledad, la mujer de Rufino, cada centímetro de Yecla le quemaba las entrañas, por eso agarraron las maletas de cartón con el escasísimo ajuar, y a los párvulos Juan Luis y Sole, y volvieron a casa, donde las penas saben distintas y la alegría del paisaje hermano es ya un consuelo. Y que la Virgen del Castillo nos pille confesados.

Llegaron los ochenta con su ruido de rosas y su confeti a todas horas, primavera en vena tras el infinito invierno, y de Murcia a Valencia apenas media un paseo. Y fue allí, en la tierra de las naranjas y el fuego, donde comenzó a cobrar forma el sueño de vivir a cambio de cantar. Y la gloria, ¡bingo!, se presentó en los noventa. Y aunque había que repartir entre tres, salían las cuentas. Qué años aquellos, Sole. Qué verde era aquel valle y qué bello el solo acto de respirar. Y ahí están los discos y los premios y las giras para avalar que no fue un sueño. Por más que te pellizques, aquello, sí, ocurrió.

Pero no me preguntes cómo se pasa de ser presunto a reo, ni por qué donde antes había fraternidad y calma todo se vuelve de pronto frenético y oscuro. Solo que no hay mal que no se solvente con un puñetazo en la mesa y un portazo, por mucho que el vértigo no te quite la vista de encima. Y la nueva vida que comenzó con un ojalá anda ahora de celebración. Somos el producto de los pasos dados, Sole bien lo sabe. Y aunque es un enigma qué será lo que emocionará a los chavales del futuro, cuando suena el «Romance de Curro “El Palmo”» ella tiembla como una niña bajo la lluvia.

Sole solo sale sola en teoría. En escena, frente al público, su voz lleva el abrazo de unos cuantos inmortales. La vida empieza hoy, ahora, y mañana otra vez. Y así siempre. Que los heraldos negros frenen en seco, pues el camino por delante está soleado. Y no viajas sola.