«Tosca» bien, sin entrar en detalles
Crítica de ópera. De Puccini.. Voces: Ainhoa Arteta, Teodor Ilincai, Roberto Frontali, David Lagares, Valeriano Lanchas, Francisco Vas. Director de escena: Paco Azorín. Director musical: Miguel Ángel Gómez Martínez. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Coro mixto Easo y Easo Escolanía. Auditorio Kursaal. San Sebastian, 15 de agosto 2015.
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«¿Cómo te va? Bien, sin entrar en detalles», es saludo habitual en nuestro día a día actual y ya nos podemos dar con un canto en los dientes con tal respuesta. La frase resume lo que podría ser la valoración global de la única ópera escenografiada que se presenta este año en la veterana Quincena.
Sin embargo, no hay más remedio que entrar en los detalles. Paco Azorín hace su agosto este verano entre Donostia y Perelada. Realizada en coproducción con la Maestranza y el Liceo, donde se estrenó en 2014, esta «Tosca» ha tenido que ser remodelada en su tercer acto por la imposibilidad de llevar ese cuadro al escenario del Kursaal. Parece como si los directores de escena tengan la obligación de inventar para justificar su caché. Así, Claus Guth plantea un «Fidelio» en Salzburgo de imposible comprensión sin un curso previo de psicoanálisis y Azorín añade una cuadrilla de sublevados ayudando a Angelotti en su huida o acompañando a Tosca a subir a la supuesta azotea de Sant’Angelo y una cárcel en uno de los laterales de la cámara de Scarpia desde la que los prisioneros contemplan los lujuriosos deseos del barón y sus trágicas consecuencias. Sobran los dos últimos añadidos. Más valdría aplicar la cabeza a dotar de mayor credibilidad a los personajes de una de las óperas más teatrales que jamás se hayan escrito. Está bien recordar en la subtitulación que toda la acción transcurre en un solo día de junio de 1800 y habría estado mejor cuidar movimientos como los de Scarpia tratando de atraer hacia sí, tirando del manto, a una Floria tirada por el suelo.
Miguel Ángel Gómez Martínez saca lo mejor de la Orquesta de Euskadi, que suena francamente bien, respondiendo sin problemas a una dirección de tempos muy relajados, que busca el efecto dramático a cámara lenta. Ello es especialmente patente en el «Te Deum». Jamás se escucha con tal parsimonia pero el maestro siempre es fiel a partituras y metrónomos y seguro que sus razones tendrá. El problema es contar con un bajo-barítono capaz de sobrellevarlo. El mítico Giuseppe Taddei exclamó una vez al cantarlo así «¡Que difícil, pero qué bello!».
Roberto Frontali es posiblemente el más ajustado a su papel del trío protagonista, por caudal, timbre y empaque. Su Scarpia convence. Teodor Ilincai luce una voz potente, no exenta de belleza, de agudos brillantes en el «La vita mi costasse» o el «¡Vittoria!», pero aún tiene mucho que aprender en cuestión de fraseo, por más que intente, y a veces logre, apianar en momentos como «O dolci mani». Ainhoa Arteta debutó el papel en Bolonia hace poco más de un año. Se entiende la atracción de una artista como ella por un rol de las características de Tosca. Efectúa un trabajo muy meritorio, en cierto modo paralelo al de José Bros en su reciente «Don Carlo» escurialense. Ninguno de los dos tienen las voces estrictamente adecuadas para sendos personajes, pero se los trabajan. La de Arteta ha ganado mucho peso y proyección, es ahora una soprano lírica pero aún no posee toda la anchura de Tosca en el registro grave, siendo lo más obvio los cinco minutos finales de la obra, más recitados que cantados, solución a la que recurre en bastantes momentos. Bonito el concentrado y recreado «Vissi d’arte». Es buena artista y por eso saca el papel adelante con dignidad notable, pero no creo que en estos momentos de su carrera le haga bien a la voz prodigarse en este título. En el resto del reparto sobresalió el sonoro sacristán de Valeriano Lanchas y la Escolanía Easo.
El público aplaudió, ovacionó y aclamó con intensidad y duración, señal de que la ópera llega cuando se alcanza un buen nivel global. Los detalles son otra cosa.