Patrick Pound: el mundo es un puzle

El artista neozelandés debuta en España con "Fotografía y aire", una de las cinco muestras concebidas por Susan Bright, comisaria invitada de PhotoEspaña

Patrick Pound es un fotógrafo que no toma fotos. Mejor dicho, las toma, pero prefiere coleccionarlas. “Mis fotos mejoraron mucho cuando dejé de tomarlas y comencé a coleccionarlas”, bromea el artista neozelandés que inaugura hoy “Fotografía y aire” en el Museo Lázaro Galdiano. Se trata de una de las cinco muestras encargadas a la comisaria invitada de PhotoEspaña, Susan Bright. Y en esto, nuevamente, se trastocan los papeles: Bright eligió a Pound, pero su labor como comisaria prácticamente consistió en dejar la exposición en sus manos. Y es que el trabajo de este excéntrico coleccionista que concibe el mundo como un inmenso puzle es, justamente, encontrar las conexiones inesperadas entre una imagen y otra y formar con ellas una propuesta nueva.

“Ni siquiera sabía qué aspecto iba a tener la exposición. Había visto los planes, lo habíamos hablado, pero él tenía que idearla y yo confié en él, sabía que lo haría”, afirma Bright, que ha comisariado muestras en la Tate y la National Portrait Gallery, entre otras. Más allá de esa peculiar relación entre artista y comisario, la exposición se presenta casi como una habitación de curiosidades.

No solo la conforman imágenes de todo tipo –recortes de prensa antiguos o instantáneas compradas en mercadillos, por ejemplo– dispuestas en dos paredes enfrentadas, sino también objetos que interactúan con ellas, ya sea un avioncito de madera, un molde para hornear o una máscara de gas. Rodeadas de las fotos, casi envueltas por ellas, se pueden ver algunas obras que pertenecen al Lázaro Galdiano y que Pound eligió después de bucear en su base de datos. De ellas, merece la pena destacar dos: “Fiesta de toros en el aire”, de Isidro Carnicero y “Modo de volar”, de Goya.

El reto de Pound era capturar aquello que no se ve: el aire. Para hacerlo recurrió a su archivo de más de 30.000 fotos, a su creatividad y también a su sentido del humor. “La relación de algunas imágenes con la temática del aire es evidente -explica el artista mientras señala una fotografía en la que el viento despeina a una mujer- pero otras son como aquella palabra que te falta para completar el crucigrama, que te hace pensar un poco más”. Pone como ejemplo un fotograma de “Lo que el viento se llevó”, que forma parte de la muestra, y que, si no se conoce la película, será más difícil entender por qué está allí.

Para este artista afincado en Australia, y que debuta en Europa con esta muestra, esa es la clave: el juego de encajar todas las piezas. Por eso compra fotos de manera casi compulsiva. “Ayer pasé la noche comprando por internet y por las mañanas suelo visitar los mercadillos”, asegura y se pone la mano en el bolsillo del pantalón: “Ahora mismo estoy pujando por dos”, y ríe. “Mi trabajo trata al mundo como si de un puzle se tratara. Si tienes todas las piezas encontrarás la solución”, afirma. Aunque admite que para alcanzarla depende de la interacción del público con su obra: “Es el público el que debe terminar el puzle”. Y da una pista: “La solución siempre se encuentra en el título”.