Sección patrocinada por sección patrocinada

Papel

«Pertenencia», la palabra clave de un pueblo

El historiador Simon Schama presenta el segundo volumen de «Historia de los judíos» y explica por qué fue tan impactante la expulsión de España de esta comunidad

Simon Schama presentó ayer en el Hay Festival de Segovia su segundo volumen sobre la historia de los judíos
Simon Schama presentó ayer en el Hay Festival de Segovia su segundo volumen sobre la historia de los judíoslarazon

El historiador Simon Schama presenta el segundo volumen de «Historia de los judíos» y explica por qué fue tan impactante la expulsión de España de esta comunidad.

Simon Schama entra con una copa de vino y subiendo con soltura los peldaños de una escalera. El historiador viste con elegancia, pero de manera informal, como corresponde a un hombre que conoce las normas del espectáculo y acepta que la puesta en escena es una parte inherente de la divulgación. Un británico con aire ingles, algo que no tienen todos, que nada más pisar el escenario sonríe, se presenta a sí mismo y comienza a intereactuar con el público. Pronuncia, en castellano, una palabra «Pertenencia». Es el subtítulo del segundo volumen de «Historia de los judíos», que abarca desde 1492, la fecha de expulsión de esta comunidad por parte de los Reyes Católicos, hasta el siglo XX. «Segovia, como Cracovia, Londres, París, Córdoba, Granada, es un sitio donde los judíos intentaron encontrar su hogar, pero no se les permitió. Pertenecer al judaísmo y a la vez a Polonia, España o Rusia es algo que se les negó. Y una de las preguntas que conduce este trabajo es qué sucede cuando no puedes tener tu hogar». Simon Schama es un historiador atípico, que lee muchos libros, pero no cae en la tentación de acudir a los archivos, buscar lo documentación (algo que le han reprochado algunos especialistas), pero que, en cambio, es capaz de establecer una gran empatía con el lector a través de una destacada capacidad literaria. Un talento que muestra al describir una de las matanzas que sufrieron los judíos en Odesa, cuando las calles se llenaron primero de plumas, después con trozos de loza y vajillas y, por último, el cielo se tiñó con el fuego de las casas incendiadas. «Es algo que conocen bien los inmigrantes allí donde se encuentran».

Schama, una de las presencias más destacadas de las que han acudido al Hay Festival, gesticula sin parar, mientras se mueve de un lado a otro. «Para mis padres judíos no suponía ningún problema ser ingleses. Cuando acabó la guerra mundial comenzaron a surgir una serie de valores que despertaron de nuevo la beligerancia. Nació un nacionalismo tribal, apareció de nuevo esa cultura patética. Cuando elegí la palabra ''pertenencia'' es por una idea sencilla: la posibilidad de que alguien encuentre una casa nunca debe suponer un problema para nadie. Jamás entenderé esa necesidad de destruir los muebles de las casas de los vecinos. Aquí hablo de una larga historia que empieza en 1492, cuando una parte de los judíos tienen que marcharse, otros convertirse y otros deciden apostar por mantener una doble identidad: cristianos en apariencia, pero judíos practicantes en la intimidad. Ese fue el problema».

Doble identidad

Reconoce que España fue el último país de Europa en echar a los judíos. Mucho antes lo habían hecho los ingleses y los franceses, pero, el caso español poseía una característica notable que lo hacía muy especial: «Fue muy sonado, porque los judíos habían vivido en España desde mucho antes de que llegaran los cristianos. Llevaban viviendo en esta tierra desde los romanos, cuando no habían venido todavía los visigodos. Lo que sucedió en España y Portugal resultó un choque por eso», explica.

Schama aporta una de las posibles explicaciones de por qué ocurrió lo que ocurrió: «Hubo judíos que intentaron mantener sus dos identidades, por eso, la inquisición quiso separar a los cristianos falsos de los verdaderos. Decenas de miles de judíos se fueron de España. Primero a Portugal, porque la inquisición no llegó allí hasta 1536. En esos momentos, el lugar más seguro era la Turquía otomana, donde una persona podía vivir como judío o cristiano, no con los mismos derechos que un musulmán, pero sí protegido por la ley. Pero lo cierto es que muchos también acudieron a Londres, donde existía una comunidad secreta. Hubo persecución, incluso sufrieron secuestros con el fin de pedir rescates. Hoy en día, es imposible no pensar en los inmigrantes cuando se habla de los judíos».