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Pippi Calzaslargas, hija de madre soltera

El filme «Conociendo a Astrid» repasa la dura vida de la autora de la niña más rebelde y libre de la historia de la literatura juvenil. Tuvo que abandonar su pueblo al quedarse embarazada, se ganó la vida en Estocolmo y logró el éxito con una pelirroja que cuestionaba la moral estrecha de la Suecia de su tiempo.
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El filme «Conociendo a Astrid» repasa la dura vida de la autora de la niña más rebelde y libre de la historia de la literatura juvenil.
En 1974 comenzó a emitirse en la Televisión Española Pippi Calzaslargas, una serie que era más que un soplo de aire fresco en la programación de la época; fue un auténtico vendaval que pegó a las pantallas no solo a los niños, también a adolescentes y adultos, unos padres curiosos y desconcertados a los que había que soportar haciendo comentarios que manifestaban en voz alta la inquietud de que sus retoños tomaran como referente a aquella niña de 9 años rebelde e irreverente. Repetían los padres que una menor no podía vivir sola, que qué manera de comer era aquélla, que por qué lleva las coletas tiesas, o que menuda exageración cuando Pippi, que poseía una fuerza extraordinaria, mantenía a su caballo levantado sobre sus brazos. Algo parecido debieron de pensar los responsables de la censura, pues la serie tardó cinco años en estrenarse en nuestro país, pero en esta ocasión tenemos el consuelo de saber que pasó lo mismo en otros países, aunque en Suecia se estrenó en 1969.
Si se habla ahora de Pippi Calzaslargas con alguien que tenga alrededor de 40 años veremos que los ojos se abren de una forma especial y surgen palabras como estas: «Yo quería ser ella y hacer lo que me diera la gana en todo momento y vivir con un mono y ponerme calcetines diferentes». Muchos, también los chicos, lo resumen así: «Yo soñaba con ser Pippi», y hay quien, con menos pretensiones, se hubiera contentado con ser amigo o amiga suya, ser Tommy o Annika, los dos niños de su edad que asisten fascinados al estallido de diversión que supone estar con Pippi, que nunca se aburre y que es diferente hasta en la forma de dormir, con los pies en la almohada. Y si pensamos un poco en los adultos de entonces es curioso comprender ahora que muchos de ellos no estaban preparados para entender lo que representaba Pippi: imaginación y libertad.
«Exiliada» del pueblo
Estas son dos palabras esenciales en el magnífico recorrido por la vida de la autora que lleva a cabo la directora Pernille Fischer Christensen en «Conociendo a Astrid», que llega mañana a las pantallas españolas. En el filme vemos a una Astrid que se muestra siempre deseosa de contar historias fantásticas tanto si pasa por un momento feliz como por uno especialmente duro. No deja de hacerlo desde su infancia en Vimmerby, un pequeño pueblo rural donde su familia vivía y trabajaba para un próspero granjero. A los 18 años se convirtió en madre soltera, lo que la obligó a marcharse, primero al pueblo más cercano donde trabajó en un periódico local, y más tarde a Estocolmo, donde aprendió taquigrafía y comenzó a trabajar como secretaria. Astrid pagó su libertad con mucho dolor: había recibido una educación religiosa y ni su familia ni la rigidez de las normas sociales de la Suecia de entonces aprobaban ciertos comportamientos.
La actriz Alba August da vida a la escritora sueca. Nos hace sentir su dolor, su tristeza, su rabia y hasta el glacial frío nórdico nos cala hasta los huesos mientras admiramos la valentía y la fuerza de la protagonista. De Astrid Lindgren sabemos que es una de las autoras más conocidas del mundo, que se convirtió en una autora de éxito, que se han vendido millones de ejemplares de sus libros y que en 1958 recibió el Premio Hans Christian Andersen, considerado como el Nobel de la literatura infantil y juvenil. Pero aunque en esta película descubrimos las muchas dificultades de su juventud, no abarca el periodo de su madurez, en el que sufrió dos terribles pérdidas, la de su hija de siete años, para la que inventó el personaje de Pippi Langstrump cuando estaba enferma, y la de su hijo Larss, que murió a los 56 años.
Astrid falleció en 2002, con 95 y muchos libros escritos, además de la serie de Pippi que son tres: «Pippi Mediaslargas», «Pippi en los Mares del Sur» y «Pippi se embarca». Toda una serie de aventuras, como se merece una niña que de mayor quiere ser pirata como su padre y no deja de repetir a los que se preocupan por ella que «sabe cuidarse solita» y lo demuestra enfrentándose a los «matones» del colegio que molestan a sus amigos (ella «intenta» ir al colegio, pero tiene que desistir...) o hace huir atemorizados a los ladrones que van a robar en su casa. Pero Pippi no es como otros personajes infantiles que se encuentran en medio de los líos y los resuelven, ella los crea.
Cuando Astrid Lindgren envió su primer manuscrito a una editorial, al final señalaba con mucho humor su esperanza de «que no informasen a la Oficina de Protección del Menor». Sabía que Pippi era la primera protagonista-niña rebelde de la literatura y que a los ojos de los padres y pedagogos tradicionales resultaría «subversiva» porque hacía trizas el estereotipo de niña buena y educada. Lindgren no es uno de esos escritores de libros infantiles que hacen guiños a los adultos por encima de las cabezas de los niños. Ella pensaba, con un criterio lleno de lógica, que las historias para niños tienen que gustarles a ellos y no a sus padres. Por eso en los libros de Pippi valores como la limpieza y el orden no tienen importancia y hace una crítica contundente a la educación basada en las formas, que no mira el fondo de las personas y no sabe responder con argumentos a los porqués de los niños. Pero hay aspectos que los adultos no parecían valorar del personaje de Pippi: su sentido de la justicia, que la hace salir rápidamente en defensa de los débiles y su sinceridad cuando dice que siente no portarse bien o se disculpa por sus mentiras cuando está contando sus fantásticas aventuras.
Atrévete a saltar
Además de los libros de Pippi, que han gozado de una gran difusión gracias a la serie de televisión, Astrid Lindgren escribió muchos otros: «El gran detective Blomquist», «Los hermanos corazón de león», «Kati en América»... El filme sigue en algunas secuencias la vida de Astrid mientras lee las cartas que le escriben los niños para felicitarla por su cumpleaños. «Estás de parte de los niños, se nota que te gustamos», dice uno, «quiero ser alguien que nunca se rinde», dice otro. Y también cantan la canción que han compuesto para ella. «Vive tu vida, atrévete a saltar, no te la pierdas, salta, atrévete a saltar...». Una canción que podría haber inventado Pippi, y es que Astrid Lindgren está en esa pelirroja más que en ninguno de sus personajes y por eso en estos tiempos se ha convertido en una mujer inspiradora, fuerte y valiente, que nunca se rindió y se atrevió a saltar «de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz». Atrévete a saltar, atrévete a saltar...