Que me devuelvan a mi hijo
Lee Cronin debuta este viernes con «Bosque maldito», una cinta de terror que rescata la inquietante leyenda irlandesa de los niños cambiados
El aura esotérica de las inabarcables explanadas verdes de los campos irlandeses empapó pronto la mirada de un Oscar Wilde que creció entre las lecturas para jóvenes revolucionarios y las historias y leyendas populares que su madre escribía y recitaba. No es de extrañar que uno de los puntales literarios de la tierra de los Leprechauns desarrollara su infancia y parte de su adolescencia entre fantasmas y lamentos, y es que la cultura gaélica siempre ha configurado una impronta de lo más misteriosa que ha servido y sirve como fuente de inspiración creativa para numerosos artistas.
El último en dejarse llevar por la ritualidad de Irlanda ha sido el director de cine Lee Cronin quien, tras quedar maravillado con la rocambolesca noticia verídica de un hombre que mientras veía la tele sentado en su butaca del salón falleció al ser absorbido por un enorme e inesperado agujero que se abrió en el suelo de la casa y cuya aparición nunca pudo llegar a explicarse de forma racional, debuta con su primer largometraje «Bosque maldito». «Creo que no hay límites entre lo real y lo inexplicable y por eso las líneas que separan un concepto de otro pueden llegar a ser bastante confusas. Este hombre se hundió y no fue posible rescatarle. Algo que me parece surrealista. Pero lo cierto es que ocurrió. Se trata de un terreno borroso que me parece muy terrorífico. Igual si él hubiese decidido tumbarse en el sofá en vez de en la butaca estaría vivo todavía. Es inexplicable pero lo cierto es que pasó», indica el cineasta acerca del extraño suceso que ha servido como germen de este proyecto.
Un doloroso pasado
Otra de las influencias clave de este thriller psicológico que recoge el testigo de «Hereditary» es la leyenda irlandesa basada en la creencia que desarrollaban ciertos padres sobre que los hijos con discapacidades psicológicas o físicas no eran suyos. Que alguna extraña criatura les había reemplazado por otro niño o niña. Con estas bases del folclore celta da comienzo la historia de Sara O’Neil (interpretada por la actriz Seána Kerslake), una joven que escapa de su maltratador y el padre de su hijo Chris y se establece a las afueras de un pequeño pueblo de leñadores para huir de un doloroso y aberrante pasado. A escasos metros de su nuevo hogar, en un frondoso bosque, el pequeño Chris y Sara encuentran un misterioso cráter que guarda ciertas similitudes con el extraño agujero mencionado anteriormente que absorbió al señor de la butaca y que se transforma en el inicio de un infierno hasta el momento desconocido para ella.
Tiempo después de su llegada, Chris desaparece durante unas horas y tras una extraña reaparición empieza a experimentar una serie de cambios bruscos en el carácter y en la personalidad que le hacen sospechar a Sara de una posible suplantación. Un cambio que el director atribuye a la idiosincrasia represiva de los propios irlandeses: «La leyenda de los niños cambiados parte de una base de represión. Tradicionalmente el pueblo irlandés ha sido siempre un pueblo muy reprimido de modo que ¿qué hacen? Barrer las situaciones complicadas y guardarlas debajo de la alfombra para no verlas, para no tener que enfrentarse a ellas».
A través de unas inquietantes puestas en escena y con la ayuda de unas localizaciones de caminos infinitos que ayudan a arropar las situaciones de mayor tensión, Cronin consigue crear una cinta en la que el miedo es la base de las preguntas y la explicación de todas las respuestas; «la atracción por el dolor es parecida a esas personas a las que les gusta comer comida muy picante. Es un ejemplo un poco extraño, pero esa concentración de sangre te produce una sensación contradictoria de gusto, por mucho que pueda resultar desagradable. El horror puede servir para explicar muchas cosas que somos incapaces de entender y de ver», comenta. Un dolor que, en «Bosque maldito», acaba encendiendo la llama del recuerdo de una insólita leyenda.