Rafael Bonachela, el español que usted no conoce y es una estrella en la otra parte del mundo
El director artístico de la Sydney Dance Company en Sydney estrena en España una obra visceral y emocionante
Madrid Creada:
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Se mueve por ahí un meme que dice que «hay talento», que «solo hace falta apoyarlo»; y normalmente, se acompaña de vídeos o fotos que se mueven entre lo excéntrico y lo chorra. Pero lo de Rafael Bonachela (1972) no es ni una ni otra, sino cosa seria. Tiene talento, aunque es tarde para apoyarlo porque su sola figura ya es una institución.
Aquí, en España, su nombre suena de fondo, muy de fondo: hay uno que dice que le vio hace dos décadas, otro que coincidió con un montaje suyo en Barcelona... Y a la inmensa mayoría ni le suena. ¡Ni página de Wikipedia en castellano! «Es mucho tiempo fuera». Salió de La Garriga cuando el meme era una quimera, en tiempos «preBilly Elliott», dice, cuando «en mi pueblo no teníamos ni una escuela de danza»; 35 años después, brotaron hasta «cinco» en aquel páramo.
¿Si ahora tuviera 18 años, también se hubiera buscado las habichuelas fuera? «Hay muchas más oportunidades, y no es lo mismo ser hoy un niño que quiere bailar que entonces... aunque no haya cambiado tanto la cosa, como vimos con El Beso. Lo vi en directo y pensé que se iba a liar...», expone de una sociedad en la que el «hombre hetero blanco sigue siendo el privilegiado», lamenta. Sin embargo, el coreógrafo echa la vista atrás y ve el acierto de aquel adolescente que se marchó. «No salió mal». Y veinte años en Inglaterra y quince en Sídney dan fe.
Si le preguntas por su casa, tira hacia la otra parte del globo: «Tengo el pasaporte, soy australiano, está allí mi pareja...». Hasta se siente inseguro hablando en español. Ahora, su familia sigue en La Garriga: hermanos, sobrinos, madre... «La conexión es muy fuerte». Pero el apoyo le llegó de Australia en forma de compañía –16 bailarines, un edificio...–, y él que lo agradece. Tiene «feeling» con el país. Allí es el jefe, es el director de la Sydney Dance Company, y prepara su desembarco en la capital (Canal) del 20 al 24 con dos espectáculos: «La primera vez de la compañía en Madrid», remarca de una cita que estaba pensada para 2020 (...).
Turín, Bonn, La Haya y Madrid son las cuatro paradas de la gira europea, aunque solo en la capital española hará este programa doble con «ad [intra]» (20, 21 y 22) e «Impermanence» (23 y 24). La primera, una pieza que construyó a partir de la música de Nick Wales, «mi mapa, el esqueleto»: un espectáculo que surge de las entrañas y del instinto y en la que mezcla la música electrónica con un concierto para chelo. Mientras, en la segunda obra Bonachela recurre a eso que vimos en los grabados de Goya o en el «Guernica», o más recientemente en «En mitad de tanto fuego», de Conejero: a la belleza dentro de la devastación. La chispa esta vez surgió con el incendio de Notre Dame, donde su colega Bryce Dessner se encontraba, y la continuación la dio el Black Summer australiano, una temporada feroz de fuegos que asolaron el país. Cenizas y chispas le llevaron hasta los «roller coaster», dice, «a esa mezcla de excitación y miedo, al “fly or fight”».