LITERATURA
Un rayo de sol sobre papel mojado
El Tren de la Cultura hace parada en Valencia para apoyar a los libreros afectados por la dana
«Una bala no puede acabar con un libro, pero el agua sí», nos dice el periodista cultural y escritor Carlos del Amor. «El agua y los libros se llevan muy mal», añade la escritora Rosa Montero. Ambos tienen en mente, mientras viajamos a Valencia, a los libreros que lo perdieron todo en la dana. Ambos pertenecen, también, a la lista de los trece autores que, además de firmar ejemplares en la Feria del Libro de Madrid a partir del próximo 30 de mayo, se han subido al Tren de la Cultura que Renfe y la División Editorial del Grupo Planeta han puesto en marcha por tercer año consecutivo. Esta vez, el destino no podía ser otro que la Comunidad Valenciana.
A del Amor y Montero, se unen en el vagón, Javier Sierra, Máximo Huerta, Pilar Eyre, Sari Arponen, Blue Jeans, Alice Kellen, Susanna Isern, Carolina Iglesias, Ángela Quintas, Vanessa Montfort y Paloma Sánchez-Garnica.
Buena combinación, esa del tren y el libro; «perfecta», asegura Javier Sierra. «En los trenes te concentras muchísimo. Son ideales para leer», añade Rosa Montero. Algo tiene ese traqueteo, mientras el paisaje, a través de la ventana, huye hacia atrás, que invita a abrir un libro, a aunar el viaje físico con el mental.
Durante el trayecto, la atmósfera festiva que siempre se respira en el Tren de la Cultura aflora este año de manera diferente. En los estrechos pasillos, los asientos o la cafetería, el vaivén de autores y periodistas que intercambian charlas, preguntas e impresiones, es constante. El sentimiento generalizado, de esperanza, de ilusión, pero nadie olvida que este viaje tiene un trasfondo trágico en el que, entre otras cosas, muchos perdieron negocios y recuerdos personales en forma de papel mojado. «Ver los libros mojados, retorcidos, empapados, fue muy doloroso», recuerda Carlos del Amor, quien, en el Día de las Librerías, decidió enfocar un reportaje en las valencianas afectadas por la dana. «Fue el último telediario del año. Lo cerraron ellos cantando a Nino Bravo», añade.
No somos conscientes de la importancia del papel hasta que se moja. Javier Sierra pone el foco ahí: «Mucha gente perdió parte de sus recuerdos en esas fotos familiares, en esos álbumes y en esos libros que se mojaron. Es increíble cómo construimos nuestra identidad sobre papel. Eso me parece una lección muy bonita».
Tierra de libros y de diversidad
Cuando el tren llega a la estación de Valencia, María Bravo, Presidenta de la Fundació Fira del Llibre de Valencia, hace de anfitriona. Con ella se hermana Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid y otra de las pasajeras que ha participado de este viaje simbólico que sirve de apoyo a un sector cultural que quedó herido de muerte con las destructivas lluvias del 29 de octubre de 2024.
Emocionada, Bravo agradece «a todos los autores y las autoras que os habéis subido a este tren. Sabemos que vuestro tiempo es escaso y que está lleno de páginas que están por escribir, por leer y por compartir. Sin embargo, habéis decidido dedicar una jornada a este viaje, a este gesto colectivo de descentralizar la cultura y de sacarla de los epicentros habituales y acercarla a otros espacios, a otros públicos y a otras preguntas. Gracias por hacer que la cultura no sea algo estático, sino móvil, vivo, en marcha. Gracias por venir a Valencia a sembrar conversación, lectura y afecto. Y gracias, sobre todo, por recordar que la cultura no es un privilegio, es un derecho; no es un lujo, es una necesidad. Este tren, este día y esta parada, también lo son. Un intento hermoso de hacer realidad este sueño compartido que nos une: el de una sociedad más justa, más libre y más culta. Bienvenidas, bienvenidos a esta tierra de libros, de lenguas, de diversidad y de futuro».
Por su parte, Orúe pone en valor el papel de las Ferias de Libros: «Todas la Ferias de Libros de España somos una gigantesca Feria que sacamos libros a la calle, la mejor manera de fomentar la lectura. Buscamos a los lectores y nos acercamos al primer y al último eslabón de esa cadena del libro que hace posible que un texto se convierta en libro. Es relevante defender estos espacios, más en tiempos de crispación. Somos espacios de convivencia. Hay pocos sitios como las ferias de libros, donde todavía te puedes encontrar con el que es diferente; donde sabes que te van a hacer una oferta válida de libros que tienen mucho mérito. Las ferias son espacios de resistencia y sin los escritores, nada de todo lo que nosotros hacemos sería posible».
Al regresar a Madrid, de nuevo el paisaje corre hacia atrás en la ventana, esta vez el valenciano, que se queda en la memoria de todos los viajeros de este Tren de la Cultura que parece ir en busca de un futuro más cálido, de un rayo de sol que seque libros tendidos.