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Ridley Scott: "Solo se ha escrito más de Cristo que de Napoleón"

Desde La Razón hablamos con el director de «Alien», que presenta su último, apabullante y controvertido trabajo sobre la figura histórica del emperador francés
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Hay quien parece sentirse ligeramente burlado –por la perspectiva histórica de la que inevitablemente resulta ser preso, no por la cuestionable justificación de su pataleta– al contemplar una escena de la última y portentosa película de Ridley Scott en donde el ejército de Napoleón lanza cañonazos en el contexto de la conocida como «Batalla de las pirámides» a los monumentos egipcios pese a que esto nunca ocurrió o impostan perplejidad al observar cómo Maria Antonieta se dirige con pelo largo y actitud «altiva» al cadalso donde fue guillotinada a pesar de que los expertos señalan que «la austriaca» iba rapada, como si prestarse voluntariamente a la alquimia cinematográfica y al goce estético generados en una sala de cine implicara de manera tácita un pacto con la verosimilitud de la Historia.
«Napoleón», el esperadísimo trabajo del director británico que se estrena este 24 de noviembre precedido de la consiguiente pátina de críticas por parte de los medios franceses –consecuencia de un chovinismo todavía latente en algunos sectores de la sociedad gala que poco o nada debería extrañar a estas alturas– no nace con vocación documental, ni tan siquiera adopta una naturaleza archivística de registro de los acontecimientos. «Napoleón» es en palabras del propio Scott «un estudio de personajes», pero también «un pretexto para hablar de la importancia de un líder histórico independientemente de su nacionalidad, de su cultura, de su credo».
Las manillas del reloj se acercan progresivamente a las tres menos veinte de la tarde y una luz todavía abrasiva y directa inunda el mantel blanco que recubre la mesa alrededor de la que esperamos pacientes cuando Ridley Scott entra risueño por la puerta de la habitación del Hotel Ritz demostrando, por si existían dudas, que le reconforta y mucho el poder femenino. «Luego dicen que son los hombres los que dominan el mundo pero no hay más que echar un vistazo a esta mesa para darse cuenta de que nos están vacilando desde fuera porque por suerte está plagada de mujeres», señala antes de sentarse y comenzar con su lección de estilo.
"Se han escrito 2400 libros sobre Napoleón. ¿Cómo no va a haber especulación, inexactitudes y adivinanza?"?Ridley Scott
«Como director sólo pienso en cuál va a ser el próximo lío en el que me quiera meter. Eso sí, tiene que ser divertido. Casi todo lo que merece la pena, siempre supone un reto. Honestamente, no considero esta película como algo épico. Se han escrito 2400 libros sobre Napoleón. 2400 libros. Imaginaos la cantidad de inexactitud que puede haber a la hora de trabajar algo así. El primer libro, ¿qué se escribiría?, ¿cinco años después de su muerte? Estamos hablando de hace 195 años. En tanto tiempo, por supuesto, la gente se tuvo que inventar un montón de cosas. Creo que solo se ha escrito más sobre Cristo, algo que me parece realmente impresionante. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo no va a haber especulación, inexactitudes y adivinanzas? Con tantos libros es imposible ser exacto en todo. Cuando escribes un libro, igual que cuando diriges una película, tienes que elegir, centrarte en algo que consideres que va a ser agradable o interesante para los demás y eso es lo que he hecho aquí en «Napoleón»», se defiende Scott sobre los señalamientos haciendo uso de una voz aguardentosa y teatral.
«Mi forma de cribar información y de decidirme a la hora de abordar la película fue centrarme en las cartas porque era aquí donde se veía la vulnerabilidad que tenía este señor con Josefina. Unas cartas que curiosamente eran casi infantiles en lo que respecta a las emociones y a la sexualidad, lo que demuestra que era alguien muy vulnerable frente a ella. Hablamos de una pasión que era casi unidireccional porque muchas de las cartas que se intercambian al final ni siquiera las llegó a abrir ella», continúa el maestro británico en alusión directa al corazón narrativo sobre el que bascula esta apuesta audiovisual agradecidamente musculada por la recreación apabullante de las batallas que libró el emperador francés: la historia de amor complejísima, a ratos insalubre, alternativamente jerárquica e intensa vivida por Napoleón Bonaparte y la emperatriz Josefina de Beauharnais (descomunales Joaquin Phoenix y Vannesa Kirby).
"La pasión entre Josefina y Napoleón era casi unidireccional porque muchas de las cartas que se intercambian al final ni siquiera las llegó a abrir ella"Ridley Scott
Cuando le preguntamos al director de «Thelma y Louise» por la posible tentación surgida durante el proceso de creación de privilegiar aún más la figura de Josefina –ya que ella sola por sí misma merecería otra película extraordinaria– teniendo en cuenta el heroísmo que tanto ha caracterizado a sus personajes femeninos, Scott no muestra atisbo de duda. “La verdad es que no me sentí tentado si te soy sincero». «Siempre ruedo con cuatro cámaras y piensa que eso siempre les da una cierta libertad a los actores pero por supuesto también les permite improvisar. Es verdad que siempre hay un guion, pero a veces, cuando esa oportunidad de improvisación está ahí como flotando en el aire surgen cosas muy buenas. A Joaquin le encanta la improvisación y Vanessa por ejemplo no tenía ni idea de lo que iba a suceder cuando él gatea por debajo de la mesa y la tira hacia abajo. Esa es una de las cosas que puedes capturar con la ayuda de las cuatro cámaras y que enriquece las escenas. También decidimos por ejemplo hacer que todas las escenas de sexo fueran divertidas porque el sexo puede ser tan aburrido…», espeta resoplando antes de concretar: «el espacio concedido a Josefina me parecía suficiente porque es esencial para entender la vulnerabilidad de Napoleón».
Consciente de su talento y presumiendo de ello sin pedantería, asume que la única explicación posible para concebir la titánica tarea de rodar seis batallas de la magnitud de las mostradas en la cinta en tan sólo 62 días de rodaje y con tal magnitud de extras, movimiento y virtuosismo técnico reside en que sencillamente «soy muy bueno». «Rodé mi primera película, «Los duelistas», con 40 años, pero por aquel entonces ya llevaba a mis espaldas más de 3.000 anuncios rodados (dos de ellos están expuestos en el MoMA), por lo tanto me parecía casi algo fácil la tarea de dirigir una película. Incluso cuando justo después rodé «Alien» me pareció una cosa relativamente fácil. Luego llegó «Blade Runner», algo que fue un poco más complicado porque fue mi primera experiencia con Hollywood; ellos fueron un poco duros conmigo, yo también lo fui con ellos, pero al final conseguimos hacer una película bastante especial. Estuve yendo durante siete años a la escuela de arte y me considero bastante buen dibujante: hago guiones gráficos de todas mis películas, concretamente en el de “Napoleón” hay ocho imágenes por página. Cada vez que hago una película siempre pienso, «¿estoy comunicando con lo que estoy diciendo?»», reconoce tierno Scott antes de despedirse. Pero luego piensa que él rodó el primer anuncio para Steve Jobs para que posteriormente Apple lo petara y se le pasa. 85 años y podemos confirmarlo: Sir Ridley Scott es un hombre sin miedo.
La entrevista con Ridley Scott tuvo lugar en el marco de su estancia en Madrid para la promoción de "Napoleón" y las respuestas obtenidas durante el encuentro en el Hotel Ritz son el resultado de una mesa redonda con más compañeros de Prensa