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“Rojo”: Los gritos soterrados del fascismo argentino

Darío Grandinetti interpreta en esta película de Benjamin Naishtat a un abogado en los albores de la dictadura.
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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Entre los acordes protesta de Jairo, desaparecidos, amores adolescentes y el vaticinio de un Golpe de Estado rumiando en el corazón de Argentina transcurre «Rojo», la nueva propuesta cinematográfica de Benjamin Naishtat, que aborda los momentos previos al estallido militar producido en la década de los 70 y se sirve de la figura de Darío Grandinetti para configurar una historia profundamente política y estética. «Lo mejor que pudo haber pasado es que se supiera todo lo que le sucedió a este país, que se juzgara a los responsables y que estos fueran presos. En definitiva, sacar la basura de debajo de la alfombra. No es bueno guardar ningún secreto», comenta el actor de «Hable con ella» sobre un contexto social y cultural profundamente convulso y abrupto, el de el Tercer Peronismo, que actúa como colchón de la trama.
Grandinetti interpreta el papel de Claudio, un reputado y apreciado abogado que forma parte de toda esa pompa burguesa con complejo de americana, enferma de poder y plagada de utopías aspiracionales tiránicas que durante los 70 actúa como cabeza visible del sector más polarizado de la sociedad argentina, a pesar de que ellos, en el filme, se consideren, «gente común, que vamos a trabajar con alegría todos los días, portando esos valores que nos inculcaron desde niños y que solo queremos que nos dejen vivir en paz». Un violento encuentro en un bar entre Claudio y un completo desconocido con el que se disputa un sitio libre en una mesa sirve como detonante de esta historia en la que el maniqueísmo entre buenos y malos es una realidad que ninguna de las dos partes parece estar dispuesta a asumir.

Un crimen y un beso

A través de un emocional y sutil análisis del pasado, el director consigue dar forma al esqueleto del presente. Un presente sobre el que también se pronuncia Darío Grandinetti: «Todavía se siguen sufriendo las consecuencias de lo que pasó. Hay un montón de chicos en Argentina que no conocen su identidad». Un crimen, un beso, una pistola y un desierto construyen esta cinta cargada de secuencias intermitentes en las que el director formula muchas preguntas y los protagonistas intentan dar pocas respuestas.
Tras el éxito cosechado en la pasada edición del Festival de San Sebastián, «Rojo» consolida, entre otras cosas, el empaque de un actor como Grandinetti para quien la tibieza del personaje al que interpreta le ha servido para «profundizar en la psicología de aquellos que siempre terminan acercándose a sus propios intereses mediante la discreción. Sin los civiles, los Golpes de Estado no podrían llevarse a cabo».