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Crítica de teatro

"School of rock": regreso a las greñas y a las tachuelas

El exitoso musical con partitura de Andrew Lloyd Webber y basado en la película homónima que Richard Linklater rodó en 2003 aterriza en Madrid

Una escena de "School of rock"
Una escena de "School of rock"Archivo

Libreto: Julian Felllowes, a partir del guion de Mike White. Letras: Glenn Slater. Música: Andrew Lloyd Webber. Dirección: Ariel del Mastro. Interpretación: Leo Rivera, Julia Möller, Nacho Redondo, Teresa Ferrer, Iván Cózar, Marta Arteta... Espacio Ibercaja Delicias. Hasta el 14 de enero de 2024.

Dewey Finn es un músico ya maduro que lleva una vida un tanto desastrosa. A pesar de su edad, sigue viviendo como un irresponsable adolescente al que no le importa otra cosa que no sea el rock. Expulsado de su propia banda y sin ninguna fuente de ingresos, aprovecha una confusión administrativa para empezar a trabajar en una prestigiosa escuela haciéndose pasar por el profesor sustituto. Allí, con su aparente ineptitud pedagógica, tratará de formar con sus repolludos alumnos un gran grupo de rock. Este es el argumento de "School of Rock", el exitoso musical con partitura de Andrew Lloyd Webber basado en la película homónima que Richard Linklater rodó en 2003.

Aunque el libreto de Julian Fellowes, que sigue el guion cinematográfico de Mike White, acumula todos los clichés y simplezas que cabe esperar, y que son comunes al 90 por ciento de los libretos de musicales, aquí se digieren mucho mejor que en otros productos parecidos por varias razones. La primera es que la obra está enfocada a un público familiar: podrá encenderse una chispa de tierna nostalgia en los viejunos como yo; pero, no nos engañemos, los verdaderos protagonistas, tanto en el escenario como en el patio de butacas, son los chavales, y no vendría a cuento, por tanto, complejizar demasiado la trama y los personajes. A este respecto, hay que destacar el trabajazo de todo el elenco infantil y de quienes se han ocupado de formarlo, porque los chicos tocan en directo a lo largo del espectáculo no solo con incontestable talento, sino también con la misma seguridad de quienes podrían llevar ya en esto de la interpretación unos cuantos años.

La segunda razón para disculpar -en esta ocasión- la simpleza del libreto es que Zenón Recalde, adaptador de las letras de Glenn Slater, y Julio Awad, director musical, han conseguido que la función, al margen de su desarrollo dramático, pueda verse casi como un concierto, y que las canciones suenen de verdad… a eso, a canciones, y no a discursos musicados. Hay potentes himnos, bonitas baladas… e incluso un divertidísimo tema que parodia, con mucho ingenio, la vanidad y la superficialidad de algunas estrellas del rock. Además, la obra cuenta con un solvente elenco adulto dentro del cual destaca, entre los protagonistas, tanto en la vertiente musical como en la teatral, una inconmensurable Julia Möller dando vida a la directora Rosalie Mullins.

  • Lo mejor: La obra cumple la doble función de atraer a los más jovencitos a los teatros y entretener al nostálgico público adulto.
  • Lo peor: La exagerada zafiedad del personaje protagonista –interpretado por el alternante Iván Cózar cuando yo vi la función- resta credibilidad y no aporta humor.