teatro
Crítica de 'Come From Away': La cara menos trágica del 11-S ★★★★☆
El musical cuenta la relación de aquellos accidentados viajeros con Gander, la población local que generosamente les proporcionó alojamiento y manutención hasta que pudieron regresar a sus casas
Libreto, música y canciones: Irene Sankoff y David Hein. Adaptación: Carla Calabrese y Marcelo Kotliar. Dirección: Carla Calabrese. Dirección musical: Santiago Rosso. Interpretación: Gabriela Bevacqua, Carla Calabrese, Fede Couts, Sebastián Holz, Mela Lenoir, Pepa Lucas, Fernando Margenet, Argentino Molinuevo, Edgardo Moreira, Silvina Nieto, Agustín Pérez Costa, Fatima Seidenari, Silvana Tomé, Manu Victoria, Lali Vidal y Pato Witis. Teatro Marquina, Madrid. Hasta el 9 de febrero.
El drama sentimentaloide y esquematizado ha dejado de acaparar, poco a poco, el género musical; cada vez son más variados, dentro de él, los temas que los creadores quieren abordar y los estilos que deciden adoptar para hacerlo. Como consecuencia, algunos musicales recientes llaman bastante la atención, quién lo iba a decir, por su originalidad. Uno que se lleva la palma en este sentido es 'Come From Away', basado en hechos reales que se relacionan nada más y nada menos que con el 11-S.
A raíz del trágico atentado en 2001 contra las Torres Gemelas, Estados Unidos cerró por seguridad su espacio aéreo y cientos de aviones fueron desviados a otros destinos. 6.700 pasajeros, distribuidos en 38 de esos aviones, se vieron obligados a tomar tierra y permanecer unos días en la pequeña localidad canadiense de Gander, en la isla de Terranova. 'Come From Away' cuenta la relación de aquellos accidentados viajeros con la población local que generosamente les proporcionó alojamiento y manutención hasta que pudieron regresar a sus casas.
La obra, con libreto y música originales de Irene Sankoff y David Hein, se estrenó en Broadway en 2017 cosechando un éxito enorme que pronto se extendería a otros países: Londres, Canadá, Corea, Melbourne, Ámsterdam… Es la versión argentina –a la que los creadores han concedido la licencia oficial de explotación del espectáculo en idioma español– la que ahora puede verse en Madrid y la que ha servido como piedra angular de la refundada productora The Stage Company España.
Dirigida por Carla Calabrese con prodigiosa desenvoltura y sentido del ritmo, la función discurre de principio a fin con la agilidad y energía que va imponiendo la propia música, como si el libreto estuviese sometido en el tempo a las mismas exigencias que la partitura. Una partitura muy fresca, por cierto, con un convincente aroma folk, que ejecutan con talento instrumentistas y vocalistas. Para que nada se descuadre con respecto al inflexible metrónomo que marca el desarrollo dramático, hay un minucioso trabajo de movimiento que obliga a todos los intérpretes a componer con agilidad e imaginación muchas de las escenas a través de la posición y el manejo de sus cuerpos en el espacio, algo que no resulta precisamente fácil si tenemos en cuenta que hay cerca de veinticinco personas, entre actores y músicos, subidos al limitado escenario del Teatro Marquina. El inteligente y minimalista diseño de la escenografía, y también del vestuario, no hace sino favorecer las transiciones y dar fluidez a la acción.
Lo mejor: Todo está puesto al servicio del conjunto para que este funcione como una infalible máquina de precisión.
Lo peor: La pluralidad de tramas impide profundizar mejor en ellas y complejizar más los personajes.