Final de la trilogía

La esclavitud de nunca acabar: "La injusticia en Brasil tiene color"

Christiane Jathay presenta en Madrid una pieza que habla de la era poscolonial en su país y con la que cierra una etapa

La directora brasileña (León de Oro en la Bienal de Venecia) vuelve a unir cine y teatro sobre el escenario
La directora brasileña (León de Oro en la Bienal de Venecia) vuelve a unir cine y teatro sobre el escenarioCDN

Christiane Jatahy (Río de Janeiro, 1968) vive obsesionada con las trilogías: «Es la manera de profundizar en las cosas», asegura. «En la primera parte llegas al tema e investigas; en la segunda, le das movimiento y continuación; y en la tercera, y última, encuentras la puerta de salida». Un proceso en el que, más allá de encontrar respuestas, genera «todavía más preguntas»: «Cuanto más indagas, van surgiendo más estímulos, pensamientos y energía para seguir», cuenta la directora brasileña que visita Madrid para cerrar una de esas trilogías que ella abraza desde «el poder político» que pueden darle los escenarios.

Lo que empezó con Entre chien et loup (2021) y Before the sky falls (2022), con las garras del «fascismo bolsonariano» y el patriarcado –respectivamente–, encuentra ahora su final con Depois do silêncio, una pieza que señala directamente a la estructura poscolonial en su país y que une los dos lenguajes de Jatahy (cine y teatro) alrededor de otras dos piezas: la novela ambientada en el interior de Bahía Torto Arado (Pepitas de Calabaza), de Itamar Vieira Junior; y el documental de Eduardo Coutinho, Cabra, marcado para morrer, sobre la historia de un líder sindical (Joao Pedro Teixeira) asesinado en 1962. Son los dos pilares sobre los que la directora carioca alza la voz «después del silencio» de «todas esas personas que estuvieron tanto tiempo sin poder hablar. Es muy importante callarse para poder escuchar al otro», explica sobre el título de un montaje que también encuentra su porqué dentro de la obra de Vieira Junior, donde una mujer se queda muda al principio de la obra –le cortan la lengua– y es su hermana la que tiene que hablar por ella.

Todo ello lo recoge Jatahy –León de Oro en la Bienal de Venecia de Teatro– para unirlo en el escenario y comenzar con su denuncia sobre la era actual, en la que, en sus palabras, el sometimiento del rico sobre el pobre no ha cesado: «La esclavitud ha cambiado de forma, pero sigue existiendo. Todos somos un poco esclavos del capitalismo».

Habla la directora a nivel global, pero la función que trae Madrid mira Brasil a los ojos, donde «la historia de la violencia colonial no está resuelta», dice, y donde las protagonistas femeninas estarán comprometidas en la lucha contra el orden mundial establecido. «La esclavitud a gran escala se considera hoy generalmente como algo de otra época, un capítulo deplorable de la historia que se ha acabado», pero Jatahy se empeña en no dar carpetazo a un asunto «no cerrado» y en conectar la actualidad con ese mundo que creemos desaparecido. Unir una realidad y otra –apoyado en las citadas tramas– «para tomar consciencia» es el reto de este capítulo final que se acerca a las realidades geopolíticas del momento, «a la vida personal de muchos millones de habitantes de este planeta y que están desarraigados de la historia. La injusticia social en Brasil tiene color y viene del pasado, de la esclavitud y de la explotación de los pueblos indígenas».

Christiane Jatahy pasa esta semana en un Madrid que conoce «desde los años 90» y que ya siente «un poquito como mi casa, no sé cuántas veces he estado por aquí», dice en un supuesto portuñol que tiene más de español que de otra cosa. Y es que la directora tiende puentes constantemente con nuestro país, ya sea viajando con sus montajes o bien importando arte patrio, como Juan Mayorga, del que acaba de estrenar El chico de la última fila en Zúrich.

  • Dónde: Teatro Valle-Inclán, Madrid. Cuándo: hasta el domingo. Cuánto: 20 y 25 euros.