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La profecía de Arniches

Cuando en 1920 el autor hablaba de corrupción en «Los caciques» parecía un visionario. Ahora, el CDNle recupera en el 150º aniversario de su nacimiento.
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Cuando en 1920 el autor hablaba de corrupción en «Los caciques» parecía un visionario. Ahora, el CDNle recupera en el 150º aniversario de su nacimiento.
En la proximidad del 150 aniversario del nacimiento de Carlos Arniches, el Centro Dramático Nacional ha querido rendir homenaje a este prolífico autor ligado al género chico, creador de numerosos sainetes, farsas y comedias. La obra elegida para la ocasión es «Los caciques», que vuelve a dirigir Ángel Fernández Montesinos después de su exitoso montaje de 2001. Estrenada en el Teatro de la Comedia en febrero de 1920, ha sido representada en numerosas ocasiones, incluido el mítico «Estudio 1» en 1976. La versión que se estrena ahora, actualizada por Juanjo Seoane y el propio Fernández Montesinos, vuelve al María Guerrero 53 años después del estreno que realizó José Luis Alonso. «¿Que por qué hemos elegido “Los caciques”? –Se pregunta el director–: Por su rabiosa actualidad. En la misma raíz de la obra, en su temática, reside su actualización. En ella hay una soterrada crítica a la corrupción política y social. Cuando en 1920 Arniches hablaba de la corrupción parecía un profeta. Da la sensación de que es algo que llevamos en el ADN. A mí siempre me interesaron especialmente dos títulos que fueron muy representados en su época y con los que fustiga a la sociedad, “La señorita de Trevélez” y “Los caciques”, inspirada en “El inspector”, de Nicolás Gogol. Ambos llevan implícitos una profunda carga crítica. Me asombra que actualmente no siga todo igual, sino peor. Todos los días salen casos de corrupción y lo peor de todo es que no devuelven el dinero y los juicios, tan lentos, se hacen eternos».
En una pequeña ciudad de España, un partido político y su alcalde llevan más de treinta años ejerciendo el caciquismo y la corrupción. Se les notifica la llegada de un inspector del Gobierno, que debe analizar sus cuentas. El alcalde, siguiendo su tendencia natural, se propone comprar la voluntad del inspector con todo tipo de agasajos, homenajes, regalos y dinero. Sin embargo, aparecen en la ciudad un sobrino y su tío, con intención de solicitar la mano de la sobrina del alcalde. Éstos son confundidos por el inspector, provocando todo tipo de equívocos. «Una comedia de enredo llena de malentendidos y situaciones grotescas en la que se demuestra, una vez más, que el humor y la sátira son un poderoso instrumento, un arma feroz para la denuncia y la crítica», afirma Fernández Montesinos. «Arniches ha sido un pintor costumbrista, heredero de Mesonero Romanos, dueño de un lenguaje fantástico. Un retratista de tipos y ambientes sociales tan reales que si queremos conocer su época no tenemos más que leerlo. Gran renovador del lenguaje, inventó esa forma chulesca y castiza del Madrid de los barrios bajos, aunque en esta obra no aparece, pero sí muestra su habilidad para los retruécanos y juegos de palabras».
«Cuando la escribió Arniches, en el reparto figuraban 23 personajes», explica el director. «En aquellos años, los dueños de los teatros eran también empresarios de las compañías y solicitaban a los autores obras con muchos intérpretes. Eso ahora es imposible. Este montaje no tiene nada que ver con ninguno de los anteriores. Hemos querido ser fieles, respetar su espíritu conservando sus mejores diálogos, mantener los principales personajes y suprimir los accesorios que estaban de relleno y cuya eliminación no afecta a la esencia de la trama, que se ha conservado como tal. La ambientación está traída a la actualidad y los 23 personajes han quedado en nueve, aunque, eso sí, se ha mantenido el texto». Y prosigue: «Sorprende ver cómo las reivindicaciones de algún personaje, como el médico, siguen siendo tan actuales. Al público le va a sorprender el hostigamiento de algunas escenas. Va a creer que están recién escritas y la realidad es que se escribieron en 1920. Su actualización consiste en contar de manera nueva las mismas corruptelas de siempre». Por otro lado, esa actualización está también en el uso de música y audiovisuales. «Las proyecciones son para desarrollar algunas situaciones. Las distintas escenas nos obligaban a una sucesión de decorados difícil de realizar». La escenografía creada utiliza una pantalla al fondo que proyecta ciertos momentos. Y en la música, se ha elegido el pasodoble, no podía ser de otra manera siendo un pueblo de España.
En el reparto, Fernández Montesinos cuenta con Víctor Anciones, Marisol Ayuso, Juan Calot, Fernando Conde, Óscar Hernández, Alejandro Navamuel, Elena Román, Raúl Sanz, Juan Jesús Valverde. «Los he elegido porque casi todos han trabajado conmigo. Yo quiero actores a los que se entiendan. Les pido naturalidad y dicción. Y como la obra es una farsa, hay que hacerlo muy en serio para que sea de verdad. Esa seriedad es lo que provoca la risa. La interpretación no es grotesca, lo grotesco es lo que ocurre. El equívoco está tan bien servido, que hay que hacerlo serio para que nazca el humor». Y concluye con un deseo: «Que el público se divierta y que, aunque acabe la corrupción, Arniches se siga representando porque siempre merecerá la pena recordarlo. Él hace una reflexión al final en la obra: “Los españoles no seremos felices del todo hasta que no acabemos con los caciques”».

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