Teatro

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La vida en el escaparate

Brassard en Madrid la trágica existencia de Nelly Arcan.

La vida en el escaparate
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Brassard en Madrid la trágica existencia de Nelly Arcan.

De haber sabido lo que le esperaba en la gran ciudad, probablemente, Nelly Arcan (1973-2009) nunca hubiera dejado su Lac-Mégantic natal. Quiso la canadiense dejar el ambiente rural en 1994 para emprender un futuro como escritora en Montreal, ahí donde se había matriculado para comenzar estudios literarios. Y lo logró –una diplomatura y un máster–, pero ¿a qué precio? Caro, sin duda: el de su muerte.

Con problemas económicos desde un principio, Arcan se vio obligada a recurrir a la prostitución como medio de subsistencia. De aquello salió «Puta» (2001), un volumen en el que la resiliencia le llevó a contar el calvario de una escort que vivía abrumada entre la cama y el espejo. Los estigmas de qué es lo femenino, la belleza más tirana, la anorexia, el odio, la culpa y el sexo como tortura y escape al unísono eran los temas que abordaba a través de una protagonista que no era otra que ella misma. Un pasado que la escritora enterró con una obra que se llevó el aplauso de la crítica y que la pondría en el escaparate internacional. «Folle» (2004), «L’enfant dans le miroir» (2007) y «À ciel ouvert» (2007) darían muestra en los años venideros de que la escritora que soñó ser ya era una realidad.

Maltratos mortales

Pero en 2009 las cosas se iban a torcer. Un maltratador se cruzaba en la vida de Nelly Arcan y sus coqueteos con el suicidio –tema que trata ese mismo año en «Paradis, clef en main»– fueron constantes hasta que la encontraron ahorcada en su apartamento de Montreal. Es este final trágico el que aprovecha Marie Brassard (Canadá, 1959) para equiparar a la protagonista de la pieza que presenta este fin de semana en el Teatro Español, «El furor de mi pensamiento», con Virginia Woolf: «Personas vitales que nada tuvieron que ver con sus finales», apunta Portaceli –directora del centro–.

Es Madrid la primera plaza europea que recibe un montaje encumbrado en su país a la categoría de «uno de los mejores de los últimos diez años»: un cuento que no se ciñe «estrictamente» a la vida de su protagonista, pero que sí recoge los escritos, los tormentos y las preocupaciones de una mujer obsesionada con su físico para gustar: «Querer ser la más sexy –se sometió a varias cirugías– la llevó a que no se valorara su obra y que existiera un prejuicio mientras vivió. La gente no la veía como una escritora seria», explica Brassard. Valor que sí le da la compañía canadiense a través de seis actrices y una bailarina –«expuestas como muñecas» para recordar su etapa de escort– que ponen de relieve «una escritura con tanta negrura que a menudo hay que quitar el libro de los ojos. Yo –Brassard– quería sugerir la soledad de la artista que fue, una mujer expuesta y lanzada a las miradas de los otros sin composturas. Fragilizada por el espectador y por su propia falta de pudor».