Festival de Otoño

La lucha crítica de Luz Arcas contra la obsolescencia

La bailarina y coreógrafa malagueña cierra en el Festival de Otoño un tríptico que termina con aires apocalípticos

Además de bailar, en "Bekristen", Luz Arcas firma coreografía, dramaturgia, espacio y vestuario
Además de bailar, en "Bekristen", Luz Arcas firma coreografía, dramaturgia, espacio y vestuarioLa Phármaco

 Luz Arcas va con todo al Festival de Otoño. A falta de una, son tres las piezas que propondrá en los Teatros del Canal los días 25 y 26 de noviembre. Un tríptico, “que no trilogía” −puntualiza−, en el que de nuevo mira hacia adelante. En esas idas y venidas que la creadora malagueña hace del Ciclo de los milagros a Bekristen/Cristianos (de la tradición al futuro), esta vez ha tocado cerrar lo que comenzó con La domesticación y continuó con Somos la guerra. El capítulo III se llama La buena obra y nace de cuando visitó a su abuela Luz. Entonces, en la misma residencia de ancianos, le vino a la mente que “no hay nada que nos dé más miedo que los cuerpos que huelen a muerte. Pensé en la obsolescencia de los cuerpos. En los cuerpos residuo. En la residencia como un punto limpio de objetos tecnológicos, un vertedero de lo que no cabe en el mundo y que esperamos pacientemente que el tiempo lo haga desaparecer”, cuenta el alma de La Phármaco.

El cierre de Bekristen −significa "cristianos" en lengua fang, la etnia más numerosa de Guinea Ecuatorial− se define como una “profecía visual sobre la obsolescencia”, aunque reconoce que no es ella “muy de oráculos. No soy de aventurarme”; es más de dejarse “llevar por la intuición”. Sin embargo, le resulta inevitable “asustarme y preocuparme ante temas ecológicos y políticos por el ser humano, por mi hija, principalmente”. Es esa inquietud la que pone en marcha la cabeza de la bailarina y coreógrafa a la hora de convertir el lamento en resistencia. La obsolescencia de los objetos forzosamente caducos que nos sobrevivirán como basura, lo que queda después del cuerpo. Objetos inservibles y datos, muchos datos, que necesitan espacio para guardarse generando a su vez mayor impacto sobre un planeta-vertedero. Una mirada preocupada sobre un futuro hecho del residuo de la vida.

Explica la andaluza que este Tríptico de la prosperidad la obsesiona desde hace siete años y que muy pronto se dio cuenta “que lo entendería al final”. “El primer capítulo me enseñó que era más grande que yo y que necesitaba tiempo y madurez para comprenderlo”. Y aquí está, con el final de un proyecto que comenzó en Guinea Ecuatorial, en Malabo, en mitad de una “fuerte crisis espiritual, personal, pero también de nuestro tiempo”. Porque para Arcas vivimos “en una continua crisis”: “El devenir humano entendido desde la perspectiva de la prosperidad tecno-económica, nos deja en medio de un paisaje extraño, intoxicados de consumo y deshechos, tiranizados por la dictadura de la felicidad y de la eterna juventud, donde la idea de prójimo se desvanece en la de usuario. En este mundo global hiperconectado, ¿cómo amar hoy? ¿qué hacer ante el dolor de los demás?”.

Y para responderse a todo ello, o al menos intentarlo, la bailarina busca emular a los trípticos del Bosco, Brueghel, Van der Wayden o Bacon; se propone pintar estadios, hitos y tránsitos del alma humana a través de estas tres piezas que se representarán de corrido en el Canal con un conjunto estructurado en torno a una idea bíblica que empieza en un jardín edénico (La domesticación), continúa con tinte evangélico (Somos la guerra) y acaba en lo apocalíptico (La buena obra). Además de firmar coreografía, dramaturgia, espacio y vestuario, Arcas bailará junto a un grupo de intérpretes poderosos entre la bruma mística sonora, folclórica y electrónica, que aporta la música de Le Parody.

  • Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: 25 y 26 de noviembre. Cuánto: entradas agotadas.