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Historia de la indumentaria española

Tinte, piercings, plataformas y bulos: dime cómo vistes y te diré de qué siglo eres

En “Historia de la indumentaria española”, Consuelo Sanz de Bremond desvela con detalle las prendas, accesorios y modas que han definido a cada época y ofrece datos muy desconocidos y sorprendentes

La reina Margarita de Austria luciendo una lechuguilla del siglo XVII. Óleo de B. González
La reina Margarita de Austria luciendo una lechuguilla del siglo XVII. Óleo de B. GonzálezMuseo del PradoMuseo del Prado

Dime cómo vistes y te diré cómo eres. La ropa dice mucho de una persona y puede desvelar, de cierta forma, desde nuestra personalidad hasta incluso un estatus social o una ideología. Esto no es nuevo. Ha ocurrido a lo largo de toda la historia. Bien lo sabe Consuelo Sanz de Bremond Lloret (Valencia, 1963), divulgadora histórica especializada en la indumentaria de la Edad Media y Moderna.

Licenciada en Ciencias Biológicas y escritora, esta autora de la novela “La bordadora” y coautora, junto a Javier Traité, de “El olor de la Edad Media: Salud e higiene en la Europa Medieval”, se atreve ahora con un nuevo y curiosísimo libro titulado “Historia de la indumentaria española” (Editorial Almuzara), donde realiza un riguroso análisis de la vestimenta a lo largo de los siglos. Prendas que han ido evolucionando con el paso del tiempo o que han desaparecido, que son elementos que proporcionan mucha información sobre una época determinada y que hacen saber mucho más que el gusto estético de una persona o de una determinada sociedad.

En “Historia de la indumentaria española”, Consuelo Sanz de Bremond desvela con detalle las prendas, accesorios y modas que han definido a cada época y ofrece datos muy desconocidos y sorprendentes.

Portada del libro "Historia de la indumentaria española"
Portada del libro "Historia de la indumentaria española"Almuzara

Ignorada por muchos es, por ejemplo, la revolucionaria transformación que se produjo en el siglo XIV en algunas prendas. “En el siglo XIV, pasada la peste negra, los hombres empiezan a utilizar unas prendas que vienen del mundo militar y las introducen en su vestuario civil, concretamente la gente joven, la gente de la nobleza, que introducen en su vestuario civil unas prendas que reciben el nombre de jaqueta y jubón”, comenta la autora a este medio. “Eran unas prendas tan cortas que dejaban visibles completamente las piernas, aunque estas iban cubiertas con las calzas enteras, una especie de leotardos. Esto es revolucionario porque nunca hasta ese momento un hombre había mostrado completamente las piernas. El vestido que llevaban bien llegaba hasta las rodillas o bien llegaba hasta las pantorrillas, pero en este caso es que llegaban incluso a mostrar sus partes nobles. A partir de ahí la ropa va a sufrir cambios, muy lentamente, eso sí”.

Las mujeres también se atrevieron con llamativos complementos desde hace siglos como fue el tocado corniforme que lucieron en el siglo XIV y que dejaba atónitos a los extranjeros que visitaban España. Explica Consuelo Sanz de Bremond que “fue un tocado que se hacía con varias bandas de telas que se enrollaban y alcanzaron un tamaño bastante considerable. Lo que era estrafalario, es que tenía forma de falo. Los extranjeros que llegaban a España lo asimilaban a la parte masculina de los hombres. Eso les parecía obsceno. Ese tipo de tocados se dieron en el norte de España y su uso se extiende hasta el siglo XVII. También hubo en el siglo XIII otro tocado femenino, en el Reino de Castilla, que se hacía con pergamino. Se envolvía con unas bandas de lino y llegó también a ser muy alto. También fue muy estrafalario. Su uso desapareció al poco tiempo, pero la verdad es que también era muy extraño”.

Postizos, piercings y zapatos de plataforma

Muchos elementos usados hoy, no son novedosos de nuestra época. Los postizos, el tinte e incluso los piercings o los zapatos de plataforma ya existieron desde hace siglos. “Desde la antigüedad ya se llevaban pelucas. En el siglo XV hay retratos de hombres que las llevan. Las mujeres usaron cantidad de postizos para hacerse tocados. Hubo épocas en las que las mujeres querían ser rubias. Lo del pelo rubio ha llegado hasta nuestros días, pero viene de muy antiguo. Las que eran morenas querían ser rubias y he encontrado recetas para teñirse el cabello. En la zona del Mediterráneo, en la Corona de Aragón, los hombres también se teñían de rubio”.

Los postizos no solo fueron de pelo, los hubo también anatómicos, para ciertas partes del cuerpo. "En el caso de los hombres, en el siglo XVI, usaban postizos en las pantorrillas para estilizar sus piernas. Como las mostraban completamente, con estos postizos les quedaban unas piernas bien formadas”.

Retrato de Carlos V pintado en 1533 por Tiziano
Retrato de Carlos V pintado en 1533 por TizianoMuseo del PradoMuseo del Prado

Respecto al calzado con plataforma, la autora explica que “ya se utilizaba en el siglo XV. Eran chapines, un calzado español que apareció en el siglo XIII y que tenía la suela confeccionada con láminas de corcho. Es en el siglo XV cuando se empiezan a poner cada vez más láminas de corcho. La altura de la mujer empieza a subir y hay testimonios, como el de Fray Hernando de Talavera, confesor de Isabel la Católica, poniendo el grito en el cielo porque decía que por culpa de las mujeres estaba desapareciendo el corcho”.

En cuanto a los piercings, fue la propia Consuelo Sanz de Bremond la que comenzó a estudiar más a fondo este fenómeno estético observando cuadros. “Me fijé hace muchísimos años, mirando cuadros de damas de la corte. Me di cuenta de que había mujeres que tenían más de un pendiente en cada oreja. Esto me llevó a mirar cada vez más cuadros. No se sabe por qué se pone de moda en la segunda mitad del XVI hasta muy principios del XVII, que ya desaparece. Es una moda que también he encontrado en Italia y solamente entre las damas de la corte. Podemos ver en esos retratos de corte, a mujeres que lucen más de un pendiente. He llegado a contar hasta siete aros en una oreja”.

De la saya con verdugo, a la capa y la camisa

En lo que se refiere a una de las prendas más comunes y utilizadas hoy, la camisa, Sanz de Bremond aporta un dato sorprendente. “Es curioso que ahora mostremos las camisas. No la ocultamos como se ocultaba durante la Edad Media, porque era una prenda muy íntima, como las bragas o los calzoncillos. No se podía mostrar. A partir del siglo XIII, en el caso de las mujeres, empiezan a mostrar parte de la camisa con unas prendas que pierden sus mangas. Mostraban, así, las mangas de la camisa y los laterales, pero no salían así a la calle. Lo usaban en casa, a lo mejor con invitados, en una situación de familiaridad. Dependiendo de la época, la camisa se va a ocultar más o menos y sobre todo va a ser más propio de las mujeres”.

En el caso de la camisa, esa prenda ha llegado a nuestros días. Otras, como la saya con verdugo, una de las favoritas de la escritora, desaparecieron. “La saya con verdugo me parece una de las prendas más maravillosas que ha habido en la indumentaria española. La saya es un vestido de mujer que hasta la segunda mitad del siglo XV fue una prenda de cortes muy simples. A partir de ese momento se le cosieron unos aros de madera en la falda, con lo que quedaba acampanada. Esto fue también muy revolucionario porque la saya se convirtió así en una prenda más complicada de lo que era antes. Fue revolucionario porque, por primera vez, con la saya con verdugo, la mujer vistió de una forma diferente. Esta prenda dio lugar al verdugado del siglo XVI, una falda con aspecto cónico que vemos en los retratos de corte de las mujeres y que tuvo influencia luego en el resto de Europa”.

La infanta Isabel Clara Eugenia retratada por Alonso Sánchez Coello.
La infanta Isabel Clara Eugenia retratada por Alonso Sánchez Coello.Museo del PradoMuseo del Prado

Si hay una prenda que fue muy utilizada en España, esa fue la capa, que formó parte de la indumentaria de los hombres durante siglos y que llegó a prohibirse por el mal uso que algunos hicieron de ella. “En el XVIII los hombres, aparte de llevar la capa, llevaban también sombreros muy amplios. Con ellos y con las capas, se cubrían completamente y podían ocultar su identidad. Eso era un problema porque había gente que delinquía tapada, por lo que se tuvo que prohibir, pero no se consiguió, porque la gente se levantó en contra de la normativa”.

Bulos célebres

Hay muchos bulos célebres sobre prendas. Consuelo termina la conversación destacando uno, “ahora que ya estamos en Semana Santa”. Se trata del bulo sobre el capirote de los nazarenos. “No es raro escuchar o leer que proviene de la coraza que la Inquisición española colocaba a los reos condenados. Esto no es verdad, porque el capirote ya se utilizaba desde el siglo XIV, y la Inquisición española comienza a finales del XV. Esta forma de cubrirse viene de Italia, de las procesiones de flagelantes, que llegan a ponerse como una especie de capirotes, que nosotros llamamos capuchas. Eran capirotes con los que se cubrían completamente la cabeza y tenían unos agujeros para los ojos. Por eso no tiene nada que ver con la coraza, que era un cartón que tenía forma cónica y que simplemente se pintaba con una serie de colores y se le colocaba al reo”.