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Obituario

Muere Manuel Ángel Millares, ganadero de tres hierros con alma propia

Desde su finca en la dehesa Pelegrín, impulsó un proyecto ganadero múltiple, con identidad y visión clara, dejando una marca firme en la crianza del toro bravo

Detalle del crespón negro que se han colocado esta tarde los diestros larazon

Manuel Ángel Millares ha fallecido en su domicilio de Trigueros tras una enfermedad que afrontó con la misma discreción con la que vivió gran parte de su trayectoria. Ganadero de bravo y empresario taurino, construyó a lo largo de casi treinta años un proyecto ganadero singular, repartido en tres hierros y tres encastes distintos, con los que dio forma a su visión del toro.

Desde la dehesa Pelegrín, en tierras onubenses, consolidó los hierros de Manuel Ángel Millares, Torremilla y Los Millares, cada uno con personalidad propia. El primero, con sangre Jandilla-Juan Pedro; el segundo, de origen Núñez; y el tercero, con procedencia Atanasio. Tres líneas, tres caracteres, una sola pasión: el toro bien hecho.

Su implicación con la fiesta fue más allá de la ganadería. Ejerció como empresario en varias plazas andaluzas y navarras, con especial atención a las de Trigueros y Valverde del Camino. Fue también apoderado de Israel Castilleja "El Triguereño", torero de su tierra, al que acompañó con cercanía y convicción.

Durante una etapa de su carrera, formó parte de la directiva de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, desde donde defendió el trabajo del ganadero con firmeza. Dos de sus hierros estaban inscritos en dicha entidad, mientras que Los Millares pertenecía a la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas.

Era un hombre de ideas claras, más dado al trabajo diario que al protagonismo. Su labor silenciosa en el campo, su apuesta por la variedad genética y su constancia a lo largo de los años lo convirtieron en un referente discreto pero respetado por quienes valoran la autenticidad en la crianza del toro.

Con su muerte, la tauromaquia pierde a un ganadero que entendía su oficio como una forma de vida. Su legado queda en los cercados que llevan su sello y en el recuerdo de quienes compartieron con él la afición, el compromiso y el amor por el toro bravo.