El regreso

Vuelve la fiesta y el toreo de Urdiales a Gijón más allá de las patrañas políticas

El riojano corta la única oreja de la tarde en el festejo que supone la vuelta de los toros a la plaza de toros de Gijón

Vuelve la fiesta y Urdiales más allá de las patrañas políticas
Vuelve la fiesta y Urdiales más allá de las patrañas políticasEmilio Méndez/circuitosTaurinos

Ana González, la ex alcaldesa de Gijón, a Dios gracias, pasará a la historia por haber sido la política que abolió durante el tiempo que estuvo al frente del cargo los toros. El delirante motivo que justifica que los ciudadanos hayan pagado un sueldo público es que en el último festejo dos de los toros se llamaban «Feminista» y «Nigeriano». Un gran punto de partida que da cuenta del nivel político que nos acompaña y que hace que nos sintamos más seguros en la gestión de nuestros elevados impuestos. Con muy poco tiempo, Zúñiga montó la feria de la vuelta a la normalidad después del delirio de la señora González tras el cambio de gobierno. El cura en la homilía matinal lo celebraba abogando a un derecho fundamental del que el PSOE se supone que es abanderado: la libertad. (Pero ojo sólo la que ellos nos imponen. Qué vida está. Y chitón). El cartel para el regreso, la vuelta, a pesar de la premura, era extraño con un jinete, veterano, Pablo Hermoso, con la retirada en el horizonte, la maestría de Urdiales y el novillero Manuel Román. Estos dos últimos con la de Zacarías Moreno. La climatología nos hacía sentir que estábamos en otro planeta, rondando los 20 grados y algo de lluvia mientras el resto de la península se fríe. España es tan plural que hay que amarla con todas su diferencias.

El jinete

Pablo Hermoso anduvo pulcro con ese primero que abría plaza y cartel. Era un volver a volver como si nunca nos hubiéramos ido. Frío el ambiente con el noble toro con el que cosechó silencio y saludos con un cuarto que se dejó hacer en una faena más vibrante y con peor remate a espadas.

Loco por rajarse estaba el segundo de Zacarías, que Urdiales brindó a Moriyón, la nueva alcaldesa (por la que los toros se pueden vivir de nuevo libremente, bello concepto este en estos tiempos que nos venden tanta modernidad y evolución envenenada). El toro valió para poco y el riojano se justificó. Exigente fue el quinto. Tenía sus cosas dentro, guardadas pero no estaba claro que sacárselas no tuviera elevado riesgo. Urdiales fue buscándolo las vueltas poco a poco y en el último tramo de la faena llegaron los momentos de más interés y gozo. No hubo lugar al aburrimiento y tras la tocada Diego paseó un trofeo.

Manuel Román fue el novillero de la casa que se las vio con un ejemplar de Zacarías muy tosco y desigual en su ritmo. El torero no volvió la cara y quiso siempre, a pesar de que tenía el oficio justo.

El sexto le dejó estar de otra manera, más noble y con duración. El animal permitió a Román torearlo primero a placer y después acabar con un arrimón de órdago cuando al de Moreno se le acabó la mecha. La espada se le atascó, como a la exalcadesa se le habían atascado los toros o la libertad, llámalo como quieras. Es por eso que estábamos de enhorabuena. Éramos libres. Parece mentira. A nadie le obligaban a nada, que nadie se olvide.

Ficha del festejo

Gijón (Asturias). Primera de feria. Toros de Romao Tenorio para rejones y Zacarías Moreno para lidia ordinaria. El 1ºy 4º, noblones; 2º, rajado y a la defensiva; 3º, brusco y de desigual ritmo; 5º, exigente; 6º, noble y bueno.

Media entrada.

Hermoso de Mendoza, rejón (silencio); dos pinchazos, rejón (saludos).

Diego Urdiales, de verde oliva y oro, pinchazo, estocada (silencio); estocada desprendida (oreja).

Manuel Román, de rosa y oro, media perpendicular y ladeada (silencio); bajonazo, estocada, estocada (saludos).