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Cine

"Los Tortuga" de Belén Funes: caparazones de ausencia

La directora deslumbra con un segundo largo maternofilial atravesado por la clase y el duelo

Un fotograma de "Los Tortuga"
Un fotograma de "Los Tortuga" Imdb

Como aceitunas vareadas que se agitan con la intensidad física de quien las golpea sabiendo que están muy pegadas –aunque a veces parezca lo contrario–, Delia y Anabel, Anabel y Delia, una madre que actúa como si no conociese a su hija y una hija que actúa sabiendo que conoce demasiado a su madre, recorren juntas, atravesadas por un sentimiento indisoluble de clase, los escenarios afectivos marcados por la pérdida del padre –y marido– y los habitados por ambas en términos de identidad y raigambre y presente (desde el reducto de tranquilidad que ejemplifica Jaén, tierra del difunto, hasta la Barcelona atropellada por la desigualdad y el hacinamiento urbanístico en la que viven) en la última y extraordinaria propuesta de Belén Funes que en la pasada edición del Festival de Málaga logró alzarse con la Biznaga de Plata al premio especial del jurado, a mejor dirección y a mejor guion: "Los Tortuga".

"Quería escarbar un poco en qué significa ser madre de alguien pero también en qué significa ser hija"

Belén Funes

Al preguntarle por la procedencia de ese interés repetido –siendo en este caso la reiteración un buen síntoma estilístico y en ningún caso el subrayado de ninguna carencia– hacia los vínculos paternofiliales como ya demostró en la bellísima y también premiada "La hija de un ladrón", Funes admite que es muy fan del tratamiento propuesto por una escritora como Carmen Martín Gaite; "me encanta leerla porque creo que ha desarrollado muchísimo este universo entre madres e hijas y hay una cosa que me gusta particularmente de cómo ella escribe o de cómo ella las connota o retrata estas relaciones y es que lo hace asumiéndolos como lugares donde puede haber muchísimo amor, muchísima ternura, muchísima entrega por parte de una hacia otra pero a la vez esta también puede ser un espacio para la violencia, para la frustración y para la demostración de tu ferocidad, ¿no? –señala la cineasta catalana antes de proseguir–. Quería hablar de las madres y las hijas no desde ese lugar rosa, quizás más edulcorado, donde parece que el amor lo puede todo sino intentar darle más profundidad, escarbar un poco en qué significa ser madre de alguien pero también en qué significa ser hija desde ese lodo que supone la pérdida, desde esa supervivencia necesaria en un presente que está siendo súper complicado para ellas, investigar desde ese lugar quizás más oscuro".

Sin condescendencia

Y en mitad de esa oscuridad sembrada estratégicamente para que crezcan nuevos afectos y de esa forma de gestionar la ausencia tan diametralmente opuesta entre una y otra, hay un recuerdo del ser amado que se aleja y un pan mojado en aceite que sirve para curar la pena y un futuro preñado de proyecciones inciertas y condicionantes económicos y una trenza cortada exhibida en un altar y unas raíces extendidas por la geografía de lo perdido que parecen saberse de memoria el camino a casa.

"Odio profundamente la condescendencia en el cine"

Belén Funes

"Siento que cuando estoy escribiendo o rodando y creo que eso también lo comparto con compañeras de generación, no me gusta ponérselo más difícil a los personajes de lo que los personajes ya lo tienen. Creo que a veces se puede caer en esa falsa idea de que cuanto más dramático sea lo que sucede en la historia que estás contando más puedes enganchar al espectador y es absolutamente todo lo contrario: a veces en las cosas más pequeñas es donde está la tragedia. Para mí es más trágico ver a Delia observando el jersey de su marido en una silla y pensando ‘‘hace un año que estabas aquí’’ que mil cosas absolutamente chillonas y estridentes que puedan pasar. Me parece que en el fondo lo que intentamos en cada proyecto es lograr una forma de contar las películas que bascula entre eso que es súper íntimo y todo aquello que es político y que también están en esta historia. Aquí lo íntimo está puesto en valor y quizás por eso el tratamiento del duelo incluye una sensación de esperanza, de que todo saldrá adelante. No sabemos cómo, pero todo seguirá marchando y eso creo que tiene con la voluntad de querer ser activista desde un punto de vista coherente que no dramatice ni sea condescendiente con los personajes, algo que odio en el cine profundamente, la condescendencia", se despide notablemente agradecida, sin mostrar un ápice de ella: ni en su tono, ni en este homenaje al recuerdo de esas fotos en blanco y negro de personas con maletas a cuestas que constituye "Los Tortuga".