Tragado por Anish Kapoor
Hace un par de tardes, un hombre italiano de 60 años quiso acercarse a una exposición de Anish Kapoor y cayó literalmente en el interior de una de sus piezas, que cuenta con una profundidad de dos metros y medio
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Hace un par de tardes, un hombre italiano de 60 años quiso acercarse a una exposición de Anish Kapoor y cayó literalmente en el interior de una de sus piezas, que cuenta con una profundidad de dos metros y medio.
El arte contemporáneo ha convertido lo plástico en un abismo de teorías donde cada vez resulta más fácil marrar en sus interpretaciones, simbolismos, significados o intenciones. Desde hace tiempo las vanguardias son un terreno resbaladizo, en el que cada día es más sencillo tropezar, y no solo en el plano conjetural y metafórico. Hace un par de tardes, un hombre italiano de 60 años quiso acercarse a una exposición de Anish Kapoor y cayó literalmente en el interior de una de sus piezas, que cuenta con una profundidad de dos metros y medio, dando así fe de los riesgos que empieza a entrañar acudir a un museo moderno, aparte, por supuesto, de la fatalidad que conlleva ilustrarse en demasía.
Al acertijo actual de qué es una obra de arte y qué no lo es en las salas museísticas dedicadas a tendencias recientes de la pintura, el videoarte, la escultura y el universo en expansión que representan las performances, hay que sumar ahora un nuevo elemento, el de daños personales, una arista de la creación que se había explorado solo a través de esa variante que era el «Body Art» y otros senderos parejos, que reinterpretaron la piel como cañamazo para tatuajes y otras variadas originalidades, pero que jamás se había tenido la cortesía de extender al público. El incidente, que ha conllevado la hospitalización del visitante, que quizá quiso resolver el misterio latente de si era real aquel círculo negro que vislumbraba en medio del suelo o un trampantojo improvisado por Kapoor para la ocasión (el artista, conviene recordar aquí, ha comprado, parece que por una suma inmoderada, el uso exclusivo de la sustancia más oscura conocida para emplearla en sus diversas esculturas y trabajos).
El incidente ha obligado al Museo Serralves de Oporto a cerrar de manera temporal el acceso a esta exhibición para evitar próximos traspiés y proceder a una correcta señalización tipo «¡Cuidado! ¡Obra de Anish Kapoor! ¡Peligro de accidente!» o algo de semejantes trazas y consideraciones, sentando de esta manera un antecedente que puede ser fatal: que en el futuro las señalizaciones acaben confundiendo las retrospectivas con una red de autopistas. Kapoor, relatan, buscó inspiración en la «Divina Comedia» del Dante para dar a su infierno medieval esa materialidad abstracta que tanto pone hoy a los intelectuales de la cosa, o sea, del arte, pero, de momento, lo único ha conseguido es que algún despistado caiga del limbo de la abstracción para reencontrarse de golpe con la realidad.