Historia

Estados Unidos

La gripe española, en el origen de la fortuna de la familia Trump

La póliza cobrada tras la muerte del abuelo del presidente norteamericano fue invertida en una inmobiliaria que daría pie al imperio financiero.

Elizabeth (1880-1966) y Friedrich Trump (1869-1918), en un retrato de época. Abajo a la izquierda, imagen de un hospital combatiendo la gripe española
Elizabeth (1880-1966) y Friedrich Trump (1869-1918), en un retrato de época. Abajo a la izquierda, imagen de un hospital combatiendo la gripe españolalarazon

La póliza cobrada tras la muerte del abuelo del presidente norteamericano fue invertida en una inmobiliaria que daría pie al imperio financiero.

Mucho se ha escrito de la Gran Guerra (1914-1918). Principalmente, por el elevado número de víctimas y por todo lo que supuso para el mapa mundial. Alrededor de 17 millones de muertos, dependiendo de la fuente, se estima que se cobró el enfrentamiento. Sin embargo, no menos áspero fue otro hito que convivió con ésta por unos meses: la gripe española, que de española tuvo poco en su origen, pero así quedó para siempre en los libros. «Invadió todo el planeta en un abrir y cerrar de ojos. La mayoría de las muertes se produjeron en solo trece semanas. Fue amplia en el espacio y breve en el tiempo, comparada con una guerra prolongada y limitada geográficamente». No hay cifras de fallecidos que la sitúen nunca por debajo de su compañera de viaje, la IGM; y, aun así, son muchos menos los libros y los debates que se han detenido a tratarla por considerarla un hecho sin excesiva relevancia. En la misma línea, WorldCat, el mayor catálogo de bibliotecas del mundo, apunta 80.000 publicaciones sobre la Primera Guerra Mundial (en más de 40 lenguas) y apenas 400 sobre la enfermedad (en solo cinco). Lo que de todas formas «supone un aumento exponencial con respecto a lo que se había escrito hace 20 años», dice Laura Spinney, autora del último título sobre la gripe, «El jinete pálido» (Crítica), y activista de la causa para reconocer el «olvidado» peso en la Historia de esta pandemia que cumple cien años de su primer caso.

Caso único en el siglo XX

¿Por qué no colocar en su lugar a la causa con mayor mortalidad de todo el siglo XX –sí, más que las dos guerras mundiales juntas y participante indirecta en, al menos, una de ellas–?, se pregunta la escritora y periodista. Los entre 50 y 100 millones de muertos –2,5-5% de la población mundial–, que la sitúan como la mayor epidemia desde el medievo, han llevado a Spinney a recuperar una enfermedad que se recoge en los libros como una «anécdota», pese a infectar a 500 millones de personas –una de cada tres–, y a darle el papel protagónico: «Fue clave para el devenir del mundo». Tanto como las guerras, el auge del comunismo y la descolonización, y con una fuerza política considerable, escribe: «Remodeló las poblaciones humanas de una forma más radical que ningún otro acontecimiento desde la Peste Negra». A los citados conflictos bélicos hay que sumar el empuje a la India hacia la independencia, su contribución en el «apartheid» surafricano y los coqueteos de Suiza con la guerra civil. En todo ello estuvo la gripe implicada, y no como suceso aislado.

Las fiebres también encontraron su hueco en los nuevos ricos que trajeron las pólizas de seguros de vida. Los beneficiarios de éstas se llevaron hasta 100 millones de dólares –el equivalente a 20.000 millones de la actualidad– en indemnizaciones después de la pandemia. Como caso significativo, el de «la muerte a causa de la gripe de un inmigrante alemán en EE UU –reza el libro–. Su viuda y su hijo recibieron una suma de dinero que invirtieron en inmuebles y hoy la fortuna de su nieto supuestamente asciende a miles de millones de dólares». El nombre de este último es un habitual de las conversaciones de hoy: Donald Trump. Un giro del destino que aportó, a su manera, para forjar la que es en 2018 una de las fortunas más relucientes del planeta, poder político al margen, aunque derivado de esto.

Pero no a todos les fue ni la mitad de bien que al presidente norteamericano: «A la mayoría le aguardaba un futuro menos prometedor». Un estudio sueco determinó que por cada muerte a causa de la gripe, cuatro personas acabaron en un albergue para pobres. Reajuste global en el que muchos cayeron en el olvido: «Los inválidos permanentes, incluidos los melancólicos, que ya no podían trabajar y que eran tan incomprendidos como los veteranos de guerra que padecían la ''depresión de Flandes'', aunque probablemente más numerosos: las viudas sin esperanza de encontrar otro marido; los huérfanos a los que nadie quería...», escribe Spinney.

Consecuencias de un brote matutino del 4 de marzo de 1918: Albert Gitchell, cocinero del campamento Funston, en Kansas, «acudió a la enfermería con irritación de garganta, fiebre y dolor de cabeza. Para la hora del almuerzo, la enfermería ya trataba más de un centenar de casos y, en las semanas siguientes, enfermaron tantos que se requisó un hangar para acomodarlos a todos». Se considera el «paciente 0», el que marca el inicio de la epidemia, a sabiendas de que es prácticamente imposible conocer el primer caso. En mayo de ese mismo año, ya se registraban casos en Alemania y en el puerto ruso de Odesa. Más tarde en el norte de África y, antes de terminar el mes, en Bombay. De donde se trasladaría a Asia: «Una rara epidemia asola el norte de China», despertaba «The New York Times». «En agosto, la gripe regresó transformada». Era la segunda oleada, más letal, y llegando al punto de que «si oías toser a un vecino o a un pariente, o le veías desplomarse delante de ti, sabías que era muy posible que también estuvieras enfermo. En palabras de un funcionario de Sanidad de Bombay, la gripe española llegó como ''un ladrón en la noche, con una aparición rápida e insidiosa''». Con ese panorama de expansión incontrolada era necesario tomar medidas por parte de los gobiernos. Solo Alemania, con el programa nacional de seguro médico establecido por el canciller Otto von Bismarck a finales del XIX, Gran Bretaña y Rusia tenían una red sanitaria medianamente viable –pese a las bajas que sufrieron–, siendo este último el primer país en implantar un sistema de asistencia centralizado y totalmente público en 1920, aunque no abarcaba las poblaciones rurales.

Espíritu «healthy»

Como es natural, fue el mundo sanitario el espectro más influenciado por la gripe española, al ser ésta la impulsora de numerosas vacunas heredadas hoy y de un espíritu «healthy» que hasta hizo Real al equipo de fútbol de Madrid: «El énfasis en la prevención, que iba más allá de la higiene e incluía el deporte, la conciencia del cuerpo y la dieta. Estas ideas llegaron a las masas con la aprobación y el aliento de las élites, que vieron en ellas una forma fácil de distraer a las clases bajas de la peligrosa tentación del comunismo. Así, el rey Alfonso XIII, cuyo famoso caso de gripe había influido en el nombre que se asignó a la pandemia, otorgó el imprimátur Real al Madrid Club de Fútbol en 1920 y convirtió el fútbol en pasatiempo nacional». Así, y en sentido burdo, se podría afirmar que la salud de la humanidad fue mejor después de la gripe española: «Sí, la capacidad biológica para reproducirse aumentó y tuvieron más hijos», sentencia Spinney.

Una saga con ADN emprendedor

Los Trump son el ejemplo del sueño americano cumplido, aunque viendo hasta dónde han llegado, ni más ni menos que la Casa Blanca, bien se podría decir que es el ejemplo excepcional de la idea original. Sus abuelos emigraron de Europa a Norteamérica a finales del siglo XIX para convertirse en una familia de clase media-alta que vivía sin agobios. En 1899, Friedrich Trump ya firmaba como copropietario del White Horse Hotel y del Artic Restaurant (en la imagen), en la provincia del Yukón (Canadá), y comenzaba a amasar una fortuna que tendría continuidad tras su muerte por gripe española, como recuerda Laura Spinney en su libro. Así, Elizabeth, viuda del empresario y abuela del actual presidente de Estados Unidos, aprovechó el seguro cobrado para ampliar las cuentas junto a su hijo Fred. Con solo 23 años, éste, padre de Donald, levantaba en Queens (Nueva York) su propia inmobiliaria, Trump Organization. Negocio que terminaría heredando y potenciando Donald. Antes de cumplir los 30, el inquilino de la Casa Blanca ya estaba al frente del imperio y apostó por remodelar el Hotel Commodore en pleno corazón de Nueva York, lo que sería un éxito.