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Cerro Uritorco, la meca de peregrinación esotérica en Argentina

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El Cerro Uritorco, considerado ya un lugar sagrado por sus habitantes hace tres siglos, se ha convertido en un centro de peregrinación esotérica que es regentado por una familia argentina, su propietaria desde hace más de 25 años. Con sus magnéticos 2.000 metros de rocas, verde y tierra, el Uritorco acapara la atención desde cualquier punto de Capilla del Monte y da motivos de sobra a quienes pisen esta ciudad en la provincia de Córdoba para tener la vista puesta en el cielo.
Todo, o casi, tiene que ver con este cerro en "Capilla", donde una larga fila de muñecos de extraterrestres sonríen bajo el peculiar techo de la calle principal y señalan, a sus costados, incontables fotos de la mole que contiene a la población. "La gente viene a la ciudad por este cerro y genera un gran movimiento turístico porque muchos quieren ver estas cosas", afirmó Sonia Anchorena, propietaria de estas tierras junto con su hermana Mercedes.
Anchorena se refiere a los ovnis que un sinfín de visitantes asegura haber visto en el cerro y que congregaron a decenas de aficionados en el XVII Congreso Internacional de Ovnilogía que acoge Capilla del Monte hasta hoy.
«Portal» con la vida extraterrestre
El Uritorco apareció en escena como "portal"con la vida extraterrestre cuando en 1986, cuentan que una nave dejó una enorme huella en una zona aledaña al cerro, conocido como el episodio de "La huella del pajarillo", ocurrido en la sierra homónima.
Sin embargo, las voces de los locales están divididas sobre la veracidad de este hecho y hay quienes lo consideran una estrategia para atraer turistas.
"Los que lo investigamos a fondo sabemos que ese caso fue armado como publicidad y lo que hizo fue exponer un tema del que ya había registro acá desde 1930", afirmó Fernando Diz, periodista especializado en ovnilogía y religiones comparadas.
Si bien el auge turístico se dio en los últimos veinte años, hay registros de que el cerro ya era considerado un lugar sagrado por los indios "comechingones"hace tres siglos, famosos por haber dejado el legado de la "tonada"que caracteriza el acento cordobés.
"Hay registros históricos que mencionan que los antiguos pobladores peregrinaban hasta el cerro, que es el más alto de las sierras chicas y la leyenda dice que enmarca la ciudad escondida de Erks", dijo a Efe Luz Mary López, directora del Centro de Informes Ovni.
«Cerro de los loros»
El nombre del Uritorco, en realidad, nada tiene que ver con lo esotérico, sino que significa "Cerro de los loros"en quechua, debido a la gran población que tenía de estas aves hasta el siglo pasado, cuando el Gobierno las declaró plaga y exterminó a todas.
Hoy, el número de visitantes que recibe el cerro es una cifra que los organizadores prefieren no brindar, aunque su página web oficial pregona unas 30.000 personas al año y locales del área turística señalan triplican esa cantidad.
"Las épocas de mayor afluencia son el mes de enero y Semana Santa, que ahí, se llena", aseguró Anchorena, quien lamenta no haber podido subir nunca al cerro, debido a un problema en la cadera, "aunque vi fotos y sé que la vista es maravillosa", resaltó.
A excepción de los locales, que no pagan, el ascenso al cerro cuesta 130 pesos argentinos (unos quince dólares) para todo visitante, precio que se duplicó desde el año pasado, según comentan los viajeros frecuentes.
Su guardián, Rafael García Llorente, comentó que tienen guías especializados y "todo se invierte para la seguridad del que viene, porque hace un año y medio que no bajamos a nadie en camilla, cuando antes lo hacíamos con quince por mes", afirmó.
"En general, todas las montañas son propiedad privada, como en el sur, por ejemplo, donde está todo comprado porque están dentro de campos", afirmó Anchorena, haciendo referencia a la "desilusión"que le causa a algunos turistas ver que el mítico centro tiene dueños.
"Yo quiero que todo esto quede como está, porque así está muy bien cuidado y lo hacemos porque queremos mucho al cerro, ponemos toda nuestra energía en que siga así, natural", concluyó.