Viggo Mortensen: "Estados Unidos vive su peor momento desde la Guerra Civil"
Viggo Mortensen estrena su segunda película como director, «Hasta el fin del mundo», un pasional wéstern feminista protagonizado por Vicky Krieps
Madrid Creada:
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Aparece al final de un pasillo casi secreto y tapizado, sentado con toda la calma y el oficio que da haber sido nominado a tres Oscar como actor y lanzarse al jaleo de la dirección, por segunda vez, con un western afeminado y, explica, también feminista. Viggo Mortensen (EE.UU., 1958) estrena esta semana en cines españoles “Hasta el fin del mundo”, su segundo largometraje como responsable de todo tras la exitosa “Falling” y en la que se transfigura -aunque poco le cuesta, por su propio lío de pasaportes- en danés inmigrante en América que decide defender a su país de acogida -y de asimilación- en la Guerra de Secesión. Unionista en la ficción y ultra de San Lorenzo de Almagro en la vida real, con esa bolsita del ciclón azul y rojo que le acompaña a todas partes, el otrora y para siempre Aragorn, hijo de Arathorn, se sienta con LA RAZÓN a reflexionar sobre su película, el papel que le ha regalado a la siempre extraordinaria Vicky Krieps en ella y esa constante asociación entre lo muy masculino y lo muy bélico que le lleva toda la vida contrariando.
“Cuando empecé a escribir el guion, di con una mujer independiente, libre de pensamiento, algo terca. Pensé que sería interesante ponerla en un contexto histórico donde fuera más difícil ser mujer y ser así, ponerla en un lugar donde las fronteras no se han cerrado todavía y el mundo está dominado por los hombres. Hombres poderosos, corruptos, amorales”, explica Mortensen, que aquí también escribe el libreto y decide que el punto de vista sea el de Krieps, una francófona en tierras confederadas que encuentra en el hierático personaje que interpreta el director a un amor estoico, un hombre silente que ama fuerte, pero también distinto, que la quiere, pero mucho más libre que sus contemporáneos. “Aunque mi personaje es torpe y es lento, no miente. Está dispuesto a evolucionar o, por lo menos, le interesa lo que siente o piensa su mujer. A muchos hombres de su época no les interesaría”, completa el director, entregado a la idea revisionista (y no por ello menos cierta) de que el wéstern es el único género que permite narrar todos los géneros.
Y es que en “Hasta el fin del mundo”, a medio camino entre la épica y el romance lúcido, Mortensen nos cuenta el principio de Estados Unidos desde el final de una historia de amor atípica: creación y destrucción se dan la mano por la vía de la violencia, elemento transformador de fronteras, pero también de conciencias humanas, sobre todo si lo abordamos, como en la película, desde una perspectiva de género. “Las guerras suelen ser masculinas, pero cada vez hay más mujeres que apoyan la violencia. No tengo respuestas claras, por eso cuento historias como esta. Mi punto de partida no es político o ideológico, pero viendo esta película uno puede plantearse si las guerras son siempre un error. ¿Por qué no aprendemos? Ofrezco preguntas, no respuestas”, completa un Mortensen orgulloso de ceñirse a la verdad histórica sin necesidad de situarnos geográfica o históricamente de manera explícita: “Yo hice esta película para un espectador, para mí. Y si a otros les gusta, genial. Me parece aburrido mostrar y subrayar todo. La gente no es estúpida, y mi punto de partida con el espectador siempre será que es muy listo”, apunta vehemente.
Nacido en Nueva York, de padre danés y madre estadounidense que se conocieron en Noruega, Mortensen se crio entre Venezuela y Argentina, lo que marca todavía hoy su acento al abrazar el español y, sobre todo, su atención a las causas globales. No es de extrañar, por tanto, que durante toda la charla luzca un pin con el escudo de Ucrania, en señal de apoyo, ni que se atreva a plantear un álter ego que lucha por una patria ajena: "Mi personaje es como esta serie de personas que han ido a pelear por Ucrania, y no son ucranianos ni habían estado nunca en Ucrania. ¿Por qué lo hacen? Por razones morales. Alguno habrá loco, que tenga fantasías de matar gente, pero la mayoría van por razones morales. Igual que la gente que vino de otros países a luchar en la Guerra Civil española. Veían la injusticia y la manipulación", añade meridiano el director.
"La gente no es estúpida, y mi punto de partida con el espectador siempre será que es muy listo"Viggo Mortensen
Al final, en esa lección de feminismo que intenta ser el filme y que parece llegar algo tarde para el cine que nos recorre, pero que se encandila de «zeitgeist» si la llevamos a lo contemporáneo, "Hasta el fin del mundo" vuelve sobre su tesis para culpar a la violencia, esa que transpira -cuando Mortensen la deja- entre unionistas y confederados: "Estados Unidos no ha estado peor que ahora, nunca. Solo en la Guerra Civil y entonces había mucha menos población (...). Se busca la propagación de la mentira total para encontrar más discordia, más separación. Es muchísimo más grave lo que está pasando ahora que todo lo que ocurrió en el siglo XX", denuncia casi resignado Mortensen, que vuelve a firmar otro ejercicio correcto en las formas y sumamente epatante en la narrativa.