Teatro

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«Who is me. Pasolini (Poeta de las cenizas)»: Apuntes de un creador total

«Who is me. Pasolini (Poeta de las cenizas)»: Apuntes de un creador total
«Who is me. Pasolini (Poeta de las cenizas)»: Apuntes de un creador totallarazon

Autor: Pier Paolo Pasolini. Director: Àlex Rigola. Intérprete: Gonzalo Cunill. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el domingo y del 23 al 27 de mayo.

Había ganas en Madrid de ver por fin este montaje que Àlex Rigola ya había presentado el año pasado en Temporada Alta y que, por desgracia, no satisface a la postre las expectativas que muchos teníamos. Con un diseño del espacio escénico muy similar al que poco después usaría en «Vania» con tan buenos resultados, una caja de madera de reducidas dimensiones en cuyo interior conviven público y actores, el director da voz al polifacético artista Pier Paolo Pasolini a través de su poema autobiográfico «Poeta de las cenizas», texto inconcluso que fue hallado entre sus papeles después de su muerte. Con un estilo bastante prosaico –el poema estaba sin terminar– y deudor de ese afán de experimentación que marcó la evolución de su obra, el inabarcable autor de «Teorema» trazó en esta obra una suerte de semblanza biográfica, filosófica y artística que tiene más valor testimonial que poético. No ha debido de verlo así Rigola, quien ha prescindido de cualquier aspiración didáctica y ha fiado todo su espectáculo al intento de establecer una comunión emocional, entre el texto y el espectador, que tristemente nunca llega a producirse. Buscando un tono de introspección que en en la práctica se traduce más bien en una suerte de narración monocorde, Gonzalo Cunill, vestido de futbolista y dando, sin muchas cualidades técnicas, patadas a un balón, se larga un texto en el que hay consideraciones interesantes acerca de diversos asuntos como la «vulgaridad» de la burguesía, el destino de Italia, la literatura, el cine, la música... Sin embargo, todo suena plano y desprovisto de cualquier pulsión que incite al público a acompañar al personaje. Como consecuencia, el resultado es teatralmente pobre: nada hay en el espectáculo que el poema original de Pasolini no diga de manera más eficaz al lector.