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Entrevista

Wim Wenders: "La rutina es la puerta hacia la libertad"

"Perfect Days" marca el regreso del maestro alemán a la ficción con una elocuente historia sobre un limpiador de baños japonés

El director alemán Wim Wenders estrena "Perfect Days"
Wim Wenders: "La rutina es la puerta hacia la libertad" / El director alemán Wim Wenders estrena "Perfect Days"PETER LINDBERGH / WIM WENDERS ARCH.

Es el 7 de diciembre de 1967. Días después de la toma de contacto con el tema y una primera grabación buena, el guitarrista y productor Steve Cropper le pide a Otis Redding que, por favor, graben «(Sittin’ On) The Dock of the Bay» una vez más. Por si acaso. Tres días más tarde, el mítico cantante fallecería en un accidente aéreo y la canción, inmortal, se convertiría en el primer número uno póstumo de la historia de Estados Unidos. Y es que hay algo, tanto en la canción como en la poesía bella y cruel de lo cotidiano, ante lo que uno solo puede arrodillarse, ser testigo pasivo y hasta disfrutón. Eso es lo que hace precisamente Wim Wenders en «Perfect Days», donde suena Redding, claro, pero donde también nos encontramos con el mismo Lou Reed que le da título, con Patti Smith o Nina Simone.

Concebida como una invitación metódica a la rutina de un limpiador de baños japonés en el otoño de su vida, el nuevo portento del director de «París, Texas» (1984) o «El cielo sobre Berlín» (1987) discurre por la pantalla como una contradictoria rutina hacia lo inexplorado: «El guion casi se escribió solo, porque partíamos de una idea tan simple como contar la rutina de un personaje a lo largo de dos semanas. Y su rutina es casi siempre la misma, así que la estructura de los 12 días en los que ocurre la historia es muy simple. Se levanta, se lava, coge café de la máquina, se sube en su coche para ir a limpiar los mismos váteres de siempre… Su secreto es que vive en el ahora, y por lo tanto cada día es nuevo, una nueva historia», explica humilde el maestro alemán, entrevistado por LA RAZÓN. Y sigue: «Nos dimos cuenta de que presentar la rutina, precisamente, nos permitía adentrarnos en lo nuevo. Un día recibe una visita, otro día su asistente le roba los casetes para venderlos... La rutina se convirtió, porque lo es, en la puerta hacia la libertad».

Koji Yakusho es el protagonista de "Perfect Days", de Wim Wenders
Koji Yakusho es el protagonista de "Perfect Days", de Wim WendersACONTRACORRIENTE

La dignidad del trabajador manual

Wenders, que vuelve a Japón a cuarenta años de su «Tokyo-Ga», documental dedicado a la figura de un Yasujiro Ozu del que celebramos ya 120 años desde su nacimiento, establece los paralelismos entre ambos filmes: «Aquello era un proyecto estrictamente documental y mucho más pequeño. Yo era el director, pero también el cámara y el operador de sonido. Rodábamos lo que nos encontrábamos y era una película muy inocente, siguiendo las huellas de Ozu. Lo que tienen ambas películas en común es que están rodadas como un documental. De hecho, “Perfect Days” está más cerca del documental propiamente dicho en lo formal. El protagonista, Hirayama, interpretado por Koji Yakusho, se ha acabado convirtiendo en él. No tenía la necesidad de ensayar con él, tal y como en un documental, simplemente le seguíamos», explica el realizador, consciente de que buena parte del éxito global del filme -representará al país oriental en los Oscar y estará nominada a Mejor Película Internacional- tiene que ver con la carismática sonrisa de Yakusho.

Pero hay en «Perfect Days», más allá de la capa más obvia de humanismo real capaz de calentarle el corazón a cualquiera, una certera reflexión cultural e idiosincrática sobre el trabajo. Sobre cómo se concibe para los japoneses y sobre cómo se desarrolla, de país en país, en relación con la senectud y el esquivo concepto de la dignidad: «En Japón existe una tradición muy bella de gente trabajando hasta muy tarde en su vida y lo más bonito es la manera en la que los artesanos son apreciados con el tiempo. La gente que trabaja con las manos está mucho mejor valorada, no es el último escalafón de la sociedad como en otros países. Hay mucho respeto por ese trabajo manual, por el trabajar y producir bienes para otros. Y la limpieza está considerada de ese modo, porque este personaje no deja de ser un artesano de ello. Existe un ethos del trabajo reflejándose en el carácter. Por supuesto, hay quien trabaja por el dinero, pero en Japón mucha gente es su trabajo, sea eso bueno o malo. Y hay que respetarlo, porque es su manera de entender las cosas», apunta el alemán antes de llevarse la respuesta hacia lo personal.

"Perfect Days" se estrena en cines el 12 de enero
"Perfect Days" se estrena en cines el 12 de eneroACONTRACORRIENTE

«Si me preguntas, creo que son trabajólicos. Y es algo con lo yo conecto personalmente. Entiendo la idea de definirse con lo que uno es bueno haciendo, por mucha gente que haya haciéndolo. Mi padre fue cirujano, y uno muy bueno, porque siempre recuerdo a otros doctores diciéndoselo. Y tuvo que parar a los putos 65 años. Vi como perdió el propósito de su vida, vi como se moría», confiesa.

"Mi padre fue cirujano, y uno muy bueno, porque siempre recuerdo a otros doctores diciéndoselo. Y tuvo que parar a los putos 65 años. Vi como perdió el propósito de su vida, vi como se moría".

Wim Wenders

Día a día, entre exquisitas canciones y encuentros fortuitos, el espectador es invitado en «Perfect Days» a reordenar el rompecabezas de la vida del protagonista, del que apenas se nos dan pequeñas pinceladas a través de visitas, comentarios y secuencias oníricas. Y es que lo apabullante del nuevo filme de Wenders, más allá de sus conexiones con Ozu o Bresson, pasa por la capacidad del director para narrar sin apenas diálogos, devolviendo el cine a su esencia más iconográfica. No en vano, cuenta el realizador que el proyecto nació como un encargo, como una especie de estudio arquitectónico de un Tokio -y del barrio de Shibuya, para ser exactos- del que acabó prendado por sus gentes. «Allí existe mucho respeto por lo que se comparte, incluso aunque lo usen a diario. En Europa nos pasó al revés, la pandemia estropeó del todo ese sentido del bien común. Se respetan muy poco esos espacios. Cuando me invitaron, tuve que decir que no estaba interesado en los documentales, pero sí en la consciencia social del país. Se acabó convirtiendo en una película de personas», se despide humanista Wenders, que firma aquí una (otra) obra maestra.