Cataluña

De la fiesta del cava a la huelga eterna

El soberanismo no logra un baño de multitudes, pero prepara las calles para resistir.

Los independentistas más fieles arropan a los alcaldes a su llegada al Parlament de Cataluña
Los independentistas más fieles arropan a los alcaldes a su llegada al Parlament de Cataluñalarazon

El soberanismo no logra un baño de multitudes, pero prepara las calles para resistir.

Había más gente ayer esperando el regreso de la serie «Stranger Things» que celebrando la proclamación de la república catalana en las afueras del Parlament. La marquesina que hay en la esquina de la calle Pujades con el paseo Picasso, frente a la Ciutadella, que anuncia la nueva secuela de la serie ambientada en los mejores años 80 presagiaba lo que iba a venirle encima a Cataluña en unas horas: «aún más extraño». Pero los independentistas que respondieron a la llamada de Òmnium Cultural y la ANC para concentrarse en esa esquina, donde había pantallas para seguir el pleno, no le hicieron mucho caso. Llegaban tan ilusionados con celebrar la independencia de Cataluña que no tenían ojos para otra cosa.

Muchos jóvenes estudiantes y jubilados, sobre todo, llenaron la confluencia de Picasso con Pujades. Poco más. Era mediodía, horario laboral, pero en el meollo, daba la sensación de ser una multitud compartiendo un momento histórico. Estaban a punto de llegar a Ítaca. «Llegamos a ir a Bruselas», recordaba Ramon a su esposa Teresa, un matrimonio de 70 años, que se abrazaba emocionado antes de culminar el desafío secesionista. Un sueño para los soberanistas más convencidos, aunque sólo durara unas horas. «¿Pero no ven que esta tarde el Senado aprobará la aplicación del 155?», preguntaba una periodista a Alfons, 77 años, republicano y una vida esperando este momento. «Habré sido independiente unas horas», decía con lágrimas .

Bajo un sol de justicia, los pakistaníes vendían cervezas. Las «estelades» ya no eran negocio porque los soberanistas llegaban ya con las banderas como capas. Se sentían superhéroes. Como la cuadrilla de Stranger Things cuando salvan a su amigo Will Byers.

La concentración tenía mucho de liturgia por la fe ciega que los independentistas profesan hacia su causa. Abucheos al diputado de Ciutadans, Carlos Carrizosa, cuando auguraba entrar en una «dimensión desconocida», más abucheos y cantos de «que os vaya bien» cuando el PP abandonó el hemiciclo, gritos de «traidor» al PSC y todos en pie cuando hablaba la republicana Marta Rovira. La ANC repartió unos tarjetones para colgarse del cuello con los Jordis dibujados. Y cuando el Parlament proclamó la independencia «los Jordis» iban locos sobre los pechos soberanistas. Abrazos, besos y «Els Segadors». Muchos lloraban. Otros descorchaban botellas de cava y brindaban mientras aullaban al sol «som independents!».

¿Y ahora qué? Ahora, «no os vayáis», pedía uno de los organizadores a través de megafonía, «dirigíos a la entrada del Parlament por paseo Picasso y Wellington, que no hay nadie, para trasladar a los diputados que no están solos». «Y estad atentos a nuevas instrucciones». Muchos se fueron a comer, pero se sumaron a «la fiesta» frente al Palau de la Generalitat por la tarde con quienes salían de trabajar. Sant Jaume se llenó. Habrá que ver si se suman a la huelga convocada por la Intersindical CSC desde este lunes al 9 de noviembre si se constata el 155.