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Joao Félix despeja las dudas del Atlético

Los rojiblancos se clasifican para los octavos de final tras su victoria ante el Lokomotiv (2-0)

Champions League - Group D - Atletico Madrid v Lokomotiv Moscow
Soccer Football - Champions League - Group D - Atletico Madrid v Lokomotiv Moscow - Wanda Metropolitano, Madrid, Spain - December 11, 2019 Atletico Madrid's Joao Felix celebrates scoring their first goal REUTERS/Sergio PerezSERGIO PEREZReuters

Las desgracias no son eternas. Ni siquiera para el Atlético de Madrid, que tiene en Joao Félix un jugador con la personalidad suficiente para enfrentarse a todos los fantasmas. Tiene al portugués y la colaboración del Lokomotiv, que tardó 35 minutos en disparar por primera vez, aunque el remate de Rybus fue atrapado por Oblak con la tranquilidad del que abre los brazos para coger un cachorro que apenas sabe caminar.

El Atlético era muy superior a los rusos y salió convencido de esa superioridad. El partido se jugaba en el campo del Lokomotiv desde el comienzo. Tanto que a los dos minutos los rojiblancos ya tenían un penalti a favor para marcar el destino del partido. Era la oportunidad de poner fin a la racha de tres partidos sin marcar. Allá que fue Trippier, uno de los mejores especialistas del Atlético con la pelota parada. Kochenkov alargó la mano y las penas del Atlético. La pelota pegó en el poste y todo volvía a empezar.

Simeone dejó que Koke ocupara el medio del campo junto a Thomas. Eso suponía la liberación de Saúl, que tenía los ojos puestos en las llegadas de Lodi por el costado izquierdo. Entre los dos abrieron camino por ese lado para que el Atlético fuera arrimando el partido a su terreno.

Aunque el gol tuvo que llegar en otro penalti. No tiene un lanzador claro el equipo rojiblanco si Diego Costa no está en el campo. Morata falló en el primer partido de Liga y Trippier desperdició su oportunidad en el segundo minuto de partido. El turno corre y le tocó a Joao Félix, que tenía más claro que nadie que la jugada era penalti y que él lo iba a lanzar. El árbitro tuvo que consultar con el VAR, pero el portugués ya tenía la pelota debajo del brazo para lanzar. Trippier, mientras, hablaba con Oblak en su propia área.

Marcó Joao Félix y liberó al Atlético. No en el juego, donde era evidentemente superior, pero sí en la cabeza de sus compañeros. Otro error podía haber convertido los músculos de todos sus compañeros en un cuerpo rígido atacado por la ansiedad, pero no dudó.

Joao Félix es el líder del Atlético en el campo, el que pide la pelota siempre y la devuelve mejorada. Suyas fueron las arrancadas que llevaron al Atlético más cerca del gol. Y suyos fueron también los pases que más daño podían hacer a los rusos.

Pero el gol que permitía descansar las cabezas de los jugadores rojiblancos fue de Felipe. El central brasileño remató de volea en el aire un centro de Koke. Un remate impropio de un defensa en el que demostró su agilidad y su flexibilidad. Cualidades que confirmó en la voltereta sin manos que suele acompañar sus celebraciones de gol.

Felipe consiguió el gol que el VAR había negado a Morata. Otra vez el delantero rojiblanco se estrellaba contra la revisión en vídeo de las jugadas, que anuló su remate por estar ligeramente adelantado a la defensa del Lokomotiv. Pero Morata no pierde la fe y siguió buscando el gol, que se le escapó por muy poco en un remate de cabeza que salió por encima del larguero.

Morata y Joao Félix se entienden y de esa sociedad el Atlético espera sacar grandes rendimientos. Aunque el «7» no acabó el partido. Simeone le ahorró los últimos diez minutos para dárselos a Llorente. Era el cambio que completaba esa maniobra tan suya de hacer una variación ofensiva para corregirla pocos minutos después y dejarlo todo como estaba. Lemar había sustituido a Koke no mucho antes. La entrada del exmadridista devolvía todo a su lugar.

El Lokomotiv ya había renunciado a todo. Su delantero, el portugués Eder, el mismo que dio la Eurocopa a su país, había dejado el campo a falta de un cuarto de hora. Su principal preocupación había sido pedir a sus compañeros que le dieran las pelotas al suelo y no por arriba para que intentara controlar de cabeza sin ningún compañero alrededor. No había rival para el Atlético.