Rafael Nadal
La solidez de Nadal acaba con el show de Kyrgios
Rafa alcanza los cuartos de final tras imponerse por 6-3, 3-6, 7-6 (8/6) y 7-6 (7/4). Ahora espera el austriaco Dominic Thiem
Nadal ya está en cuartos de final del Open de Australia después de acabar en cuatro sets con Nick Kyrgios. Rafa se impuso por 6-3, 3-6, 7-6 (8/6) y 7-6 (7/4) después de 3 horas y 39 minutos en el partido más exigente en lo que va de torneo. La consistencia, el saber estar y la capacidad de leer los partidos volvieron a ser decisivos ante el jugador más heterodoxo del circuito. Nadal empezó más centrado, supo digerir el mejor momento del australiano y regresó sin fisuras en el tie break que marcó el desenlace del choque. En cuartos le espera Dominic Thiem. El balance con el austriaco es 9-4 favorable para el español. La última vez que se encontraron fue en la final de París, en el duodécimo Roland Garros de Rafa.
Lo mejor de Kyrgios en el comienzo fue su aparición en pista y su calentamiento con la camiseta de Los Angeles Lakers y el número 8 de Kobe Bryant. Fan incondicional de la NBA fue un detalle maravilloso. Tanto como el primer set de Rafa. La anécdota de las dos dobles faltas en su primer saque se quedó en eso porque todo lo demás fue intachable. El plan de salida era que Kyrgios no llevara la iniciativa, que no se sintiera a gusto, que empezase su pelea contra el mundo cuanto antes. Y el break en el cuarto juego fue el impulso que necesitaba Nadal para que su plan se ratificara. Mandaba desde el fondo, era agresivo, conectaba algún passing cuando el australiano subía. Y el rival se situó al borde de un ataque de nervios. Sus gestos revelaban que quería estar en cualquier sitio menos en la central. Miraba mosqueado a su heterogéneo palco, una especie de “Toiss” de Neymar, gruñía, sólo le funcionaba el saque y así era imposible plantar cara al número uno del mundo. Porque Rafa sólo cedió cinco puntos con su servicio y en poco más de media hora había resuelto el primer set.
La inercia dominadora de la primera manga se prolongó en el arranque de la segunda porque Rafa dispuso de tres bolas de break. Kyrgios logró salvarlas gracias a un ejercicio de paciencia muy extraño en él. Resistió durante casi diez minutos las embestidas de Nadal y empezó a crecer. Y eso que Rafa respondió ganando su siguiente saque con autoridad. Charly Moyá asentía en el palco del español. El partido iba bien, pero ahí empezaron los fuegos artificiales. El australiano no sabe jugar de otra forma. Buscó la complicidad de la grada, empezó a conectar buenos saques, apostó por el espectáculo y le salió bien. En el cuarto juego tuvo una bola de break que aprovechó con un passing “made in Kyrgios”. Fue uno de esos golpes que nadie más es capaz de hacer en el circuito. Y a partir de ahí se desató. Nadal intentó meter algo de calma el partido. No resultó. El show de Kyrgios estaba en su momento culminante y le bastó para igualar.
A Rafa no le quedaba otra que cobijarse ante la avalancha. Tocaba armarse de paciencia, agarrarse al servicio y esperar que el repertorio de trucos de Kyrgios dejara de marcar el ritmo. El duelo se estabilizó porque Nadal se mostró firme con el saque. Fue la forma de domesticar a un jugador que ya no veía al rival como inalcanzable. El partido se puso serio. Al australiano le salvó su saque en el octavo y el décimo juego. En el palco de Rafa hasta Xisca cerraba el puño y la anestesia que aplicó el número uno del mundo bastó para que el set se fuera hasta el tie break. Lo mejor para Nadal es que Kyrgios ya no jugaba tan alegre. Y eso se evidenció en el desempate. En el cuarto punto y con Rafa mandando por 3-1, el australiano reventó su raqueta contra la pista. El ataque de ira pareció soltarle y consiguió remontar un 4-1 hasta igualar a cinco. Pero ahí reapareció uno de los jugadores más desequilibrados del circuito. Con 5-5 buscó un ace con el segundo servicio a más de 210 kilómetros por hora. Regaló la doble falta y Rafa volvió a tomar la delantera después de 72 minutos de pelea.
La receta de consistencia y solidez de Nadal continuó desgastando a Kyrgios en el cuarto set. En el tercer juego llegó el break que faltaba para limar un poco más los ánimos y el tenis de Nick. El revés cruzado siguió funcionando, apareció alguna derecha paralela y en el décimo juego sacó para llevarse el partido. Ahí reapareció la mezcla de talento y tenis que hace de Kyrgios un jugador diferente. Logró un break, su segundo del partido, y se reenganchó hasta forzar un nuevo tie break. La firmeza y solidez de Nadal pudieron con el vértigo del australiano.
Adiós a Medvedev
La sorpresa de la jornada se produjo en la parte del cuadro por la que marcha Nadal y fue la derrota de Daniil Medvedev ante Stanislas Wawrinka. Después de casi tres horas y media de pelea, el suizo, campeón en 2014 ante Nadal, se impuso por 6-2, 2-6, 4-6, 7-6 (7/2) y 6-2. A dos meses de cumplir los 35 años y después de confesar antes de arrancar el torneo que la retirada estaba cerca, Stan acabó con la que parecía la alternativa más firme al “Big 3”. Su rival en cuartos será el alemán Alexander Zverev que superó por un triple 6-4 al ruso Rublev.
Entre los supervivientes del torneo y al margen de los tres clásicos, la raqueta más sólida ha sido la del rival de Rafa, la del austriaco Dominic Thiem. Su exhibición ante Gael Monfils se resume en un concluyente 6-2, 6-4 y 6-4. Thiem nunca llegó tan lejos en Melbourne. Su límite eran los octavos de final que alcanzó en 2017 y 2018 y ahora ya está entre los ocho mejores. Sólo en segunda ronda, el australiano Bolt, el número 140 del mundo, le metió en problemas llevándole hasta el quinto set. Ahora le espera Nadal.
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